Apuestas, Osos de Peluche y Desapariciones

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Los merodeadores habrían apostado hasta el último de sus galeones a que era más probable que Voldemort en persona casará a Severus Snape y al calamar gigante; a que en su puerta, en medio de la guarida de la Orden del Fénix, apareciera nada más y nada menos que Regulus Black con una sonrisa forzada plasmada en el rostro.

Ellos habrían perdido esa apuesta.

-¿Que onda? —solto el comentario de manera despreocupada y ligera en forma poco clásica de saludo.

-¡¿Que onda?! Yo te diré que onda. ¿Que estás haciendo aquí? Sabes el peligro que corres Regulus Arcturus Black y aún así te presentas como si nada.

Regulus frunció el seño.

-No vengas ahora de hermano mayor protector, no te queda. —Entro a la estancia sin mirasiones, golpeando su hombro con el brazo de su hermano— No te sabes cuidar ni a ti mismo.

Sus ojos grises, como destacaban en el linaje Black, recorrieron la casa casi con disgusto. Con esa mueca que obligaba al costado izquierdo de su boca a alzarse y su nariz a hincharse. Hasta que se dio por vencido y volvió al cuarteto de leones que seguían sin comprender la situación actual.

-¿Y Trouble?

James salió de inmediato se su estupor al escuchar el nombre de su amiga.

-¿Y a ti que con Trouble?

El menor Black alzó sus hombros en un gesto indiferente a los ojos acusatorios de James Potter detrás de sus lentes redondos.

-¿Y a ti que con lo que yo tenga que ver con Trouble?

-¿Y a ti que con lo que yo tenga que ver, con lo que tú tengas que ver con...

-Ya James.

Sirius lo había silenciado sabiendo, mejor que nadie, lo testarudos que tanto James como Regulus; más este último siendo parte de su linaje, podían llegar a ser.

-Mira, Regulus, no puedo decir que confío en tus amistades de los últimos años, por lo cual no espero que me pidas confiar en ti y tus intenciones para ver a Trouble.

Se escucho otro crujido en la puerta.

-Sin embargo, señor Black, espero que siga confiando en mi.

Albus Dumbledore enmascaraba su persona con esa sonrisa afable que en algún momento habían creído. Postrado en la puerta viendo la escena mostrando los restos de morados que Sirius Black había dejado en su rostro.

-Uy, claro que confiamos en usted querido y respetado director. Confiamos tanto en usted como confiamos en Peter para hacer divisiones de dos dígitos.

El sarcasmo era últimamente el lenguaje de Remus Lupín.

-¿Oye y a mi por qué me metes? ¿Yo que o que?

-Es en serio que ustedes no cambian, ni en los tiempos de guerra dejan sus bobadas.

Esa voz la conocían.

-¡Mi Lily flor! —James salto desde su lugar hasta abrazar un poco a la fuerza a su amada pelirroja que apareció detrás del mago de barba blanca y rodaba los ojos ante su muestra de afecto.

-Hola Potter. —Una sonrisa dulce logró ser dibujada en sus labios viendo los ojos de James resplandecer de adoración.

-Muy bien —se apartó del abrazo a la fuerza intentando no parecer desesperado. El tenía una reputación que mantener— ahora estoy con Sirius, esto es muy riesgoso. Ni la serpiente esa ni Lily deberían estar aquí Dumbledore, es muy peligroso para ellos.

Espina de rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora