De Dentistas y Dagas

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Dedicado a Cami-Potter por su reciente apoyo, a Lay_So por los dulces comentarios. Dedicado a mis hermosos lectores nuevos, antiguos y fantasmas. Los amo.

Los magos no iban al dentista.

Resultaba que la magia, las pócimas y los hechizos eran por si solos perfectamente capaces de restaurar, quitar o crecer un diente y sus dentaduras solían permanecer intactas durante sus años de vida, que claramente, eran varios.

Lo cierto es que en este preciso momento Sirius murmuraba en su vaso cuántos dientes le tumbaria a aquel hombre que tonteaba con su amiga y los diferentes hechizos que le lanzaría para que nunca crecieran otra vez al punto que desesperado recurriría a un dentista muggle y como debería tragarse su orgullo en ese momento.

Si, suena como un buen plan.

Es decir, lo sacaría por la puerta de atrás hacia un callejón oscuro con la excusa de tener ingeniosas ideas para la orden de Voldemort, le acentaria un golpe antes de que voltease a verle y, con el desmayado, la remoción de dientes sería aún más fácil.

No, Sirius no es dramático. Lo que sucede es que ustedes no están viendo lo que el. Ese idiota de la cicatriz no para de hacer reír a Trouble y se acerca y se inclina y le toma de la mandíbula, volteando su rostro, para susurrar en su oído.

De vez en cuando, cuando el pide otro trago o termina de decirle algo muy bajito, Trouble voltea a verlo con ojos extremadamente abiertos como diciéndole algo y su dedo índice hace círculos en el aire para indicarle que examine la habitación, a los presentes. Claro, como si Sirius pudiese centrarse en la misión que la Orden les había encomendado.

Ridículo.

Pero entonces, cuando Sirius se dice a si mismo que respire y por una vez cumpla con el objetivo impuesto nota un movimiento a su costado. Ellos se han levantado, ella ha bajado del taburete con la piernas extendidas y elegantes. El pone su mano en la cintura baja de ella y caminan juntos hacia la parte trasera de la taberna, donde el hombre se encontraba antes de aparecer en escena.

El cerebro de Sirius inmediatamente se pone alerta, sus sentidos se activan y el mundo se relentiza mientras sus conexiones fluyen en la cabeza. Debe encontrar un plan, debe crear un plan. No puede dejarla ir con el, no puede simplemente acercarse, tomarla y llevársela lejos de ese hombre para que no la toque.

¿O si?

Sirius ve como éste le susurra algo nuevamente a Trouble, ella se inclina y da una vuelta sobre sí misma quedando cara a cara con el líder de la reunión. Pasa sus brazos por su cuello, alza la mirada coqueta y se acerca a su rostro, las manos de el están en su cintura y bajan lentamente colmando la paciencia de Sirius.

Eso es todo.

Se acerca prácticamente corriendo, con pasos fuertes y entrecejo fruncido hasta estar frente a su adversario. Lo toma del hombro girándolo con violencia y aún viendo la cara confundida del líder arma su puño con familiaridad dando un paso atrás por impulso hasta que finalmente lo ataca con un golpe en el rostro.

Todas las miradas se posan en él, el silencio sepulcral se instala y luego, cuando él hombre de la cicatriz es capaz de devolver el golpe la cantina se alza en gritos furiosos.

La multitud se abalanza en su contra. Habían golpeado al líder sangre pura de la nueva generación de seguidores alemanes y no iban a salir de esta tan fácilmente. Luego todo es un poco confuso.

Escucha vidrios quebrándose, puertas abriéndose, pisadas que se acercan con ira en cada segundo que pasaba. Ve luces, destellos de magia de varitas infestadas con magia oscura y mujeres arrinconadas para protegerse de la horda que se alza en su contra mientras gira con el hombre de la cicatriz en el suelo y reparte golpes en su anatomía con la mente nublada.

Espina de rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora