Nervios y Colgantes

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Despertó en una cama desconocida, con una rubia al lado y su traje a los pies de la cama. La cabeza le dolía y sentía que le iba a estallar cada vez que el sol se asomaba de la ventana a sus ojos.

Tapo sus iris con su mano intentando evitar la luz y con cuidado se levantó de entre las sábanas sin despertar a la Ravenclaw que descansaba a su lado. Se vistió rápidamente  y antes de salir paseo sus dedos por su cabello y notó en su cuello un collar de colgante con una "A" grabada. Recordó el día anterior y el humo volvió a su cabeza.

Salió rápidamente, asegurándose de ver en el tarro de la basura un condón usado, con un aire pesado y el dije entre sus dedos.

Caminó por los corredores desiertos, a paso firme y algo ofuscado. Dirigiéndose inmediatamente a aquella puerta pesada, de roble cuya entrada estaba regida por la dueña.

No tenía control de sus acciones, se dijo, tal vez seguía borracho, intento convencerse, antes de que su razonamiento le preguntara qué estaba por hacer.

Dió dos golpes al fuerte material esperando que se encontrará en sus aposentos. Luego de otros dos golpes, demaciado ansiosos para su gusto, se escuchó un grito.

"Ya voy"

Espero otros minutos, concluyó que no serían demaciados, aún cuando se sentía una eternidad.

La puerta fue abierta cuando sus nudillos incontrolables la volvieron a agitar un poco más fuerte esta vez haciendo que una Trouble de cabello mojado y pantorrillas goteando le abriera la puerta en un albornoz de seda.

-Sirius

-Trouble

El silencio se hizo.

-¿Necesitas algo? —pregunto un tanto apurada en su afán de vestirse agarrando el cuello de su bata para que ninguna parte demaciado íntima fuera expuesta.

Se aclaró la garganta con un sonido gutural y la miro a los ojos —¿Puedo pasar?

-Dejame cambiarme y salgo.

–No miraré —prometió implícitamente.

–Ni tu te lo crees, y no dejo que nadie pase a mi cuarto. Solo dame dos minutos.

Cerro cordialmente la puerta y el Black se giro indignado desconociendo la verdad en sus palabras y simplemente creyendo que no lo quería dentro.

Dos minutos más tarde, tan perfectos que pudieron ser contabilizados, salió ella con unos shorts negros mientras terminaba de apuntar su camisa blanca de botones dejando entrever en el proceso un poco del sostén azul.

Sirius preparado con una avalancha de preguntas decidió poner fin a el misterio que había disfrutado y ser directo.

-¿Que hiciste anoche? —pregunto sin rodeos.

-¿Estás tan ebrio que no lo recuerdas? —se burló un poco de su amigo intentando quitar el tono formal de la conversación— baile y cante un par de piezas en la fiesta de Halloween.

-¡No me refiero a eso! Hablo de después, después de eso que hiciste.

Con cara desconfiada respondió con otra pregunta.

-¿Por que?

Respiro hondo, concentrado quesos nervios no alteraran más sus nervios. Mala palabra.

-Se que te acostaste con Remus anoche.

-Si ya sabes no tienes por qué preguntar. Pero si te pido que no me escuches teniendo sexo otra vez, es bastante creepy.

Frunció más su seño brutal.

Espina de rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora