Sorpresa

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Vaga por los pasillos como si fueran suyos. Se acerca con curiosidad a cada estante, sonríe y voltea a verme emocionado. Admiro su simplicidad, así como lo complicado que es.

—Jimin, cariño. Venimos por disfraces, al paso que vamos no saldremos—

—Es que hay muchas opciones y muchas decoraciones—

La tienda realmente lo tiene fascinado, pero yo estoy algo estresado por el tiempo, debido a la sorpresa que tengo planeada.

—Señor Min~ podemos llevar estas a casa—

Son unas almohadas negras, en forma de gato. Los ojos cubren la mayor parte de la silueta, son de tono esmeralda, parecen realmente ver, son asesinas de secretos.

—¡Dice que los ojitos brillan en la oscuridad!—

En mi mente se repite constantemente la palabra. Ojitos ¡Cuáles ojitos, caramba! son platos encendidos en fuego verde, que en la noche me perseguirán hasta el más seguro rincón de la casa.

Ya sé que mi rostro refleja mis pensamientos y también veo en Jimin una mueca de tristeza, está dejando las almohadas y mi mente e instinto me hacen simplemente meterlas al carrito de compras. No importa lo espeluznantes que parezcan, o lo exagerado que mis pensamientos vagan, si en Jimin veo la sonrisa que me muestra al saber que compraremos lo que tanto le ha gustado.

La sección de disfraces parece un dolor de cabeza. Simplemente no comprendo el gusto por las fiestas de disfraces, es ser simplemente algo distinto a lo que ya se es, y eso me deja sin comprensión. Y no es que no lo haya hecho, lo hice, y solo por la reunión que cada año realizamos, con el simple detalle que en los últimos años, cuando el motivo se tornó en negocios disfrazarme es algo que evité.

Cada año, en la gran fiesta de Halloween de los Kim, iba de traje, sin nada en particular, solo un traje caro y las ganas de llevar los negocios al máximo nivel, porque fuera de los cocteles de colores, los bocadillos de finos quesos y el ambiente, todos iban con la intención de sacar provecho.

Así que frente a tantas opciones me asfixio, solo ver a Jimin encantado me hace sentir alivio. Parece de lo más emocionado.

—Buenas tardes, señor Min, ¿necesita ayuda?—

Una mujer que no excede los treinta años se me acerca, es atenta y respetuosa. Es el alma de un lobo.

—No estoy seguro...—

—¡Señor Min!—

Jimin brinca a mí. Luce de lo más emocionado y no puedo evitar sonreírle, hasta ver que en sus manos trae dos capas de vampiro. Definitivamente ni por él me disfrazaré de vampiro.

—¿No?—

Me dice al ver mi rostro.

—Ahhh... no pequeño, perdón—

Mi frustración al saberme incapaz de hacer algo por él me tienta los nervios. Algo que en realidad es sencillo, me es imposible. Sin darme cuenta, estoy saliendo de la tienda, estoy dejando a Jimin solo, lo que nunca hago, estoy en conflicto conmigo, estoy tan perdido en algo que no comprendo, no recuerdo.

La plaza abunda de gente, cuido mucho que no me vean, y como todos están en sus asuntos, es un éxito. Me recargo en el barandal que da al vacío de la plaza, de donde cuelgan telarañas y brujas de adorno. Todo parece tener el ambiente festivo y espeluznante, ese sentido cómico y entre tanto tierno.

De pronto lo siento cerca, está buscando mi mirada, y la calidez de mis brazos, quiere que le vea, que le abrace. Y yo arrepentido de mis miedos dejándome controlar lo dejo.

Azul Iridiscente // yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora