Año Nuevo

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—Jimin, está nevando— digo serio

—Quiero helado—

—Jimin, son las nueve de la mañana—

—Quiero una cita—

Me quedo viéndolo, y es que es una mañana de invierno, antes de año nuevo y la última del año. Es una mañana en la que quiero quedarme en casa todo el día, porque parece perfecto, porque siento el deseo de descansar.

—Jimin, no sabría qué hacer en una cita—

—En las películas van al parque, a comer, por un helado, platican, caminan de la mano, a algún lugar especial, muchas cosas. Quiero tener una cita con usted—

—Esas son películas... nosotros no necesitamos eso...—

Me ve con el ceño fruncido. Siendo realistas jamás he tenido una cita. Y a mi edad siento absurda la idea.

—¡Oiga! ¡Deje de pensar en eso!—

Me señala molesto. A veces olvido que puede leer lo que siento, que tiene esa inocencia de mi alma, mis sentimientos, mi cariño.

—Tengo treinta y dos, pequeño—

—Las películas dicen que para el amor no hay edad y menos para las citas—

Es adorable. Río como estúpido. Ambos estamos recostados en la cama, él sobre mi pecho viéndome con esos ojos azules hermosos y las pecas blancas de estrellas que carga recién está despierto.

—Jimin, son películas—

—¿No quiere tener una cita conmigo? ¿es eso?—

—Podemos quedarnos en el departamento, aquí comer, aquí tomarnos de la mano, y aquí platicar—

—No quiero. No es lo mismo—

Se reúsa a verme. Está molesto, de esa manera en que es berrinche.

—Vamos, Jimin. Veme. Podemos quedarnos y ver películas aquí—

—Ni siquiera quiero ir al cine, no quiero ver películas—

—Podemos comer helado en casa...—

—No quiero, quiero salir, quiero una cita, y hoy—

Lo quito de encima mío, me levanto con pereza de la cama y ya veo que está espantado, ya le escucho.

—Mi señor... no se enoje, ¿a dónde va? Perdón—

—¿Quieres una cita, no?—

Asiente con la cabeza, está asustado, lo veo en sus ojos.

—Hay que arreglarnos entonces para salir, ¿no?—

Se le ilumina la cara. Sonríe de oreja a oreja. Llena sus mejillas de iridiscencia. Incluso la luna de su frente se marca ligeramente.

—¡Yupi! ¡Sí!—

—Vamos a bañarnos, cariño—

—¿Juntos?—

—¿No quieres?—

Brinca de la cama. Corre al baño lleno de alegría. Es, simplemente es mi pequeño.

Estamos por la tarde en aquella heladería. La favorita de Taehyung. Y aunque el recuerdo de aquella mujer me trae escalofríos, si Jimin me insiste en comer helado solo de ahí, aquí estoy. Sinceramente, quiero cumplir cada capricho suyo. Estaciono en frente y los piecitos de emoción de Jimn resuenan al lado mío. Ya está viendo con maravilla aquel lugar.

Azul Iridiscente // yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora