Los rumores ya se habían esparcido, y no es que hiciera algo para detenerlos. El ambiente de la empresa estaba entre el miedo y el desconcierto. Hoseok iba de aquí a allá atendiendo asuntos de prioridad y yo calmando a los accionistas y compradores por teléfono, así como a la prensa. El idiota de Seung Heon era excelente para inventarse cosas y que no se sospechara que él había sido el causante de todo.
En mi oficina mientras leo algunos resúmenes fiscales doy atención a mi pequeño. No es necesario mucho para comprender que me tiene de lo más enamorado, y tampoco es necesario darle tanta explicación. Simplemente las cosas son así.
Lo noto aburrido. No me gusta ver que se aburre en la oficina, pero por el momento prefiero que venga conmigo a dejarlo en casa o buscar algo que quiera hacer, y no es que no quiera que sea independiente, sino que las cosas están sin control por el momento.
Lo veo de cabeza en el sofá. Sonrío como tonto y dejo a un lado los archivos que leo. Me dedico a verle, él ni en cuenta de que le admiro. Sus cabellos rubios cuelgan por el efecto de la gravedad, sus cejas quedan descubiertas, cierra los ojos y sus párpados muestran una sobra iridiscente, en sus mejillas ya admiro estrellas. Es hermoso, pero fuera de aquel físico, su forma de ser, espontánea, tierna, a veces rebelde, su pasado y su alma, es lo que lo hace más que hermoso.
Abre los ojos, como farolas en pleno invierno, bajo las nieve cayendo, un copo en la nariz, un poco más de sufrimiento, como si ambos fuéramos otros y no en este mundo. Un pequeño niño llorando y yo viéndole, calmando su llamado en aquel parque nevado, sobre un columpio.
Me ve y sonríe. Hemos regresado de aquel recuerdo trágico.
—Alguna otra vida que vivimos juntos—
Me dice y me aterra saber que hemos sufrido tanto en alguna otra historia.
—Nada de lo que pasó en esa otra vida pasará en esta. Lo prometo—
Sigue cabeza abajo, viéndome con aquellos ojos luceros azules repletos de estrellas. Me levanto y camino a él, me sigue con la mirada.
A su nivel, de cuclillas, tomo su rostro, entre mis dedos acuno sus mejillas frías, con delicadeza repaso las marcas que brillan sobre su piel.
Pestañea lento, muy lento, respira tranquilo y despacio, a mi ritmo. Huele delicioso, entre el dulzor de las moras y la frescura del agua en un manantial, las piedras mojadas y el aire del bosque.
Su belleza es incomparable. Labios rosas, abultados, gruesos, pequeños, perfectos. En ellos me siento perdido, me acerco, hipnotizado por ello, por probarlos por primera vez.
—Señor Min, hay mucha sangre en mi cabeza. Me atoré, no puedo levantarme—
A milímetros, tal vez menos, nuestros labios casi rozándose, en ese punto habla, risueño cómo él lo es, adorable pronuncia. Yo sonrío ante la dulzura que es y con cuidado le ayudo a incorporarse.
—Oi~ mi cabecita da vueltas, jiji—
Se tambalea, abre sus piernas y estira los brazos para tener soporte. Al final deja una risita. Y yo no puedo creer que sangre de mi nariz esté escurriendo.
—¡¿Qué está pasando Yoongi?!—
Es Hoseok quien ha entrado de un portazo, por el olor de mi sangre.
—Nada, nada, estoy bien, estoy bien—
Cubro con mi mano mi rostro y contengo la sangre.
—¡¿Qué carajos?! ¡Estás sangrando!—
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Azul Iridiscente // yoonmin
FanfictionMin Yoongi está en la cuerda floja de su vida. Nada tiene sentido, su vida ya no vale nada. Perdido vaga por aquel fétido lugar lleno de perdición, donde nadie jamás lo encontraría. Así un olor y un campaneo lo hacen ir a donde aquella pequeña cria...