Capítulo 29

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¿Por qué no me haces caso?


"No...". Mintió Rubén y agitó la mano diciendo: "Ha sido mi culpa".

"¡Tranquilo! Nadie te quitará la comida".

Repentinamente cuando Samuel le daba palmaditas en la espalda y le decía que comiera despacio, Rubén sintió como si estuviera hablando con su padre en la mesa. Debería haber sido una imagen dulce, pero se estremeció cuando miró a Samuel. ¡Qué sensación tan aterradora!

"¿Por qué no seguiste comiendo?".

"Estoy satisfecho".

"¿Tan pronto?". Rubius lo miró con asombro y le preguntó: "¿Realmente estás satisfecho?".

Este hombre había comido menos que él. ¿Su estómago sería tan pequeño? 'No es muy probable', pensó Rubius. A juzgar por su físico, debía tener buen apetito.

En ese momento Samuel dejó escapar una sonrisa mientras pensaba: 'Finalmente está mostrando algo de preocupación... tal vez sí se preocupa por mí después de todo'.

Por lo tanto, respondió con seriedad: "Ya había comido".

La cara de Rubius se contorsionó de confusión cuando le preguntó: "Si ya habías comido, ¿por qué ordenaste tanta comida?". Luego de una pausa, exclamó:"¡Es una lástima desperdiciar tanta comida!". En ese momento Rubén se sintió devastado, como si una gran cantidad de dinero hubiera desaparecido de su cartera.

Sin embargo, Samuel lo miró con indiferencia. Él era del tipo de hombre que nadie se atrevía a ofender. Por lo tanto, Rubius no tuvo más remedio que comer lo que quedaba en los platos poco a poco.

Samuel frunció el ceño y sugirió: "Por favor, no comas tan rápido".

Rubén fingió que no había escuchado nada y continuó llenándose la boca de comida hasta que sus mejillas se hincharon como una encantadora ardilla.

Aunque Samuel lo encontraba adorable, ya no podía soportar verlo comer así: "Muy bien, detente o te ahogarás".

"Está bien... Ya no lo haré", murmuró Rubén. De repente, la expresión de su rostro cambió y se puso rojo.

¡En realidad se estaba ahogando con su bocado! '¡Samuel, eres un condenado!'.

Samuel se dio cuenta de que algo no estaba bien, así que estiró la mano para darle una palmadita en la espalda. Al no poder mantener su bocado, Rubén finalmente vomitó.

Afortunadamente, Samuel evitó el vómito justo a tiempo. Sin embargo, no tuvo la suerte de evitar una pequeña salpicadura en su camisa, lo que lo enfureció de inmediato.

"¿Por qué no me haces caso?".

"Lo siento...". Una vez que vació su estómago, Rubén finalmente se sintió más ligero mientras respiraba aire fresco. Sin embargo, el dolor en su estómago comenzó a aumentar.

Samuel todavía estaba enojado con él, pero pronto su ira se convirtió en preocupación cuando vio cuánto le dolía. "¿Dónde te duele?".

Rubén apretó su vientre con fuerza mientras un sudor frío brotaba de su frente. "Me duele el estómago...".

Sin decir una palabra, Samuel lo tomó en sus brazos y salió corriendo.

"Espera...", dijo Rubén débilmente, mientras iba en sus brazos: "Todavía queda mucha comida...".

En ese momento Samuel por poco lo golpea en la cabeza. "¿Es en serio? ¿No has tenido suficiente? ¿Todavía eres un niño?".

'¡Esos platillos son caros y sería una pérdida total de dinero si no los llevamos! ', pensó Rubén, pero no dijo nada al ver los ojos de Samuel.

Los besos de SamuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora