Capítulo 32

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Soñando despierto


"Vale, es un trato". En realidad, a Samuel no le importaba cuándo tendría su abrigo, sino cómo se comportaba Rubén con él.

Rubius dejó escapar un suspiro de alivio; por fortuna, finalmente estaba satisfecho el hombre. "Bueno, si no hay nada más que discutir...", dijo.

"De hecho...", lo interrumpió Samuel, y le tocó la mejilla con los dedos antes de besarlo en los labios.

En ese instante, alguien entró a la oficina; la persona llegó a ver lo que estaba pasando, pero se quedó de pie sin decir nada.

"¿Qué estás haciendo?", le reclamó Rubius, apartándolo. Entonces fue que vio a Borja, quien estaba parado junto a la puerta, y se quedó boquiabierto al instante. "Señor Borja, yo...".

"Sigan en lo suyo", dijo este en un tono frío pero burlón, luego se dio la vuelta y se marchó. Fue tan considerado que incluso cerró la puerta tras él.

"¿Tanta prisa tienes para aclarar todo?", dijo Samuel, con tristeza.

"¡Esto se nos está escapando de las manos!", exclamó Rubius, molesto.

¿Por qué Samuel siempre tenía que besarlo sin importar dónde estuvieran? ¿Acaso pensaba que él era un cualquiera? ¡Ahora incluso los habían cachado!

"¿Escapándose de las manos?". A Samuel le molestaba el hecho de que a él le importara tanto lo que Borja pudiera pensar.

"¿Es mucho pedir que seas respetuoso conmigo, Samuel Rogel de Luque?". Rara vez él lo llamaba por su nombre completo. Sin poder hacer nada, el no dejó de pensar en su rostro inmutable y le dijo con firmeza: "Muchas gracias por haberme ayudado, te lo recompensaré, pero no de esta manera. ¡Tienes que entender que siempre te he tratado como mi superior y como mi amigo! Así que, por favor, no pienses que hay algo más".

Rubius había querido soltar eso desde hacía mucho tiempo y ahora que ya se había liberado de sus pensamientos más íntimos, se sentía más liviano. Tal vez tenía que haber sido firme con él desde un principio.

"¡Pero no quiero que me trates como tu superior o un simple amigo!". De la nada, Samuel cambió su expresión y frunció el ceño antes de continuar: "Rubén, no soy un hombre de quien te puedas deshacer tan fácilmente!".

"Samuel, hoy en día los encuentros de solo una noche son bastante comunes. ¿O acaso eras virgen y ahora quieres que me haga responsable por haberte quitado la virginidad? ¡Vamos, no seas tonto! Hay muchas mujeres que se morirían por estar contigo, ¿qué hay de especial en mí? Creo que estás siendo demasiado infantil". Rubius no quería perder su integridad solo porque él lo había ayudado, no tenía por qué ser así. "¿O es que estás enamorado de mí, señor Rogel?".

Su pregunta estuvo llena de ironía; sin dudas, eso enojaría a Samuel, pero él quería sacarlo todo de su pecho. De ser por él, se habría mantenido lo más lejos posible de él, pero las cosas no se habían desarrollado según sus deseos; si algo podía hacer ahora, era dejarle en claro su posición al respecto.

"No te hagas ilusiones, Rubén". Samuel se enojó cuando lo escuchó hablar así y sus ojos estallaban de ira cuando dijo: ¿Enamorarme yo de ti? ¡Tienes que estar soñando despierto!".

Todos conocían a Samuel por ser una persona tranquila, no había dudas de que tenía la paciencia de un santo. Él no era alguien irascible y tampoco mostraba sus emociones abiertamente con nadie, pero ahora había perdido los estribos.

Rubius era el único responsable de lograr algo tan poco común en él.

"Eso sería lo mejor para ambos". Ahora, Rubius estaba aliviado. "Por favor, Samuel, te agradecería que no me molestes más".

Los besos de SamuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora