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Lo primero que hice cuando abrí los ojos fue mirar al cielo. La luz que entraba por las ventanas era de un color naranja casi irreal, y mi vista comenzó a enfocarse poco a poco mientras admiraba aquellas pinceladas de un brillante color rosa atravesando las nubes, eclipsando el celeste habitual que debía bañarlo todo y que se perdía en el horizonte junto con el sol. Reconocí la enfermería de la escuela al instante. Las camillas siempre eran muy incómodas, y los muebles de madera oscura eran inconfundibles. Además, el leve dolor en mi pecho materializaba el recuerdo difuminado del golpe que me había llevado allí, aunque por suerte me encontraba bien, como de costumbre. Lo único que dolía un poco era la zona en la que el codo de Donghyuk había impactado, pero ya no me asfixiaba ni nada parecido.

—¿Roa? —preguntó Taehyung. Parecía estar cerca de mí, aunque yo aún no había llegado a visualizarle—. ¿Cómo estás? ¿Estás bien? ¿Te duele?

Negué mientras redirigía mi mirada hacia mi amigo. Él y Yeri se habían acercado hasta la camilla y me estaban mirando con algo de preocupación, pero sobre todo parecían aliviados al comprobar que me encontraba bien. Debían haberse asustado mucho, y no era para menos. Tenía algunas lagunas, pero logré recordar que ambos estaban delante cuando perdí el conocimiento. Estaba casi segura de que los había visto antes de desmayarme, a ellos y a...

—Espera... ¿Jimin le ha pegado una patada en la cara a Donghyuk o lo he soñado?

—No, no lo has soñado —me confirmó Yeri. Mi amiga tenía una de mis manos sujetas, parecía que estaba en mi lecho de muerte.

—¿Increíble, verdad? Yo todavía lo estoy asimilando —añadió Tae—. Nunca creí que el cara de mierda pudiera hacer algo así. Le ha roto la mandíbula. ¿Sabes lo jodido que es eso? Donghyuk no va a aparecer por aquí en un tiempo, ya te lo digo yo.

—¿Le ha... roto la mandíbula? —pregunté horrorizada. Mis amigos asintieron con entusiasmo.

—Se escuchó nítidamente como se le fracturaban los huesos, qué asco —explicó Yeri, sacudiéndose en un escalofrío—. Pero bueno, eso no es lo que importa ahora. ¿Tú cómo estás? ¿De verdad estás bien? Nos hemos asustado un montón, creíamos que...

—¿Que me moría? —reí. Fui la única que encontró la gracia de la situación, al parecer—. ¿Cómo me voy a morir por un golpe?

—Una vez leí que es posible morirse de un golpe en el pecho, y teniendo en cuenta que tú... ya sabes, pues nos pusimos en lo peor.

—Sí —coincidió Taehyung—. Insistimos en llevarte a un hospital, pero el profesor Lee nos dijo que estabas bien y que no sería necesario. Jeon y el cara de mierda le preguntaron como diez millones de veces que si estaba seguro. Yo tampoco me lo creía mucho, la verdad, pero supongo que tenía razón.

El profesor Lee, aparte de impartir biología y anatomía, era el médico de la escuela, y si él decía que estaba bien, definitivamente lo estaba. Y no solo porque él supiera todo lo que tenía que saber sobre mí y mi condición, sino porque en su juventud había sido un médico excepcional, pero esos años de gloria ya habían quedado atrás y, hasta que llegara su jubilación, había decidido trabajar como médico y profesor en un instituto de renombre, con un sueldazo que quizá no se comparaba al que había disfrutado salvando vidas, pero que le permitía vivir muy bien.

¿Que por qué lo sabía? Porque ese señor se repetía más que el ajo, no había clase de biología en la que no reviviera una y otra vez sus grandes hazañas. Siempre tenía una anécdota que contar.

—Claro que tenía razón, estoy perfectamente.

—Sí, bueno, me lo creeré del todo cuando vuelva para revisarte —replicó—. Ah, por cierto, tu madre es gilipollas.

Cold as Fire » jjk, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora