Amantes furtivos
Ligeramente nervioso, Rubén le preguntó: "¿Por qué me miras así?".
A lo que Samuel le respondió con calma: "Es que hay algo en tu cara".
Dicho eso, él estiró casualmente su brazo y le acarició la mejilla izquierda con los dedos.
"Oh".
Al principio, Rubius vaciló un poco pero luego se dejó llevar.
La cena fue bastante amena para ambos.
Aunque la mente de Rubén no se quedó quieta ni por un momento. En el caso de que Samuel dejara de cortejarlo, eso no quería decir que no pudieran ser amigos casuales. Pensaba que era un poco tonto acabar por completo una relación tan buena, no tenían por qué ser tan drásticos al respecto.
Además, Samuel la había ayudado mucho y eso lo agradecía.
Mientras tanto, Samuel parecía estar ocupado en su comida, pero en realidad su mente estaba concentrada en Rubén, siempre pensando en el.
A pesar de que se podía decir que no había nada extraordinario en el, por alguna razón, no podía sacarlo de su corazón.
Cuando terminaron de cenar, fue Rubén quien pagó la cuenta, él se sintió aliviado pues ambos habían podido tener una bonita cena sencilla sin ningún motivo entredicho. 'Nada podría ser mejor que esto', pensó
Pero el ignoraba que todo aquello no era más que uno de los tantos trucos de Samuel.
La verdad era que él seguía enojado por lo que habían hablado aquel día, pero si permitía que eso los separara, estaría haciendo justo lo que Rubén quería que hiciera.
Durante los días siguientes, Miguel siguió enviándole flores a Rubius y el siguió tirando cada uno de sus ramos a la basura. Samuel se enteró de eso y se sintió satisfecho.
Un día, Rubius salió a tirar las flores en la basura, como de costumbre, y en su camino de regreso vio a un hombre parado en la puerta.
Tan pronto como Miguel lo vio, su rostro se iluminó con una gran sonrisa. "Rubius, por fin! Te estuve esperando por un buen rato mira, te he traído tu pastel de fresas favorito. Como hoy es...
"¡Desaparece de mi vista! Por favor, no me hagas decirlo de nuevo".
La expresión de Rubén fue severa y, en consecuencia, la sonrisa de Mangel desapareció por completo. "Rubius, ¿en serio me vas a tratar así?".
"¿Acaso te pedí que vinieras?".
"Rubén, hablo en serio...".
"No me importa si hablas en serio o no".
Entonces, Rubius pasó junto a él como si fuera un extraño y sacó las llaves de su mochila para abrir la puerta. "Además, ya ni siquiera me gustan las tartas de fresa, así como ahora tampoco me gustas tú".
"¡No te creo!", refutó Mangel. Y luego gritó: "¿No la pasábamos bien antes? Yo te gustaba y tú me gustabas...".
"Tú solito arruinaste lo que sentía por ti", le dijo el en tono burlón.
"Rubén...", quiso decir algo, pero él le cerró la puerta en la cara: "¡Plas!".
Confundido, a Mangel no le quedó de otra que mirar la puerta cerrarse frente a él. Justo allí le había dado su primer abrazo, pero ahora no sentía la dicha de aquel día sino el más grande pesar. Casi podía sentir como lo perdía, como su amor y su historia se escurría entre sus dedos...
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Los besos de Samuel
Romantizm"Si pudieras pedir un deseo, ¿qué pedirías?". "Pediría que me amaras otra vez, Samuel... Pero esta vez, para siempre". En el pasado, él lo amó incondicionalmente, pero lo perdió cuando perdió la memoria. Rubén se quedó al borde del colapso cuando se...