CAPÍTULO 60

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¿Estaba rica?

A Miguel le atormentaría escucharlo del propio Rubén, además, temía perder el control sobre sí mismo y terminar arremetiendo contra Rubius.

Rubius frunció los labios y le dio un suave abrazo.

Enseguida sus brazos largos y fornidos lo envolvieron y lo abrazaron con tanta fuerza que sintió que se iba a sofocar.

"Es mejor dejar el pasado atrás, ya no volvamos a tocar el tema".

Descansando su cabeza sobre su firme pecho, Rubius respondió con firmeza: "Está bien".

Él besó su frente, luego bajó y besó el lugar entre sus cejas, después la punta de su nariz y finalmente sus labios.

En el momento en que sus labios se tocaron, Rubius voltio la cabeza sin querer, y como resultado sus suaves labios rozaron ligeramente su rostro.

Con una mirada firme en sus ojos, Mangel levantó la barbilla e insistió en besarle los labios. Los mordió con fuerza y lamió las gotitas de sangre que brotaron de ellos.

Su deseo iba en aumento mientras besaba su cuello tiernamente.

No fue sino hasta cuando sintió la frialdad en su pecho, que Rubén volvió en sí. Casi por instinto, lo apartó y le dijo: "No... No quiero hacer eso...". De inmediato el rostro de Mangel se tensó en un ictus amargo y le preguntó: "¿No me deseas?". "Entonces, ¿a quién quiere? ¿A Samuel?'.

Rubén comprendió sus palabras y le explicó: Lo siento, pero es que estoy realmente cansado hoy...".

Antes de que terminara sus palabras, Mangel lo empujó hacia el sofá y le dijo: "Está bien, no tienes que hacer nada, ni siquiera debes moverte, yo me encargaré de todo".

Rubén sintió un remolino en su cabeza; no sabía exactamente por qué no quería intimar con él, así que simplemente dijo: "Me siento realmente incómodo".

"Tranquilo, yo te haré sentir cómodo". Luego le mordió suavemente la clavícula.

"Ay...". La sensación exasperó a Rubén, por lo que lo apartó y le dijo "¡Miguel Ángel, no quiero hacerlo ahora!".

Él se quedó pasmado al instante, a pesar de lo mucho que lo deseaba, sus ganas desaparecieron casi de inmediato cuando él lo rechazó. ¿Realmente no quiere hacerlo? ¿O simplemente no quiere hacerlo conmigo?".

Como pudo trató de reprimir su ira y el fuerte deseo de preguntarle por qué no quería acostarse con él. En cambio, solo le dijo lentamente: "No te obligaré a hacer nada que no quieras hacer". Tenemos tiempo de sobra, todo vendrá por sí solo cuando sea el momento'.

Rubén se sintió relajado después de escuchar eso. Como no se veía molesto, él lo apartó y le dijo: "Deberías irte a casa, ya es tarde".

"¿No puedo quedarme aquí esta noche?".

"No hay suficiente espacio aquí". Mangel lo miró por un momento sin pestañear, hasta que Rubén se sintió un poco asustado.

"Que pases buena noche", le dijo.

Cuando se levantó para irse, Rubén lo dudó por un momento y luego estiró los brazos sobre su cuello para darle un beso en los labios.

Mangel se congeló, mientras escuchaba la voz de Rubius: "Siento que algo te atormenta y sé que eso te tiene de mal humor, lo puedo ver en tus ojos. Solo trata de ser feliz". Él había sentido desde hacía algún tiempo que algo andaba mal con Mangel.

"Bueno", le dijo él, con una actitud mucho más suave. Luego añadió: "Trataré de ser feliz".

Rubius lo acompañó hasta la puerta, pero lo que no supo fue que después que se despidió y cerró la puerta, él se echó a reír siniestramente bajo la farola de la calle.

Los siguientes días pasaron sin mayores novedades. Rubius fue a trabajar diligentemente y de vez en cuando tuvo tiempo para encontrarse con Mangel.

Un día, Rubius llegó temprano a la compañía y cuando abrió la puerta de su oficina se encontró con un hombre sentado tras su escritorio.

"Samuel... ¿Qu... qué estás haciendo aquí?".

Samuel levantó la vista, sin mostrar ninguna expresión y le dijo: "Soy tu jefe, ¿necesito alguna razón para estar aquí?".

Rubén pensó que tenía razón, pero aun así le pareció un poco extraño que él entrara a su oficina sin permiso. "Ven acá", le pidió él. Luego, Samuel le dijo, como si estuviera haciendo un chequeo de rutina: "Cuéntame sobre la situación reciente de la compañía".

"Bueno", empezó a hablar Rubén sin titubear. Enseguida cerró la puerta detrás de él, caminó hacia Samuel obedientemente y luego comenzó a darle un informe detallado sobre los asuntos actuales de la compañía.

Los ojos de Samuel se encontraron con los de Rubén, mientras golpeteaba su dedo índice sobre el escritorio. Daba lo mismo si estaba escuchando o no. Luego de un rato, Rubén sintió sed, por lo que agarró su botella de agua del escritorio y tomó un sorbo de ella, solo para descubrir que el agua estaba tibia.

'¿Samuel bebió de mi botella?", se preguntó mientras su rostro empezaba a arder con sentimientos encontrados.

Hay tantos vasos desechables en esta oficina, ¿por qué demonios tenía que agarrar mi botella?".

Mientras estaba perdido en sus pensamientos, Samuel se acercó a Rubén y le preguntó: "¿Estaba rica? Era mi saliva".

La cara de Rubén se sonrojó como un tomate, casi de inmediato. Entonces pareció recordar algo, pero la idea no duró mucho en su mente. "Eres un acosador".

"¿Por eso? Fuiste quien decidió beber de esa botella, en ningún momento te forcé a hacerlo". Parecía que el mal humor que había demostrado la última vez se había desvanecido un poco.

¿De todas maneras no fuiste tú el que bebió de mi saliva cuando quedamos atrapados bajo los escombros después del terremoto?".

"Samuel, sabes que tengo novio, no deberías hacer estas cosas". La cara de Samuel se volvió sombría y le respondió: "Relájate, de todas formas, esa relación no va a durar demasiado".

Rubén se sintió ofendido por sus palabras, así que le respondió seriamente: "Si no te entrometes, estoy seguro de que nuestra relación será para siempre".

"¿Eso es lo que piensas de mí? ¿No soy más que un hombre despreciable que solo quiere acabar con tu relación jugando sucio? Samuel estaba igual o incluso más ofendido que Rubén, por lo que añadió: "¡Al menos no soy yo el que juega sucio e inventa cosas para obtener lo que quiero!"

El vigor de Rubén se debilitó cuando le respondió: "... bueno, es un alivio saberlo".

Después de hablar, de repente recordó algo y sacó un gemelo de diamantes que tenía envuelto en papel de seda en su bolsillo.

"Esto es tuyo, lo dejaste en mi casa", le dijo mientras se lo entregaba.

"No estaba seguro de que vendrías hoy, por eso no te traje el broche de rubí, pero puedo enviártelo por correspondencia".

Samuel miró el gemelo de diamantes en sus manos y lo tiró. Con expresión sombría le dijo: "Nunca recibo de vuelta algo que he regalado, si ya no lo quieres, simplemente tíralo a la basura".

Verlo actuar así hizo que Rubén frunciera el ceño, mientras bajaba para recoger el gemelo de diamantes. Entonces, volvió a escuchar su voz profunda: "Lo tiré, ¿por qué lo recoges? Si quieres, sacaré todos los gemelos de mis camisas y te los daré".

"No es lo que pretendo". Rubius bajó la cabeza y respondió a regañadientes: "Simplemente no quiero que alguien lo vea en el suelo y pueda malinterpretar las cosas". 

Regrese :)

Por cierto votación 

Elijan una persona, recuerden esto afecta ala historia o tal vez no, se los dejo en sus manos 

La votación termina dentro de un día 

Willy

Fargan

Staxx

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Yandi911

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⏰ Última actualización: Sep 27, 2021 ⏰

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Los besos de SamuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora