Ballet

1.3K 180 45
                                    

Lo primero que mis ojos ven al despertar es el bulto bajo las cobijas. Luego el aroma que me embriaga. La luz apenas ilumina la habitación, unos rayitos de sol colorean las sábanas ligeramente de un tono naranja. Y no sé si sea eso, o mi alma descontrolada.

Mi cuerpo busca embonar al suyo, me restriego a él, a su cuerpo, a la calidez de mi señor. Me dejo llevar por el placer. Y aunque lo intente, mis labios suspiran lo que siento.

Voy y vengo, la fina tela que me cubre parece estorbar entre mi desnudez y la de él. Desesperado quiero deshacerme de mi ropa interior y más que otra cosa, la de él.

Muerdo la colcha para suprimir mi voz, hacerla más suave, y no despierte, pues me llena de vergüenza verme hacer lo que hago. Pero bien quiero que despierte, y me tome a hacerme suyo.

Ya gruñe, siente placer, tanto como yo. Ya su mano me acaricia la cintura y la otra está deshaciéndose de nuestras prendas. Definitivamente no puedo callarme ya, menos suponer que sigue dormido.

-Mi señor...- jadeo

-Mi pequeño... no juegues con fuego-

Sigue adormilado, su voz es grave y rasposa, me está susurrando en el cuello. Me causa tanto placer su aliento tibio sobre mi hombro, el roce delicado de sus labios en mi oreja y los delicados besos en mi piel.

-Por favor... le necesito-

-¿No te parece que eres muy travieso despertando a tu alfa de esta manera?-

Sus dedos están en mis labios, y no comprendo por qué los lamo, solo lo hago, como si necesitara hacerlo, sentir algo en mi boca. Mientras, mi desnudo trasero se empuja contra él, busco placer, la fricción en mi cálida entrada y la fricción de las sábanas en mi miembro.

-Te amo, Jimin-

Con aquella voz suave y llena de placer me dice. Es tan melodioso escucharlo. Es tan perfecto. Es simplemente único, y sexi. Jodidamente sexi. Por ello me empeño en complacerlo más y él no se queda atrás.

Su mano me recorre todo el cuerpo. Busca mi sensibilidad y cada punto erógeno. Si supiera que son solo un beso en el cuello me lleva a las estrellas, que gimo con solo escucharle y que al sentirle caliente en mi piel, restregándose, mi cuerpo se vuelve un completo descontrol, otorgando mi completa sumisión y buscando el punto máximo de placer.

-Penétreme, por favor-

-No, precioso. Dame tu orgasmo, te lo ordeno-

Sentir ese poder sobre mí, sus palabras graves en mi cuello. Las marcas que deja en mi piel. Y la negación de mis caprichos. Todo eso simplemente logra excitarme más.

Jadeo sin parar. Mis manos arrugan la cobija y frunzo el entrecejo. El placer que me causa solo sentirle, tan cerca y tan prohibido. En poco mis músculos se están tensando y de mis labios un grito agudo y bajo es muestra de mi placer.

-Tus modales, pequeño-

-Gracias, mi señor-

Susurro cansado, ya mis ojos se cierran cuando mi trasero se mancha de su orgasmo. Sonrío complacido y me giro para acurrucarme en sus brazos. Mi señor me ve con ternura, acaricia mis cabellos rubios y con sus dedos húmedos por mi saliva sube mi mentón para dejarme un beso profundo, dulce y cálido. Justo como la mañana.





Vuelvo a leer el mensaje. Repaso lo que está escrito en la pequeña pantalla y hago una mueca.

"Llegaré tarde, pequeño. Perdóname, te explico en casa"

Me tiro del sillón a la alfombra y ruedo lleno de desesperación. No comprendo mi actitud, mi enojo, si sé que era debidamente necesario, mas la promesa que me ha hecho me altera.

Azul Iridiscente // yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora