Es tu decisión
"Rubén, ¿estás bien?".
En medio de la penumbra el apenas pudo distinguir una sombra alta y delgada que estaba parada en la puerta del baño.
Casi instintivamente agarró una toalla y se tapó antes de responderle: "Estoy bien".
"Bueno". Enseguida, Samuel se dio la vuelta para no interrumpirlo.
Pero tan pronto como la idea de quedarse solo en el baño a oscuras pasó por su cabeza, Rubius le pidió: "Por favor, espera un momento, Samuel".
Él se detuvo en seco y regresó en un instante, como si hubiera estado esperando que Rubén lo llamara.
"Tengo un poco de miedo, ¿podrías esperarme en la puerta?".
"Pero me pediste que mantuviera la distancia". Samuel respondió con voz tranquila, pero añadió con una pizca de sarcasmo: "Entonces, si quieres que me quede en la puerta, ¿no?".
"Si, por favor". Al darse cuenta de lo que le estaba pidiendo, Rubius se puso rojo de lo avergonzado que estaba. Sin embargo, cuando notó que Samuel no podría verlo en la oscuridad, se sintió aliviado y agregó: "Pero date la vuelta, por favor".
Aun así, Samuel se quedó en la puerta sin decir ni hacer nada. Como no recibió respuesta de su parte, Rubius le volvió a insistir: "Samuel...".
Entonces, él tuvo que darle la espada. Sin embargo, cuando volvió a escuchar el ruido del agua caer de nuevo y a medida que el baño se fue llenando de vapor caliente, Samuel se empezó a excitar.
Rubén, incluso sin quererlo logras excitarme de una manera inexplicable', pensó Samuel.
¡Joder! ¿Acaso un hombre parado fuera de la ducha esperando que su futuro novio se bañara no era lo mismo que un lobo hambriento acechando a una oveja indefensa para comérsela? No había que ser demasiado listo para saberlo.
"Oye, Rubius, ¿todo bien?". Afuera, Mangel había escuchado el grito de Rubius seguido por el tropel de la puerta al abrirse, lo cual hizo que se pusiera nervioso pensando que se había caído: "No tengas miedo, Rubén. Abre la puerta y déjame entrar..."
Sin embargo, tanto Rubén como Samuel ignoraron por completo su repentina "amabilidad".
Finalmente, Mangel se cansó de esperar afuera sin obtener respuesta y empezó a golpear la puerta estrepitosamente.
Pero lo que no sabía era que Rubén, temiendo por su seguridad y al no haber encontrado otro lugar al cual mudarse, había cambiado su vieja puerta por una mucho más resistente y maciza.
Por lo tanto, a pesar de sus golpes desesperados, Miguel no pudo abrir la puerta.
Mientras tanto, Rubius se enjuagó rápidamente, pues no quería hacer esperar mucho tiempo a Samuel en la puerta. Cuando terminó, se vistió casi de inmediato y se consoló al ver su sombra en la puerta, resguardándolo de alguna manera mientras se alistaba.
Mientras caminaba a la puerta, se resbaló al pisar el suelo mojado y de no ser por el cálido abrazo de Samuel se habría caído. Inmediatamente supo que fue él quien lo salvó por el olor que tenía, el mismo aroma mentolado de su gel de baño.
En la penumbra, Rubén se sonrojó y al mismo tiempo el corazón de Samuel comenzó a latir a toda prisa, pues ambos se sentían nerviosos estando tan cerca el uno del otro.
Ahora que estaba recién bañado, la piel de Rubius era aún más suave que de costumbre y esa suavidad junto con el toque mentolado de su gel de baño fue irresistible para Samuel.
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Los besos de Samuel
Lãng mạn"Si pudieras pedir un deseo, ¿qué pedirías?". "Pediría que me amaras otra vez, Samuel... Pero esta vez, para siempre". En el pasado, él lo amó incondicionalmente, pero lo perdió cuando perdió la memoria. Rubén se quedó al borde del colapso cuando se...