CAPÍTULO 55

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- Te lo prometo

"Ya no podemos estar juntos".

La cara de Mangel se volvió sombría, sus pupilas comenzaron a dilatarse y volvió a sentir que le faltaba la respiración. Sentía como si sus pulmones se estuvieran llenándose lentamente de agua.

Horrorizado, la cara de Rubén cambió y le gritó: "Mangel! ¿Estás bien? ¿O estás fingiendo de nuevo?".

La expresión facial del médico también se tensó y ordenó: "¡Llévenlo de inmediato a la sala de emergencia!".

"¡No, no quiero!".

Mangel se aferró a la mano de Rubén y se negó a soltarla. "Si no me lo prometes...".

"Bien, está bien. ¡Te prometo!". Como era una situación de emergencia, Rubius le dijo lo que quería para que aceptara ser atendido. "Pero ahora suéltame. ¡Doctor, atiéndalo cuanto antes!".

"¿De verdad me lo prometes?".

"Si...". En un instante, Mangel se puso de pie, emocionado. Era obvio que su condición no era tan grave como quería hacerlo ver. Sorprendido, Rubén respondió: "Tú... ¡eres un mentiroso!".

"Tenía que hacerlo".

"¡No me dirijas la palabra!". Entonces, Rubius se volvió para mirar a las enfermeras y al doctor. La mayoría de ellos estaban sonriendo, aunque algunos tenían un ligero sentimiento de culpa. "Todos estaban actuado...". "Señorito, el señor Rogel realmente quiere hacer las paces contigo. Por eso vino a nosotros en busca de ayuda, ¡todos les deseamos la mayor alegría a los dos!", le explicó el doctor con una sonrisa. No podía hacer otra cosa ya que Miguel lo había amenazado. Incluso le habían dado una tarjeta de crédito antes de todo esto, para que interpretara su papel.

Mangel lo amenazó con llevar el hospital a la bancarrota si se negaba a hacerlo.

Al ser un hombre tan experimentado, el doctor sabía identificar la personalidad de la gente que acudía a él. Era obvio que Miguel tenía los medios para cumplir su palabra y el médico accedió a ayudar cuando se dio cuenta de que la solicitud parecía no estar haciéndole daño a nadie.

Ahora que este joven había logrado su objetivo y se había reconciliado con su novio, ¿no había sido lo mejor?

"Has... ¡has ido demasiado lejos esta vez!". El hermoso rostro de Rubén se transformó en un ictus de amargura cuando descubrió que Miguel lo había vuelto a engañar.

Enseguida se dio la vuelta y se marchó mientras Mangel lo seguía apresuradamente.

"¡Rubén, Rubén!".

Fuera del hospital, Mangel lo alcanzó y lo abrazó por detrás. Sin importar lo mucho que trató de huir, él no lo dejó ir: "Me has hecho una promesa, ¿recuerdas?".

"¡No!". Temeroso de lastimarlo, Rubén no se atrevió a moverse y luego dijo con enojo: "Me mentiste, así que yo también te mentí. ¡Ahora estamos a mano! ¡La promesa no cuenta! Solo suéltame y déjame en paz".

"¡No me importa! ¡Has hecho una promesa!".

"¡Y tú has ido demasiado lejos! Me mentiste, ¡otra vez!".

La expresión de Mangel cambió y poco a poco le fue soltando la mano. "De no haberlo hecho nunca habrías hecho esa promesa, ¿no es así?".

Rubén se quedó boquiabierto, pues tenía razón.

"No estoy dispuesto a aceptarlo". Mangel lo miró profundamente a los ojos y continuó: "¿Por qué no puedes perdonarme y darle otra oportunidad a lo nuestro? Todos cometemos errores. ¿Cómo puedes tirar a la basura los años que hemos pasado construyendo nuestra relación? No es justo para ninguno de los dos". Rubén permaneció en silencio, perdido en sus propios pensamientos.

A pesar de que no estaba seguro de amar a Miguel, cuando su vida corría peligro, se preocupaba por él y tenía miedo de que muriera...

Todos cometen errores, incluso el. Entonces... ¿Debería darle la oportunidad de enmendar los suyos? "Fue mi culpa, lo admito. Fui demasiado inmaduro e infantil, di todo por sentado; sin embargo, estoy dispuesto a cambiar por ti. Rubén, realmente me gustas".

A Rubén le conmovieron sus palabras. Sabía que Mangel realmente sentía algo por él, o no lo habría salvado una y otra vez y sin pensar en su propia seguridad.

¿Pero Mangel realmente sabía lo que quería?

Él esperó en silencio su respuesta. A medida que pasaban los segundos, sus ojos iban perdiendo el brillo.

Rubius repentinamente recordó lo que el hombre en las ruinas le dijo: "Rubén, ahora que tienes mí sangre, eres mío. ¿Me escuchaste?

"Si salimos vivos de aquí, quiero que me prometas algo".

Rubén recordó claramente haber dicho: "SÍ".

"Bien, te lo prometo".

El recuerdo de ese día, alivió un poco a Rubius. Dos hoyuelos aparecieron en sus mejillas mientras sonreía, luciendo deslumbrante.

"¿Qué...?". Mangel se quedó pasmado. No podía creer lo que acababa de escuchar. "Rubén, ¿qué fue lo que dijiste?".

"Te lo prometo".

"Te daré una oportunidad", y también a mi', pensó Rubius. Cuando la cara de Samuel apareció de nuevo en sus pensamientos, él lo alejó de su mente.

Quizás esta vez las cosas podrían funcionar para Mangel y el. Aunque sabía que era primordial mantenerse alejado de Samuel ahora.

Por su parte, Mangel por fin asimiló sus palabras. Estaba tan emocionado cargó a Rubén y empezó a darle vueltas frente al hospital. ¡Quería decirle al mundo que Rubén era su chico!

"¡Te amo, Rubius!".

Mareado, él se quejó: "¡Para! ¿No te sientes mareado? Estás herido, no te vayas a caer...".

Justo cuando pronunció esas palabras, Mangel se mareo y cayó al suelo. Por fortuna cayó entre un parterre de flores, con Rubius en sus brazos. A toda prisa, él se puso de pie para ayudarlo y reclamarle: "¡Te dije que no hicieras eso, pero no me hiciste caso!".

Mangel escupió la hierba y la suciedad de su boca y se rio a carcajadas. "¡No me importa! Estoy realmente feliz ahora ¡No puedo siquiera controlar mis acciones!".

"¡No vuelvas a hacer eso!".

"Está bien, lo que tú digas".

Rubén fue transportado al tren de los recuerdos cuando Mangel solía hablarle de esa manera.

Pronto, Rubén volvió en sí y le pidió a Mangel que se sentara para revisar su herida. Efectivamente, la herida se había abierto nuevamente y el vendaje estaba teñido de carmín. Rubén lo llevó rápidamente al hospital para que lo atendieran.

Mangel no estaba preocupado por su lesión, pero siguió sus órdenes obedientemente. La felicidad fluyó a través de él, calentando su piel como los rayos del sol a principios del verano.

Ahora Rubius lo había perdonado y estaban juntos de nuevo. Ya Samuel no era su preocupación. ¡Su tío podía irse al infierno y no le importaría!

Por la noche, decidieron quedarse en Copenhague.

De hecho, tuvieron que alojarse a las afueras de la ciudad. Debido al terremoto y a las réplicas, el centro de la ciudad estaba básicamente en ruinas y el tráfico era un desastre. Cuando la noticia del terremoto recorrió el mundo entero, los miembros de la familia Rogel enviaron su ayuda a los damnificados de Copenhague.

Solo Samuel tuvo que ser llevado a Karmaland debido a sus graves heridas.

Mangel creía firmemente que la decisión de su abuelo de llevarse a su tío era absolutamente correcta, pues era justo lo que necesitaba.

En su interior, se sentía satisfecho. Cuando Rubén se quedó dormido, Mangel volvió a su habitación y marco a un número de teléfono. La llamada tardo mucho en ser contestada, "Hola Mangel"

Cuando escucho la voz de la persona Mangel se enojó y reclamo: "Lolito ¿dónde estás?"

Lolito trato de ocultar su culpa y le "Estoy en Karmaland, ¿Que pasa Mangel?"

"Se que fuiste tú" cada palabra que decía parecía golpear el corazón de Lolito.

Los besos de SamuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora