Taza de té

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Sentado en una banca a un lado de la fuente, mezo mis pies con ligereza. Mis manos se aferran a la madera clara, mis labios se abultan y mis ojos siguen con suma curiosidad a mi señor. Tan ocupado está que no se ha dado cuenta que he cambiado de lugar, de aquella habitación en la que me dijo le esperara.

Es el día del evento, y aunque mi señor solo tuviere que presentarse como una imagen, ahí lo veo haciéndose cargo de cada detalle. Va de aquí a allá no solo supervisando, también dando su punto de vista y socializando con cada persona.

El lugar parece un pequeño palacio. Las columnas se alzan al centro de una cúpula de vitrales. Los ventanales dejan pasar luz natural y las puertas principales a las salas de conferencias por ahorita están abiertas mientras se instala el equipo necesario. Todo mundo parece muy ocupado.

Luego de haber interrogado a mi señor para satisfacer mi curiosidad, comprendo todo. El evento, llamado congreso no es más que una mega conferencia de tres días relacionada a un incentivo cultural en materia de turismo. Parece que diferentes empresas se reúnen y presentan proyectos, colaboraciones, entre más, mi señor está ahí para más que eso.

El recinto, que me tiene fascinado, es un edificio bajo la firma de mi señor. Así que ahora entiendo toda la carga de trabajo que ha tenido, porque conociéndolo, tiene la necesidad de tener control de todo, y con ello asegurar el éxito rotundo.

—¡Jimin!—

Ya me ha visto. Preocupado camina serio a mí.

—Te dije que te quedaras en el estudio. Es peligroso que estés aquí—

—Estaré bien— sonrío, pero él no me ve convencido

—Te expliqué las cosas. Vendrán muchas personas estos tres días, entre ellos Song. Sé que aún faltan algunas horas para que inicie el congreso, pero amor, no puedo tener control de todo, aunque quisiera— susurra frustrado

—Pero no puedo estar encerrado tres días—

—No digo que te encierres, solo te pido que me esperes un rato a que termine la organización e iré contigo a prepararnos para el evento. Hay algo que quiero decirte—

—¿Qué?— habla mi curiosidad

—Ve a esperar allá, cariño. Iré en unos minutos, lo prometo—

Es una habitación amplia, con sillones cuadrados de piel. No encuentro mucha comodidad en el lugar, luce completamente serio y monocromático. No es que me desagrade, solo siento que ahí no pertenezco, como si todo fuera antinatural y rígido, es incluso fuera del habitual estilo de mi señor y es completamente contrario al edificio de conferencias barroco en el que estamos.

Tocan la puerta con sutileza y antes de poder contestar ya entra. Es una muchacha delgada de pelo rojizo, sus ojos grises no muestran rastro de vida y su sonrisa está cargada de falsedad.

—Buen día, jovencito. Me pidieron traerle algo para tomar—

—Gracias— digo con un poco de desconfianza

Aunque todo en ella parezca natural y rebosante de amabilidad, hay una pizca de amargura. Analizando las cosas, en realidad no hay nada, se siente vacío. Mientras le veo preparar un té en una porcelana rosa, mi mente no deja de dar vueltas, no es como si buscara algo, es que encuentra ya algo malo, mas no sé qué es.

Me ofrece la taza con delicadeza, me explica con sutileza la mezcla de lavanda y pétalos de rosa con notas de jengibre, y todo está bien, hasta que mi mano roza la suya para tomar la tacita entre mis dedos. Ahí está.

—¡Oh!— entra mi señor entre alegría y seriedad —Extraño. No pedí nada a la habitación, pero le agradezco—

Antes de que yo pueda sorber un trago pone su mano en la superficie y baja con delicadeza hasta dejar el recipiente en la mesa

Azul Iridiscente // yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora