Almas gemelas

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El sentimiento dentro de mi pecho es dolor. Mi mente no deja de darle vueltas a las palabras y es que para mí es fácil de aceptar lo que han dicho, porque responde las preguntas que me han dado vueltas desde que conocí al señor Min. También explica muchas cosas físicas en mí, entonces, ¿Por qué parece una locura para él?

He corrido tanto que no sé ni dónde estoy. No es el lago de los días anteriores, no es el bosque al cual llegamos, no sé dónde estoy. Todo me resulta tan abrumador que quiero llorar.

Me acerco a la orilla del río. Estoy descalzo y lleno de heridas, mis pies sangran. Pero no siento dolor alguno por ello. Me pongo en cuclillas y tomo entre mis manos un poco de agua. Ahí veo mi reflejo y a un pececito nadando.

Es delicado, de tonos iridiscentes, con aletas frágiles y ojos pequeños, tan solo verlo, así con el alma tan calma en mis manos, me hace sonreír.

—Disculpa—

Debido a aquella voz grave doy un brinco y derramo el líquido de entre mi piel, aquel pececito ha quedado sobre las piedras, retorciéndose y sin poder regresar al agua

—¿Qué hace tan bonito ser solo en el bosque?—

Retrocedo sin dudarlo, en él puedo ver maldad, en todo su ser. El miedo se hace grande al saberlo capaz, al ver en él lo que podría llegar a hacerme.

—Vamos pequeña Náyade, no te pasará nada conmigo—

Niego con la cabeza. Él se me acerca poco a poco, paso a paso, sin importar nada, menos aquel pececito que termina por aplastar sin compasión. Muero de miedo.

—Veo que no tienes dueño—

Ya tiene mi brazo, lo jala para levantarme del suelo en el cual estoy inmóvil.

—Yo puedo ser tu dueño, lindo omega—

Intento zafarme de él, quitarme su mano, pero es más fuerte, termina por levantarme y pegarme a su cuerpo. Su aliento quema en mi cuello, estoy llorando porque nada de lo que hago sirve, simplemente soy muy débil.

—¡Suéltalo!—

El señor Min.

—¡Te ordeno soltarlo!—

Como si hubiera sido una palabra mágica, caigo al suelo.

—¡Largo de aquí!—

Así veo que corre sin mirarme siquiera. Todo porque el señor Min es simplemente un ser de rango superior y cualquiera le tendría miedo.

—Jimin...—

Escucho que dice con una voz débil antes de correr a mí. Yo sigo llorando sin control. Estoy asustado.

—Yo... Yo...—

—No digas nada Jimin—

Me abraza, solo con él me siento protegido. Solo con él.

—Lo lamento, no debí decir eso, solo que... Yo—

—Señor Min... Está bien, comprendo. Usted ha pasado por muchas cosas, Jungkook y su ex esposa, y entre ambos hubo gente que solo buscaba sacar provecho de su alma, de su dinero, de su prestigio, de lo que usted es. Lamento haber reaccionado así, me dejé llevar—

Me atrae a su cuerpo con más fuerza. Siento la fuerza de su mandíbula apretarse, contiene muchas cosas.

—Gracias—

Me dice y solo asiento. Mis lágrimas corren sin control ya no sé si de miedo o del dolor en el pecho. Solo sé que ya he llenado de polvo iridiscente el aire que nos rodea.

Azul Iridiscente // yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora