Se había corrido la voz. Los estudiantes acudían a mí cada vez que necesitaban ayuda con algo que tuviera que ver con Jungkook, porque pensaban que yo era especial para él, que solo me escuchaba a mí. Me pedían que le convenciera para apuntarse al club de atletismo o al de taekwondo, para que firmara la petición de aplazar un examen que se había negado a firmar, para que aceptara a hacer tareas de clase de lo más insignificantes... Y sorprendentemente, tras mi insistencia e interminables discursos, él aceptaba. No a todo, y no de inmediato, pero acababa haciéndolo. Ni siquiera yo entendía cómo había sucedido, pero, aunque Jungkook apenas me hablaba o apenas me soportaba, sí que parecía escucharme.
La mayoría de la gente creía que era su novia, lo cual me parecía un auténtico disparate. ¿Cómo podían creer algo así cuando él seguía huyéndome a toda costa, haciéndome el vacío cuando le rondaba? Si encontraba un momento para que me escuchara, era porque me había aprendido bien el camino hasta su clase y había descansos en los que no dejaba de atosigarle. De hecho, llegué a creer que solo me hacía caso para ver si así le dejaba en paz de una vez. Eso habría tenido más sentido. No obstante, a los ojos de los demás yo seguía siendo "Roa, la novia de Jeon Jungkook". Fue por eso que me sorprendió que aquella chica estuviera delante de mí en ese momento, pidiéndome algo que nunca creí que viviría para presenciar.
—¿Quieres que le de esta carta a Ko... a Jungkook? —pregunté incrédula, sosteniendo el bonito sobre en mis manos. Tenía un color rosa precioso y estaba perfumado. La intención era clara.
—Por favor —insistió la chica, todavía inclinada en una reverencia de noventa grados hacia mí—. Y... ya sabes, si pudieras decirle algo para ayudarme...
—¿Algo como qué?
La chica se incorporó, dejándome ver de nuevo su perfecto rostro enmarcado en aquella melena dorada como el sol. Tenía un aspecto impecable, una voz muy femenina y delicada, unas piernas finas y esbeltas... era como una de esas famosas de la televisión. Y yo no podía entender que alguien como ella tuviese interés por él, por Jungkook. No porque no fuese atractivo, no estaba ciega, y precisamente él era muy, muy guapo. Pero su personalidad... bueno, de atractiva tenía poco.
—No sé, que parezco una buena chica, que haríamos buena pareja...
—¿No has oído lo que dicen? Que somos novios o algo así...
—¿Lo sois? —preguntó ella, sonriente. Hasta su sonrisa parecía sacada de un anuncio de dentífricos.
—No, claro que no.
—¿Entonces por qué debería importarme lo que digan? Con saber que no es cierto me vale.
—Me caes bien —admití. En aquel mundo los rumores lo eran todo, y ver a una chica como ella que no se preocupaba por lo que decían los demás me sorprendió—. Lo haré, le daré la carta. Pero no te prometo nada. Jungkook es... complicado.
—Lo sé, por eso me gusta.
Y sin decir nada más se fue. Era una chica extraña, sin duda, pero me había causado una buena impresión. A juzgar por el detalle de la carta tenía que estar en primer año. Todos entraban al instituto pensando que lo que veían en los dramas era verdad, que las cartas de amor seguían funcionando en pleno siglo veintiuno y que eran mucho más románticas que pedirle el número de teléfono a alguien directamente. Yo siempre me había sentido cómoda con la otra opción, la más directa. Iba más con mi personalidad.
Salí del baño de chicas (que fue donde aquella desconocida me había pillado por sorpresa) y emprendí mi camino hacia la clase dos. En su momento no tuve la agilidad mental suficiente para reparar en ello, pero en mi segunda visita a Jungkook me di cuenta de que aquella también era la clase de Jimin. Esos dos y Seokjin estaban en el mismo curso y en la misma clase, irónico. Juntar a tres personas tan distintas en un mismo aula me sonaba a experimento social, pero también logró disipar mis dudas sobre cuál era el motivo por el que esos tres chicos que normalmente no se habrían acercado el uno al otro por su propia voluntad se conocían. El ambiente allí solía asemejarse al de un campo de minas por el mismo motivo. Todos iban con pies de plomo para no detonar una explosión.
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Cold as Fire » jjk, pjm
FanfictionEl comportamiento de Roa nunca estuvo ligado a su estricta cultura ni a lo que se esperaba de una "señorita de su estatus social", y las muchas críticas que recibió por ello le resbalaron como el más escurridizo aceite. Para ella, la vida era un jue...