L𝖆 S𝖔𝖒𝖇𝖗𝖆 D𝖊𝖑 O𝖒𝖊𝖌𝖆 [𝐈] - 𝐍𝐀𝐌𝐆𝐈

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Se reunió con Namjoon luego de 20 minutos de haberle mandado un mensaje. Le asombraba la manera en que el alfa siempre acudía a él.
El atardecer se acercaba, el cielo se tornaba con tonos naranjas. Bebían una malteada en el restaurante a petición del moreno.

—Me sorprende que no estemos en el bosque —sobrio del popote.

—Tengo mucha hambre. No he comido desde que salimos a dar rondines. Con suerte había terminado mi turno cuando me mensajeaste —explicó.

La mesera les termino de traer su pedido. Una hamburguesa con papas y un Hot dog.
Namjoon fue el primero en devorar media hamburguesa. Yoongi lo vio feliz mientras comía.

—Si tan solo la gente supiera que ustedes nos protegen —se limpió las manos con la servilleta. La hizo bolita apretándola en su puño.

—No necesitan saberlo. Lo hacemos por nuestra manada principalmente y porque no queremos ser exividos —se recargo en la silla. Tenía el estómago lleno.

—Aun así, nos protegen de igual manera.

—¿Hay algo que te preocupa?

Namjoon notó la forma extraña en que Yoongi expresaba las palabras. Como molestó.

—Es solo que me parece injusto que la sociedad los vea como unos... —la palabra no podía salir de su boca —deberíamos dejar de lado nuestras diferencias. No somos tan diferentes como creen.

—Dudo que nos acepten. Primero nos linchan antes que dejarnos mezclar con ustedes. Somos monstruos salvajes e incapaces de vivir civilizadamente —bufo.

—Esto apesta.

—Mucho.

Terminaron la comida al cambiar de tema. A ninguno le aprecia hablar del tema.

Pasearon durante 30 minutos en el bosque disfrutando de la compañía del otro. Sin buscarlo terminaron en una situación prohibida. Una cosa llevo a la otra y a otra y a terminar en otra.

El alfa apresaba el cuerpo del omega contra un árbol. Lo besaba de manera tierna a diferencia de sus manos que se paseaban intranquilas por el cuerpo más pequeño.
¿Como llegaron tanto? No lo sabía. Tenía las manos enredadas en el cuello del alfa profundizando el beso.

—Esto no está bien —dijo Yoongi entre suspiros.

El alfa se dedicaba a repartirle besos en el rostro.

—Lo sé —lo miró fijamente para luego volverlo a besar.

—No quiero separarme de ti. Huye conmigo —se pescó nervioso de los brazos del alfa.

—¿Huir? —lo meditaba. Negó con la cabeza. Cerro los ojos, rendido —mi manada me desterrara y jamás podré volver. Mi familia, si los dejo... no podría volver.