Hanee me estaba mirando fijamente desde el sofá, y todavía me sorprendía lo mucho que se parecían sus ojos a los de su hermano. Incluso había heredado la capacidad de atravesarme con ellos como si fueran puñales. No cabía duda de que me odiaba. Se sentía amenazada por mi presencia y, probablemente, por la de cualquier persona extraña que intentara acercarse a ella. Parecía que también había heredado la característica introversión de su hermano o que, simplemente, lo había aprendido de él. Hanee era una niña muy pero que muy desconfiada.
Me acerqué a ella lentamente mientras absorbía cada detalle a mi alrededor. Era la primera vez que entraba en casa de Jungkook más allá de la casita del jardín y la cocina, como una invitada oficial. Me hacía mucha ilusión estar allí y comprobar el ambiente tan acogedor que tenía el salón, con sus muebles de madera clara y sus tropecientas plantitas decorativas. Era evidente que a la madre de Jungkook le gustaba mucho la jardinería y los colores suaves. Como el beige, por ejemplo, que era el color de aquel enorme sofá en el que estaba sentada la pequeña.
—¿No vas a decirle hola a Roa, Hanee? —le preguntó Jungkook suavemente, acariciándole el pelo. Cuando le hablaba a su hermana, su voz se convertía en algo dulce y tierno. Aún no me acostumbraba, pero admito que me ponía el corazón blandito. Me gustaba ver esa versión de él a la que nadie más que yo (y ella, claro) tenía acceso. Hanee negó con la cabeza—. ¿Por qué no? No seas mala. Ha venido a verte y a jugar contigo.
La niña arrugó el ceño y abultó los mofletes. De pronto no quería ni mirarme, y los pocos segundos en los que lo hacía era para recordarme que no le caía bien, que sobraba. He de admitir que su rechazo me afectaba un poco, pero tenía esperanza. Si de verdad era tan parecida a su hermano, había una posibilidad de llegar hasta ella. Quería caerle bien, gustarle. Me entusiasmaba la idea de conocerla y llevarme bien con ella porque era la hermana pequeña de Jungkook; una versión femenina y muy pequeñita de él. Y porque me encantaban los niños. Me parecían tan tiernos e inocentes, tan adorables... No tenían maldad. Eran como pequeños seres de luz que iluminaban la vida de todas las personas que les rodeaban, o eso me parecían a mí.
—Hola, Hanee. ¿Cómo estás? —la saludé, sonriéndole con cautela. Era como si intentara desactivar una bomba humana. Estaba a punto de empezar a sudar—. Lo vamos a pasar súper bien, he traído un montón de pelis y me sé un montón de...
—¿Dónde está omma?
—Juegos muy divertidos —susurré desanimada. A Hanee no le importaba lo más mínimo nada de lo que fuera a decirle. En ese momento solo quería estar con su madre.
—Volverá en un rato. —Fue la breve explicación que le dio su hermano, pero sin perder la suavidad en su tono.
Mi querida suegra tenía algo importante que hacer con su marido. Había un aburridísimo evento de la alta sociedad coreana al que tenían que asistir. Seguramente mi madre también se encontraba allí, pero era incapaz de imaginarme a la madre de Jungkook vestida de punta en blanco como ella, codeándose con un montón de ricos estirados que fingían sonrisas mientras te menospreciaban mentalmente. Esa mujer parecía mucho más campechana, no encajaba en esa vida, pero supongo que lo hacía por su marido. De hecho, en uno de esos inesperados y genuinos arrebatos de sinceridad, Jungkook me había confirmado que su madre no solía asistir a esas cosas. Solo muy de vez en cuando. Y también me contó que fue ella misma la que se presentó en su habitación aquella mañana y le sugirió que me invitara más tarde para pasar un rato con Hanee y conocerla mejor. Sobra decir que la idea me maravilló, pero lo que ella no sabía era que su plan hacía aguas. Por todas partes.
—¿Sabes lo que podemos hacer hasta que llegue? —le pregunté a la pequeña, intentando volver a llamar su atención. Ella me miró con reticencia, pero ocultando cierta curiosidad—. Podemos ver una peli de superhéroes. ¿Te gustan los superhéroes?
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Cold as Fire » jjk, pjm
FanficEl comportamiento de Roa nunca estuvo ligado a su estricta cultura ni a lo que se esperaba de una "señorita de su estatus social", y las muchas críticas que recibió por ello le resbalaron como el más escurridizo aceite. Para ella, la vida era un jue...