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Una semana sin saber nada de Jungkook. Y no porque no le hubiera escrito, precisamente. Solo sabía que estaba vivo porque todos mis mensajes aparecían como leídos, pero ya está. Ni una sola respuesta. Al tercer día me rendí a la idea de darle tiempo y dejé de escribirle, más que nada porque empezaba a parecer una acosadora. Lo que no me imaginaba es que estaría tanto tiempo sin venir a clase. ¿Dónde estaba? ¿Por qué no venía? Si me hubieran dado un won por cada vez que me había hecho alguna de esas dos preguntas me habría convertido en la persona más rica del mundo. Por encima de Bill Gates.

Sinceramente, pensar que no venía a clase solo porque no quería verme era demasiado desesperanzador y un poquito egocéntrico, así que me había autoconvencido de que tenía que haber algo más, una razón de peso que desconocía y que no tenía nada que ver conmigo. Pero eso no me hacía sentir mejor, solo aumentaba mi preocupación y mi incertidumbre. Y tampoco hacía que el hecho de que no quisiera saber nada de mí doliera menos, para qué mentir.

¿Era demasiado tonta por echar de menos a alguien que no quería verme o hablarme? ¿O por revivir continuamente el único beso que me había dado incluso cuando no había significado nada para él? Porque sí, estaba molesta por cómo me había tratado, pero una parte muy grande de mí no podía evitarlo. No podía dejar de pensar en él, en sus labios, en su olor...

—Roa, defiéndeme —me pidió Tae, sacándome de mi ensoñación.

—¿Eh?

—Defiéndeme, venga. Dile a Yeri lo equivocada que está.

Levanté la cabeza un segundo y miré a mi amiga.

—Estás equivocada —le dije.

—Pero dile cuánto, dile cómo de equivocada está —insistió él.

—Mucho. Muy equivocada.

Di por finalizada mi tarea y volví a hundir la cara en el hueco que había formado con mis brazos y que hacía las veces de almohada, desentendiéndome por completo de otra de las discusiones tontas que estaban manteniendo mis amigos sobre vete tú a saber qué. La verdad es que no me interesaba, era la menor de mis preocupaciones.

—Eso no vale, ni siquiera sabe de lo que estamos hablando. —Oí quejarse a Yeri.

—¿Cómo que no? Claro que lo sabe. ¿Verdad, Roa? —Asentí para quitármelo de encima, cerré los ojos y acomodé la cabeza entre mis brazos un poco más—. Oye, ¿piensas seguir durmiendo todo el día?

—Sí. —Mi voz sonó amortiguada contra la tela de mi ropa.

—¿Y puedo preguntarte por qué?

—Porque dormir es genial. Es como estar muerta.

—¡Dios mío! —exclamó, completamente horrorizado. Me asomé por encima de mi brazo derecho, arqueando una ceja—. Yeri, llama a la policía. Han secuestrado a nuestra amiga y nos la han cambiado por una persona triste y melancólica.

—No siempre tengo que estar contenta, ¿sabes? Soy humana.

—Pobre Roa, ¿dónde estará ahora? Espero que esté bien —continuó él, ignorándome.

Suspiré y enterré mi cabeza de nuevo cual avestruz, pero tuve que volver a salir cuando Yeri se acercó a mi mesa arrastrando su silla y me puso una mano sobre la espalda. Tenía esa cara que pone la gente cuando sabe que estás pasando por un mal momento. Un poco como si se hubiera muerto alguien. De hecho, se parecía mucho a la cara que ponía todo el mundo cuando le decía que tenía un cardiopatía. Odiaba eso.

—Es por Jungkook, ¿no? —preguntó con voz suave. En ese momento, deseé no haber puesto al corriente a mis amigos sobre los últimos acontecimientos. Pero tuve que hacerlo, porque en algún punto habrían comenzado a preguntarme por él o por Jimin.

Cold as Fire » jjk, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora