Quidditch y Conmoción

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Primera parte del maratón

Trouble no apareció por casi dos semanas.

Después de el incidente, citaron a Severus en la oficina de Dumbledore en cuanto saliera de la enfermería, estaba exagerando un poco en opinión de todos. Lily de vez en cuando se quedaba en la puerta del recinto, preguntándose si debía entrar.

Aveces se decidía por ver cómo estaba su amigo de la infancia, pero luego recordaba el grito "Sangre Sucia" y el dolor le ganaba. Del beso, por otro lado no se había hablado mucho. De vez en cuando un comentario mal intencionado o pervertido se cruzaba en los pasillos pero con un simple hechizo les chamuscaba la lengua.

Contrario a lo creído, James no había hecho ninguna broma al respecto, de hecho, no había molestado a Lily con el tema ni una sola vez y eso la tranquilizaba.

¿Estaba molesto? Si, pero no por el pequeño beso que se habían dado las dos jóvenes. Estaba molesto y algo ofuscado por qué Trouble se había perdido su partido de Quidditch. Venga, podría ser algo tonto, pero el contaba con ella allí. Ya lo habían hablado.

[-Ya quiero que llegue la temporada de Quidditch, verás como aplasto a las serpientes -le comentaba casualmente James a Trouble mientras se recostaba en las piernas de la muchacha.

Ocultos en un claro, en el bosque, el mismo donde se reunían como animagos los merodeadores en la luna llena.

-Hola a ti también Jamsie -saludo dándole paso para que se recostara en sus muslos y se preparaba para su petición.

-consienteme -exigio el joven.

-Caprichoso -rapidamente continuó leyendo el libro que tenía en sus manos mientras acariciaba gentilmente el rostro el joven.

Eran momentos así, momentos donde les gustaba estar a solas, momentos que se había repetido deliberadamente. Así era siempre, no había preguntas de por medio, solo compañía incondicional.

Se llevaba el mapa del merodeador con el, para que no lo encontrarán, y llegaba a el pequeño paraíso. Amaba a sus amigos, eran más sus hermanos que nada y por ello algo que le abrumaba era preocuparlos. El siempre era un joven sonriente, pero eso no significa que no pudiese estar triste de vez en cuando. No quería que sus amigos sintieran que tenían que lidiar con el.

Aveces arribaba sentimental, cuando por la mañana había soñado que alguien hería a Lily y lo había ocultado a los chicos con un resfriado.
Otras, eran sus padres, magos ya algo viejos, incluso para la edad mágica. Le escribían sin querer preocuparlo sobre una cita en San Mungo o un dolor de espalda.
Por último, bien podía sentirse insuficiente, pero allí estaba ella. Para no hablar.

Mientras Trouble terminaba el capítulo, el joven exhalaba el aire, fingiendo la había escuchado.

-Dime que irás a verme en los partidos.

-James -suspiro- sabes que no...

-Lo se, se que no te gusta por todo lo que escuchas. Pero podrías intentarlo. Por mi y por ti.

Un suspiro cansado salió de sus labios.

-Alli estaré. ]

Casi comenzaba el juego, estaba en los vestidores, a punto de salir a la cancha. Revisaba continuamente las gradas, ella debía ir, se lo había prometido. No lograba encontrarla.

Espina de rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora