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Crucé la puerta tan abruptamente que todos los clientes se me quedaron mirando, pero yo ni me inmuté. Ignoré completamente que era el centro de atención una vez más y di un rápido repaso con mis ojos a mi alrededor. Todo parecía estar como de costumbre, ninguna catástrofe había sucedido; la gente charlaba tranquila en sus mesas y no olía a humo, ni a gas, ni había llamas que llegaban al techo rodeándolo todo. Por fin pude soltar todo el aire que había estado reteniendo hasta entonces por si me hacía falta para gritar auxilio.

—Uff, menos mal —dije, adentrándome rápidamente en la cafetería bajo la atenta mirada de mi jefe—. Creía que cuando llegara habrías roto la cafetera y todo el local estaría inundado. Me había planteado incluso la posibilidad de que el camión de bomberos con el que me acabo de cruzar viniera directamente hacia aquí, pero me alegra saber que todo está bajo control

—Soy perfectamente capaz de hacer un par de cafés, no habría abierto una cafetería si no fuera así, ¿sabes?

—Sí, ya. Voy a ponerme el delantal, no te acerques a la cafetera mientras tanto.

Namjoon me miró como ofendido, pero me hizo caso. ¿Que podía hacer un par de cafés? En realidad no lo dudaba. La cuestión era, ¿a qué sabrían esos cafés? Desde luego no sabrían a café, sino más bien a agua estancada. Y sí, era un milagro que no hubiera roto la cafetera en el tiempo en el que yo luchaba a contrarreloj por llegar hasta allí a mi hora. Mi encantadora madre había decidido castigarme por suspender el examen de biología, y tuve que jugarme la vida saltando por la ventana de mi habitación para ir a trabajar y no dejar a Joon tirado. Estaba perdido sin mí, y yo no estaba dispuesta a pasarme la tarde encerrada en mi habitación sin hacer absolutamente nada, eso era algo que me causaba bastante ansiedad.

Además, que mi madre siguiera castigándome por suspender un examen a los dieciocho años me parecía algo realmente triste, no pensaba aceptar mi castigo así como así. Ni de coña.

—No hacía falta que vinieras, Roa —dijo mi alto amigo mientras me posicionaba detrás del mostrador, colocándome la gorra serigrafiada con el nombre de la cafetería—. ¿Por qué nunca me haces caso? Te he dicho que podía apañármelas yo solo.

—Me enorgullece que pienses que eres capaz de hacerlo, pero a veces hay que ser realista, Joon.

—¿Sabes? Nunca sé cuándo me estás insultando y cuando me estás halagando.

—Ahora te estoy insultando; te estoy llamando inútil.

—Repito: es mi cafetería, si no pudiera llevar yo solito un negocio no lo habría abierto, ¿no crees?

—Disculpe —interrumpió una clienta. La había visto levantarse de su mesa café en mano y venir hacia nosotros, pero no le había dado mayor importancia hasta ese momento—. ¿Está seguro de que esto es un ice americano? Es que... sabe un poco raro.

Elevé las cejas con figurada sorpresa y sonreí victoriosa cuando aquella chica me dio la razón de la nada. Namjoon, sin embargo, carraspeó molesto y me echó una mirada llena de resquemor. Aún se negaba a aceptar la realidad; que no sabía hacer ni un simple café en condiciones.

—Claro que lo estoy —refunfuñó, arrebatándole la taza a la chica y dándole un sorbo. Sabía terriblemente mal, lo corroboré en cuanto se le contrajeron todos los músculos de la cara al tragar aquel líquido indescriptible bañado en hielo—. Lo que yo decía, un ice americano de toda la vida.

—Sabe a mierda, ¿no?

—No me dejes nunca, Roa. Estoy perdido sin ti.

—Si es que no me haces caso, yo siempre llevo razón. —Le di unos cuantos golpecitos en su hombro mientras se lo recriminaba, pero sabía que no le haría daño, seguramente solo notaría un leve cosquilleo.

Cold as Fire » jjk, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora