CAPÍTULO 46

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 La estafa


"Estaba preocupado por papá, así que..."

"¿No te dije que no vinieras? Tu padre está en el hospital, ya se siente mucho mejor ahora, aunque me temo que necesitaremos más dinero para el tratamiento de seguimiento" Incapaz de encontrar una buena excusa, la voz de Debby tenía un rostro de culpa y nerviosismo.

Rubius lo miro directamente a los ojos y le pregunto: "Mamá, ¿por qué me estas mintiendo?, papá está perfectamente sano, ¿no es así?"

Debby se quedó pasmada. "¿Qué acabas de decir? ¿Por qué razón te mentiría?"

"Vale, te creo, vayamos ahora mismo al hospital a ver a papá", respondió Rubén

"Rubén, no seas tan apresurado, debes estar cansadísimo luego de tan largo viaje..."

Rubius no dijo nada, solo miro a su madre en silencio. Luego de una larga pausa, le pregunto: "Donde esta papá? ¿En el casino?".

La cara de Debby se tensó, sus labios se movían sin decir nada.

Rubius sabía que estaba en lo cierto y con los sentimientos encontrados le pregunto a su madre: "¿Por qué tenías que mentirme con algo así? ¿Tienes idea de lo preocupado que estaba?"

"Rubén..." Debby bajo la cabeza avergonzada y tomo las manos de su hijo. "Entremos, te lo voy a explicar...

"No, iré a buscar a mi padre ahora mismo".

"¡No! Te lo ruego". Debby abrazo a su hijo y le suplicó: "Ya no debe tardar en regresar.

Decepcionado, Rubius respiró profundamente y entró a la casa con su madre.

"Rubén, me vi obligada a mentirte, tu papá apostó mucho dinero y terminó endeudándose terriblemente... Nuestros parientes no querían prestarnos el dinero, así que tuvimos que inventar una excusa

"¿Pero soy tu hijo y puedes decirme lo que sea, por qué ocultarme algo así?". Rubius no pudo seguir escondiendo la decepción en su voz, ahora se daba cuenta de que nunca confiaron en él.

"Rubén, yo..., murmuró Debby, ya sin excusas.

Ambos esperaron en silencio hasta que se hizo de noche. Andrew no tardó en llegar tambaleándose a casa.

Ante el bochorno de su padre llegando, Rubius frunció el ceño y le preguntó: "Papá, ¿dónde has estado?".

Ebrio como estaba, Andrew lucho para mantenerse en pie y ver a su hijo. De la nada, él le gritó: "Encárgate de tus asuntos!".

"Pues claro que también es asunto mío ¿En qué gastaste todo el dinero que te envié, papá?".

"Lo gasté todo jugando". Con una expresión indiferente, el hombre agregó: "Ya que estás aquí, dame más dinero".

Rubén se rio irónicamente y le dijo: "¿Más dinero para qué? ¿Para qué lo apuestes y lo vuelvas a perder?".

"i¿Cómo te atreves a hablarme así?! Aunque no lo creas, mañana mismo lo recuperaré todo, incluso obtendré el doble. A Andrew le dolieron sus palabras, las venas en su frente se veían como si fueran a estallar en cualquier momento

"Papá, si sigues así no volveré a enviarte ni un centavo en el futuro".

"i¿Qué?!". Andrew se enfureció con lo que le dijo y gritó: "¡Te hemos criado durante tantos años, ya es justo que nos des algo a cambio! ¿Es así como nos pagas tanto esfuerzo? ¡Eres un ingrato!".

"Vale, vale, tampoco hagas una escena".

Temerosa de que ambos se pusieran a pelear, Debby intervino para mediar: "Rubén, no trates así a tu padre..."

Pero antes de que la mujer pudiera terminar de hablar, Andrew abofeteó a Rubén repentinamente.

"¡Debe ser que se cree la gran cosa para no preocuparse por sus padres, desconsiderado!".

Completamente desconcertado, Rubén cubrió su rostro hinchado, se dio la vuelta y salió corriendo por la puerta

"Rubén, Rubén..., gritó Debby desde la puerta y luego se escuchó la fría voz de Andrew desde el interior:

"¡Deja que se largue! ¡A él no le importamos en lo más mínimo!".

Destrozado, Rubius escuchó sus palabras y se rio irónicamente. ¿Que no le importaban en lo más mínimo? Si eso era cierto, ¿por qué había trabajado hasta el cansancio para enviarles el dinero para su supuesto tratamiento? ¿Por qué había perdido el sueño todas las noches preocupándose por él?

Al final, nada de eso les había importado, pues ambos lo engañaron y estafaron de la manera más ruin.

¡Eran ellos los desconsiderados!

Rubius no regresó a casa, sino que fue al hotel más cercano y pidió una habitación.

Antes de acostarse, se puso a pensar en las gratificaciones que había recibido últimamente y, ahora que sabía que su padre no estaba enfermo y no necesitaba reservarlas para su tratamiento, le transfirió ese dinero a la cuenta de Samuel, unos 15 mil dólares en total.

Al cabo de unos minutos recibió una llamada de Samuel. Cuando Rubius respondió, escuchó su voz: "¿Qué? ¿Son mis honorarios por lo de la otra noche?

Rubius hizo una pausa y refutó sonrojado: "No, estoy abonándolo a mi deuda".

Por alguna razón, su voz sonó perezosa por teléfono y entre risas le preguntó: "¿Por qué? ¿Ya no necesitas el dinero?".

"Bueno no, ya no'. La voz de Rubén sonaba congestionada y parecía que no estaba de buen humor.

"¿Tus padres no necesitan el dinero?".

"Ellos... Hasta ese entonces Rubius no le había contado nada sobre sus padres, por lo que preguntó con sorpresa: "Cómo lo sabes? Me has estado investigando.".

Samuel se sintió incómodo por su tono y tosió antes de excusarse: "Bueno, eso fue hace tiempo ya".

"Eres un verdadero... Olvídalo, no tiene caso".

De todas formas, no tenía nada que ocultar y sabía que, si Samuel se decidía a investigarlo, nadie lo detendría

"¿Qué pasó?", preguntó él.

"Samuel, si ya sabias del engaño de mis padres, ¿por qué no me dijiste nada entonces?". Rubius cayó en cuenta de que, si no hubiese regresado en secreto a Noruega, nunca se habría enterado de la verdad

"¿Qué? ¿No te dijeron en qué lo gastarían?".

"Bueno si me dijeron, pero me mintieron".

En realidad, Rubius estaba aliviado de que su padre no estuviera enfermo, pero al mismo tiempo estaba desconsolado por el hecho de que sus padres lo engañaran de esa forma.

Él era su único hijo. Su madre siempre fue amable con él, pero su padre fue muy duro con él desde que era un niño, quizás estaba molesto con él por no estudiar una carrera decente.

De todas formas, ellos nunca parecían tratarla como su familia y eso lo hacía sentir desdichado.

"Nunca confiaron en mí, simplemente me engañaron para quitarme mi dinero. De verdad que no lo entiendo, soy su único hijo, si tuvieran otros hijos podría entender que no me quisieran, ¿pero... por qué tiene que ser así?".

Samuel no pronunció una palabra, solo lo escuchó hablar. Él no estaba enterado de que sus padres lo estuvieran engañando, es por eso que no le había comentado nada antes.

"Sabes lo que dicen sobre el karma: todo siempre se regresa"

"Pero ellos son mis padres". En un tono muy deprimido, Rubius añadió: "No somos iguales, nunca podrás entenderlo...".

Un silencio incómodo los embargo. Luego de un momento, Rubén se dio cuenta de que había metido la pata al decir eso.

"Lo siento, no quise decir..."

"Está bien" respondió Samuel con apatía. Él era el hijo adoptivo del señor Rogel y ya se había olvidado por completo de sus padres biológicos, por lo que no le afectaron las palabras de Rubén.

Los besos de SamuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora