CAPÍTULO 54

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- Es tu decisión

"Mangel, ¿no piensas dejar de seguirme?". Rubius ya no sabía qué hacer para evitarlo.

Miguel lo había estado siguiendo desde que fue dado de alta del hospital. Cuando fue al aeropuerto, él también estaba allí, ¿Acaso planeaba seguirlo hasta Karmaland?

"No", le respondió Miguel firmemente. Ya que ni Samuel ni el señor Rogel estaban allí para mantenerlo al margen, no era de extrañar que Mangel estuviera haciendo de las suyas.

Frustrado, Rubén había perdido toda su paciencia con él. Entonces, se dio la vuelta y se alejó arrastrando su equipaje consigo.

Mangel corrió detrás de él, pero en una fracción de segundo, su expresión cambió abruptamente. "¡Rubén, ten cuidado con ese auto!".

Sorprendido por los gritos de Mangel, Rubius se dio la vuelta para ver de qué se trataba. Pero cuando vio el auto, ya era demasiado tardé.

Justo cuando Rubén pensó que todo había terminado para él, alguien lo empujaba por detrás y lo aparto del trayecto del auto.

Cuando llego al suelo Rubius llego a escuchar el sonido de un golpe seco: "¡Pum!" Casi por instinto, giro la cabeza, solo para encontrar el cuerpo de Mangel tendido al suelo.

"¡Mangel!", gritó Rubén, entrando en pánico.

Rodeado de cristales rotos, el cuerpo inconsciente de Mangel yacía inmóvil en el suelo, mientras la sangre empezaba a brotar de su cabeza.

"¡Miguel, Miguel! ¿Estás bien? ¡Por favor, despierta, Mangel!".

Completamente conmocionada, Rubén se aseguró de no mover su cuerpo sin ayuda para evitar que se lastimara más.

Enseguida, tomó su teléfono y marcó el número de emergencias. Abrumado como estaba, Rubius se olvidó por completo del conductor del automóvil.

Todavía Mangel no daba signos de reaccionar. Mirando el charco de sangre y el rostro sin vida de Mangel, lo primero que se le ocurrió a Rubén fue extender su mano para verificar si respiraba al tocarlo no pudo sentir su respiración ni ningún tipo de reacción al tacto.

Paralizado por el miedo, el cuerpo de Rubén se estremeció como si estuviera siendo electrocutado y el rostro se le puso pálido como la luna.

¿Cómo podía ser posible? Estaba completamente abrumado por el miedo y la impotencia.

Mordiéndose el labio con fuerza, Rubén extendió la mano con la esperanza de que Mangel estuviera respirando.

Después de unos segundos, se dio cuenta de que parecía que se le hacía difícil respirar.

¿Mangel no estaba respirando? ¿Cómo? Sentado en el suelo sin pensar y mirando el rostro inexpresivo de Miguel, Rubén sintió una gran tristeza en el pecho, simplemente no podía asimilar lo que había pasado.

Luego de su traición y todo lo que le había hecho para humillarlo, Rubén estaba molesto con él e incluso llegó a odiarlo... pero nunca le deseó la muerte.

¿Cómo podía morir Mangel así? Murió salvándolo...

Cuando Rubén tocó la cara de Mangel con sus dedos temblorosos, él abrió los ojos de repente. Rubén soltó un grito de alivio, no lo podía creer y tartamudeó: "Tú, tú, tú..."

"¿Qué tal estuve? ¿Soy un buen actor?".

Mangel sonrió arrogantemente, revelando sus prístinos dientes blancos. "Eh, ¿por qué lloras, Rubén?". Rubius apenas estaba logrando volver en sí. Levantó la mano para tocarse la cara y descubrió que realmente estaba llorando.

Los besos de SamuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora