Rueda de prensa

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La luz que se cuela por las cortinas me despierta. Eso y un aroma muy peculiar, dulce, un olor que hace recordar al color rosa. Me estiro sobre el sillón y me siento para despertar por completo.

Entonces lo veo, acurrucado, con sus manitas cubriendo su rostro, como un pequeño gato. Está acostado en el suelo, ahí, justo a un lado del sillón donde yo he dormido.

—Jimin— le llamo —Bonito—

Abre sus ojitos con lentitud, me busca con la mirada, sin moverse, desde su lugar. Una vez me encuentra sonríe. Se le han sonrojado las mejillas.

—¿Por qué estás aquí dormido en el suelo?—

—Quería estar cerca de usted— me dice triste —Tenía miedo—

—Bonito, te dejé mi cama, es más cómoda que el suelo—

Niega, pero nada puedo decirle, solo me queda encargarme de que las siguientes veces se quede bien dormido en la habitación.

Veo que aún lleva el suéter de colores, pero ya nada en las piernas, la posición en la que está acostado hace que la única prenda que usa revele un poco de su cadera y seguro que desde otro ángulo muestra más de su pequeño cuerpo. Giro la vista avergonzado.

—Ve a bañarte, Jimin. Vamos a salir hoy—

Se levanta. Intento no verlo pero me es imposible, sus piernas son largas y bien torneadas, apenas logra cubrir su cuerpo con el pedazo de tela arcoíris. Me sonrojo.

—Agarra lo que quieras de mi closet. Voy a hacer el desayuno—

No es que tenga la gran cosa para hacer un desayuno completo, por lo que hago algo sencillo, ya me encargaré de comprar comida.

No sé ni qué le gustará al pequeño de comer, pero sé que hay cosas que no fallan, así que un pan recién tostado con tocino, queso y huevo con un rico té, es lo que preparo.

Tan pronto acabo de servir en los platos y acomodarlos en la barra de la cocina, lo veo salir. Lleva solo una camisa blanca con garabatos negros, le queda enorme.

—No vas a ir a ninguna parte si no te pones algo decente—

—Esto es decente— sonríe —Es una camisa—

Lo veo con ternura y termino por llevarlo de regreso al cuarto para darle ropa más apropiada.

—Quiero conservar la camisa—

Me dice y nada puedo hacer, le dejaré que la use, aunque no me guste que muestre las clavículas con tanto descaro.

Me pone contento saber que ha comido bien. No pude estar con él sentado y desayunado juntos porque me alistaba, pero sí que veo que ha terminado todo y de paso me ha ayudado a lavar los trastes.

—Vamos—

Estiro mi mano para que la tome y lo veo correr. Es adorable. Es esa sensación de bienestar la que siempre me transmite.

Hoseok está ahí cuando llego. Ve con mala cara a Jimin, porque al bajar para quitarle el miedo le he vuelto a dar la mano.

—¿Conseguiste lo que te pedí?—

—Lo he dejado en el cajón de su oficina—

Platicamos mientras camino dentro del edificio principal hacia mi oficina.

—¿Hiciste la reserva?—

—A las ocho de la tarde será el lugar todo suyo—

—¿La junta con los empleados?—

Azul Iridiscente // yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora