Sentía el peso suave de sus brazos rodeando mi cintura mientras su pecho subía y bajaba contra mi espalda, marcando el ritmo de su respiración, que era un poco más fuerte que la mía. No era capaz de poner en pie mis recuerdos, todo estaba muy borroso. Lo único que sabía es que estaba más cómoda y calentita que nunca, y si no fuera por el horrible dolor de cabeza o porque no tenía ni la menor idea de cómo había acabado en esa situación, me habría quedado dormida otra vez.
Sabía que aún no había descansado lo suficiente y la resaca era espantosa, pero el instinto me decía que tenía que volver a la realidad (o, más bien, que tenía que conocerla), así que me di la vuelta, preparada para afrontar lo que fuera que había hecho la noche anterior para acabar en una cama que no era la mía.
—Buenos días —me recibió el chico a mi lado, y me lanzó una enorme sonrisa que yo repliqué en pequeñito. ¿Cuánto tiempo llevaba despierto? Porque, a diferencia de mí, no parecía estar muy adormilado.
—Buenos días —murmuré—. ¿Cómo he llegado aquí?
Jimin se echó a reír ante mi cara de confusión, y aunque yo no le encontraba la gracia, le seguí la corriente. No era una broma, de verdad quería saber cómo había llegado a su cama, porque hasta donde yo recordaba, después de beberme gran parte de la botella de whisky, Taehyung me había obligado a irme a dormir y Minhye estaba intentando convencerme para contar ovejitas. No es que me pareciera mal despertarme junto a él, pero algo no encajaba. Era como si tuviera un puzle al que le faltaban las piezas justas para darle sentido a la imagen que formaba, y hasta que no encontrara esas piezas iba a seguir sintiéndome muy extraña.
Recapitulé: estaba en mi cama, estaba hablando de Spiderman y luego estaba... estaba... ¿yendo hacia allí? ¡¿EN BRAGAS?!
Me incorporé a toda prisa, destapándome de un tirón para comprobar si el recuerdo que acababa de duplicar mi dolor de cabeza era real. Lo era, sabía que lo era, pero también eran muy reales los pantalones que llevaba puestos. Y no eran míos, pero supe de quién eran casi al instante, porque me sonaba haberlos visto antes y por lo enormes que me quedaban.
—¿Roa? —me preguntó Jimin, preocupado—. ¿Qué pasa? ¿Tienes calor?
Pero lo ignoré mientras todas las estupideces que había hecho la noche anterior se agolpaban en mi cabeza. Yo, tirándome encima de Jungkook. Yo, sentada sobre él. Yo, quedándome dormida en su cama, entre sus brazos. Era como si estuviera reviviéndolo todo otra vez, sintiendo un montón de cosas, recordando todas las conversaciones sin sentido, recordando cuando intenté... ¿besarle?
Dios mío de mi vida.
Miré a mi derecha tan rápido que podría haberme roto el cuello, a la cama en la que se suponía que me había quedado dormida, buscando al chico con el que supuestamente tenía que haber despertado, pero no estaba ahí. ¿Por qué no estaba ahí? ¿Por qué no estaba YO ahí?
—¿Cómo he llegado aquí? —repetí acelerada. Tenía que encontrarle sentido a aquello—. ¿Cómo he llegado a tu cama, Jimin?
Al verme tan agitada, Jimin se incorporó junto a mí y puso una mano sobre mi espalda, mirándome con cierta confusión. No entendía a qué se debía mi cambio de actitud, pero en mi defensa diré que yo tampoco entendía nada de nada. No podía actuar de otra manera.
—Jeon me dijo que viniste a verme mientras estaba en la ducha y que te quedaste dormida esperándome. Ya estabas en mi cama cuando salí del baño, Roa.
—¿Qué? No fue así.
—¿Y cómo fue?
Me quedé callada, procesando mis palabras y las consecuencias de lo que estaba a punto de decir. ¿Me encontraba en condiciones de explicárselo todo en ese momento? ¿De conocer su reacción? ¿Y qué iba a decirle? "En realidad vine a ver a Jungkook, no a ti. Además, me quedé dormida en su cama después de intentar besarle. En bragas". Era la verdad, pero también era demasiado directo y demasiado cruel. Tal vez podría ahorrarme unos cuantos detalles.
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Cold as Fire » jjk, pjm
FanfictionEl comportamiento de Roa nunca estuvo ligado a su estricta cultura ni a lo que se esperaba de una "señorita de su estatus social", y las muchas críticas que recibió por ello le resbalaron como el más escurridizo aceite. Para ella, la vida era un jue...