Miedo

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No sé ni porqué he encendido la televisión. No sé por qué he buscado el canal de noticias. No sé por qué mi señor no ha llegado. No sé por qué siento que sus ojos me ven desde la foto que está en la pantalla.

Solo sé que el terror corre por mis venas entre el recuerdo del pasado, los días en aquel sótano, cuando mamá solo intentaba protegerme. Sé que no quiero volver ahí, no quiero contar el tiempo hasta que ella aparezca y me de una sonrisa en medio de moretones y algunas cicatrices. Y aunque quiero verla otra vez y escucharla cantar, no quiero volver a su suave voz por las noches entonado aquella melodía para poder dormir. Y menos quiero verle a él, no quiero regresar a su asqueroso aroma que me envolvía en las noches, a su aliento pesado y sus susurros en mis odios diciendo que jamás me lastimaría, que seré suyo y esperaría con paciencia.

Tiemblo de miedo, porque sé que ahora no esperaría, no tendría aquella "cordura" de cuando yo era un niño, de cuando mis ciclos de celo no habían empezado. Iría directo a lo que juró, y a lo que él cree que le ha sido dado. Me privaría de todo, me ataría a él, con su marca, con su olor, me tendría preso en vida y a la vez sin ella.

Y mi señor, Yoongi, mi destinado sufriría lo que jamás podría contar, porque su alma se rompería, su corazón dejaría de latir y ardería su cuerpo con todas las maldiciones que ha sellado con runas. Como una muerte, más que eso, sería consumirse en vida, entre fuego. Tiemblo de miedo.

Siento sus brazos rodeando mi cuerpo frío. Me abraza, me carga, me lleva con él bajo las cobijas. Tan perdido en los futuros devastadores he estado viendo, que no le escuché llegar a casa, no le escuché llamar mi nombre, ni olí si fresco aroma a madera.

—Estoy aquí— susurra en mi oído

—¿Por qué no me habías dicho?— hablo sin formalidad, y cargado de enojo

—Porque quería evitar esto. Quería protegerte—

—¿Por qué tenía que enterarme de esta manera?—

—Fue mi error. Me dijeron hace un par de días, pero no te dije por miedo—

—¿Por qué?—

—Perdóname—

Lloro en sus brazos. Temo lo peor. Temo perder esta calidez, esta libertad de ser y amar. Temo perderle, que su alma se consuma en protegerme todo el tiempo, o que muera al cumplirse la protección que el Padre Universo, mi padre me ha puesto. Porque aquella vez, cuando sufrí el pequeño rasguño, sentí el alma de Yoongi morir, quemarse lentamente al no encontrarme y estar lastimado.

Por eso me enrosco a su cuerpo caliente como fuego. Me aferro a su brazo firme que me abraza. Me hundo en su pecho que late rápido e insensato, que carga la culpa. Culpa de no haberme dicho que Song había escapado, desaparecido y no han podido dar con él.

—Perdóname— le escucho repetir constantemente

—¿Prometes no volver a hacerlo? ¿Prometes no volver a ocultarme las cosas?—

Alzo mi vista a sus ojos llorosos. Verlo me enternece, luce como un niño que ha hecho algo mal dentro de su inocencia y ha sido regañado. Así le veo como un pequeño zorro bajo la nieve cuidándose del invierno.

—Jamás te ocultaré algo, menos te mentiré, lo prometo con mi alma, alma que queda prometida ya a la tuya—

Subo a sus labios y dedico un tierno beso que sabe a lágrimas, una mezcla de las mías y las suyas. Ahí queda pactado, puedo sentir esa promesa sellarse. Mi alma parece ver a la suya y de pronto este recuerdo se enfrasca en aquel collar que tiene guardado más que nuestros recuerdos, sino nuestro amor, aquella esfera de cristal llena de nebulosas y estrellas, que cuela de mi cuello en una cadenita de oro.

Azul Iridiscente // yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora