Voy de la mano de Taehyung, la cual está siempre fría y algo sudorosa. Doy saltitos entre el pasto lleno de copitos de nieve y bailo al compás de la música que resuena en mi cabeza.
Mi señor camina calmo tras nosotros, de reojo lo veo, tiene las manos en las bolsas del pantalón de satín y una cálida sonrisa al vernos. Sin duda alguna, las cosas parecen más tranquilas, no hay amenaza a nosotros, ni a él, ni a Taehyung, parece haber paz.
Caminamos por una avenida llena de árboles nevados, con pequeñas luces de adorno y algunos listones que cuelgan de las ramas. Los edificios parecen cobijarnos del frío y de alguna manera es como si formaran parte del paisaje, como si fuera natural.
Sé por haberle preguntado que iremos a ver a los demás, nos reuniremos en un pequeño café, con el único motivo de celebrar el año nuevo lunar, así que me emociona saber cómo es dicha fiesta.
—Y habrá un pastel de cerezas. Siempre preparamos sorpresas para cada uno, algo pequeño y lleno de magia, especial. O tal vez solo un regalo— se ríe emocionado
—Pero yo no preparé nada— le contesto a Taehyung
—No te preocupes, no es necesario que lo hagas. El simple hecho de que nos acompañes es suficiente—
—¡Llegamos!—
La mano de Tae me suelta y corre a quienes nos esperan a la entrada. Una puerta plateada llena de rizos es lo primero que veo de aquel suntuoso edificio. Es divino, y majestuoso, hay ventanales llenos de rosales y musgo en las paredes de ladrillo gris. No imagino el interior, debe ser hermoso.
—Al fin llegan— rueda los ojos Jin
—Perdón, solo que ellos no terminaban de arreglarse— contesta mi señor entre sonrisas
—¡¿Nosotros?! ¡¿Quién fue el que decidió venir caminando?!— grita Taehyung
—Es un lindo día—
Entre algunas risas entramos al lugar. Me quedo sin aire apenas lo veo.
—¿Te gusta?—
Susurra a mi oído mi señor. Toma mi mano. Y yo siento que caigo al suelo de la impresión. Agua cae de la pared al fondo, es brillante como diamantes y la iluminan algunos pececitos en un pequeño estanque, son Nayes. Los conozco bien, mi madre me contaba sobre ellos, sobre el río en el que vivía y cómo los cuidaba.
A veces ella los dibujaba para mí, diciendo que eran mis amigos y así no me sentía solo. Recuerdo entonces como sus colas parecían velos acampanados de iridiscencia, aunque algunos otros eran más neones o simples luces brillantes; sus aletas eran largas y parecían un par de alas, como si colaran en el agua en lugar de nadar; aunque lo que más me gustaba de aquellos pececitos eran sus ojos, casi como una estrella relucían, iguales a los del pequeño estanque frente a mí.
Bajo mis pies siento nubes, blancas con una transparencia llena de diamantes. Al centro hay un piano de cristal, sus cuerdas, aquellas que producen la música, parecen tentarme a verlas de cerca y admirar su complicado sistema; a los costados unas escaleras de mármol azul bebé llevan a piso arriba al centro, donde espera un comedor de cristal, servido con vajilla de plata justo para nosotros.
Mas donde estamos me sigue impresionando. Algunas campanitas de hielo vuelan como luciérnagas, encienden y apagan su luz de colores haciendo de lo más especial el lugar. De las paredes el rastro del ladrillo gris está presente junto a las enredaderas y rosales, aquellas flores que muestran todos los colores imaginables.
El lugar está fuera del ambiente citadino, incluso diferente a cualquier cosa que haya visto, parece de otro mundo.
—Este lugar nunca deja de impresionarme—
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Azul Iridiscente // yoonmin
FanficMin Yoongi está en la cuerda floja de su vida. Nada tiene sentido, su vida ya no vale nada. Perdido vaga por aquel fétido lugar lleno de perdición, donde nadie jamás lo encontraría. Así un olor y un campaneo lo hacen ir a donde aquella pequeña cria...