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—¿Sigue sin responder, eh?

Di un pequeño bote y me alejé de Taehyung al instante. Estaba tan concentrada en los mensajes que acababa de enviarle a Jungkook que no me había dado cuenta de que mi amigo estaba invadiendo mi privacidad y leyéndolo todo por encima de mi hombro. Él, Yeri y yo caminábamos por el pasillo de vuelta a clase después de otro de los recreos más deprimentes de la historia.

—Se supone que es una conversación privada, Kim Taehyung.

—A mí me parece más un monólogo privado que una conversación —apuntilló. Y sabía que no lo decía con intención de herirme, pero no pude evitar sentir un pequeño pinchazo en el pecho—. Ay, gruñón... me decepcionas —suspiró con aire pensativo mientras negaba para sí mismo—. No sé en qué cojones estará pensando, pero su comportamiento empieza a cabrearme.

—No digas eso, no creo que esto esté siendo fácil para él —comentó Yeri con tristeza.

—¿Sabes para quién no está siendo nada fácil tampoco? Para Roa. ¿Qué se supone que está haciendo? ¿Castigarla? Ella no ha hecho nada malo. Nada. Si llego a saber esto...

—Ya —espeté antes de que pudiera decir algo que me enfadara—. Ya está bien.

—No lo defiendas —me advirtió mi amigo con el índice levantado. Yo, muy a mi pesar, me mordí la lengua—. Me da igual que sea el amor de tu vida, el hombre de tus sueños o tu abuela en trineo. Te está ghosteando y eso no está bien, Roa.

—¿Que me está ghostequé?

—A veces eres como una señora de sesenta años —se burló Yeri con prepotencia. Como si ella fuera mucho más lista que yo por saber un término inventadísimo que vete tú a saber de dónde había salido—. Ghostear. Desaparecer de tu vida sin ninguna explicación.

—Jungkook no ha desaparecido de mi vida.

—Ah, ¿no? ¿Y dónde está? ¿Hace cuánto que no hablas con él, eh? —Le dediqué una mirada asesina a Taehyung como respuesta—. ¿Ves? El gruñón te está haciendo ghosting y no me parece justo. Ya que se ve que no está por la labor de incorporarse a clase, por lo menos debería tener la decencia de responder a tus mensajes o...

—Vale, me está ghosteando, ¿y qué? —le interrumpí enfurecida. Si le dejaba continuar con aquel discurso me tiraría por la ventana en un ataque de rabia y tristeza y terminaría con mi vida allí mismo—. ¿Qué culpa tengo yo de eso? ¿Qué sugieres que haga?

Taehyung, totalmente sereno y sorprendentemente impasible ante mi tono furioso, se detuvo bajo el marco de la puerta de nuestra clase y me miró a los ojos de una manera que no me gustó nada.

—Tienes que dejar de escribirle —dijo, y yo parpadeé como un dibujo animado—. Roa, tienes que darte por vencida. No merece la pena.

—¿Qué?

—Taehyung, te estás colando —le advirtió Yeri—. Solo ha pasado un mes, está claro que Jeon necesita más tiempo. Tampoco creo que esto sea el fin de todo. Lo que ha pasado es complicado y estoy segura de que lo resolverán, pero no puedes decirle a Roa cómo tiene que gestionar esta situación o sus propios sentimientos. Si a ella se le hace más llevadero así es cosa suya.

—¿Y qué va a hacer? ¿Va a escribirle hasta quedarse sin huellas dactilares? «No, iba a romper con mi novia, pero me escribió doscientos mensajes contándome cosas que no me interesaban una mierda y cambié de opinión». ¿No ves lo ridículo que suena?

—Jungkook no va a romper conmigo —dije en voz alta. Muy alta. A ver si así me lo creía yo también.

—A mí me parece que ya lo ha hecho, Roa.

Cold as Fire » jjk, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora