Capítulo 7

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Ridículo


Esa era la primera vez que Rubén miraba su rostro tan de cerca. Era tal su proximidad que él pudo ver detalladamente sus pestañas, las cuales la hipnotizaron y avivaron las llamas de su corazón. La manera en que Samuel las agitaba le hacía recordar el centelleo de las estrellas en el cielo nocturno.

De hecho, él era bastante atractivo; la mirada en sus ojos era profunda y tenía la nariz tipo Nubia y unos labios un poco gruesos tan seductores que Rubius sentía que eran una especie de red que la envolvía cada vez más. Además, las líneas de su rostro eran perfectas y eso lo hacía lucir muy apuesto, como si un escultor dotado lo hubiera esculpido. Anteriormente él nunca se había detenido en esas cosas; como antes estaba saliendo con Mangel, el solo lo había visto con el respeto con el que se ve a un miembro mayor de la familia. Sin embargo, en ese preciso instante, finalmente se dio cuenta de que era un hombre realmente maduro y guapo y se sintió completamente atraído por él.

Los ojos de Samuel eran un morado tan oscuro y estaban llenos de un deseo intenso. Mirándolo con sus perlas moradas penetrando en su interior, le preguntó:

"Ya terminaste con Miguel...¿No?"

Mordiéndose el labio, él le respondió: "Emm... si, ya lo que había entre nosotros terminó".

Si nunca hubiera terminado con aquel noviazgo, el no habría coincidido con Samuel esa noche, pero por ahora todo permanecía nublado por la confusión.

"¿Entonces cuál es el problema?".

Incluso si Rubén aún fuera el novio de su sobrino, su relación no habría sido un problema para él. Samuel siempre obtenía lo que quería, y Miguel, con lo inmaduro que era, nunca sería rival para él.

"De todas maneras esto sigue estando mal". Los ojos de Rubén estaban rojos e hinchados por todo lo que había llorado y con una voz llena de remordimiento y vergüenza, le dijo tímidamente: "Señor De Luque, podríamos simplemente olvidar lo que pasó esa noche, ¿por favor?".

Rubén era un chico muy tradicional y conservador. Aunque había estado tres años junto a Mangel como su novio nunca llegó a tener sexo con él, y ahora, de la nada, se había acostado con el tío

de su ex-novio, a quien no tenía mucho tiempo de haber conocido. Incluso cuando Mangel y Samuel no compartían la misma sangre, el no dejaba de sentir remordimiento por lo que había pasado esa noche.

Ciertamente no estaba dispuesto a asimilarlo, y ahora lo único que le quedaba por hacer era acobardarse y evitar hacerle frente al asunto.

Avergonzado como estaba, Rubén lucía como un ciervo asustado, mientras que Samuel lo miraba fijamente a los ojos con el corazón ablandado.

Poco a poco fue soltándolo, pero su tono fue igual de severo cuando le dijo: "Rubén, ya no puedes escapar de mí, te deseo y quiero que seas mi novio",

"¿Cómo se te ocurre algo así!?".

"Cualquier cosa que desee es posible".

"Pero yo no deseo eso... ¡Yo no quiero estar contigo!".

A Samuel no le sentó muy bien su rechazo y lo fulminó con la mirada, de la misma manera en que el amo de una mascota vería desobediente a un animal

"Pensaba que eras un chico inteligente. ¿Qué es lo que deseas entonces? ¿Dinero, fama, estatus? ¿O qué?",

"No necesito ninguna de esas cosas!". La condescendencia de Samuel hizo que Rubén se ofendiera y con ello que desapareciera el sentimiento de gratitud que tenía por él. "¿Por qué yo?", le preguntó ante su imposibilidad de confiar en todo lo que le estaba diciendo. Siendo Samuel alguien tan renombrado y de alcurnia, sin duda habría muchas mujeres o hombres que quisieran estar con él. ¿Entonces por qué elegirlo a el?

Los besos de SamuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora