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Zico no fue al único que le pregunto. Paso la tarde de casa en casa buscando más testimonios.

Al final todos coincidan con la descripción. Un chico de tez aperlada, alto, poco musculoso y principalmente de ojos semejantes a un tono amarillo, espeluznantes quebsolo podían explicarse con algunos pupilentes. Pero para ese punto él había visto los ojos amarillos del lobo de Namjoon. Había apreciado las distintas tonalidades conforme a la luz del día y en la oscuridad de la noche siempre resplandecían con más brillo. No le parecían espeluznantes como ellos decían.

Sin duda era Namjoon la persona que se encargó personalmente de alejarlo de la sociedad. Lo excluyó de una vida normal. Le arrebató el derecho a tener amigos, de disfrutar la experiencia de un adolescente normal y luego llego a la adultez en casi soledad. Creó inseguridades, bajo la guardia, dejo de ser el mismo.

—Debes alejarte de él —susurró la chica como si temiera ser escuchada.

Tami era una alfa que conoció al entrar a la segunda universidad, una de las últimas en intentar cortejarlo.

—Es peligroso. Nos amenazó con matarnos si intentábamos algo contigo. Sus ojos... —tenía una expresión de miedo, raro para una alfa. La vio estremecerse ante sus ojos —Los he visto juntos. Aléjate ahora o podría lastimarte.

No era necesario. Partiría a España. Iniciaría una nueva vida. Una en donde el alfa no interferirá.

De camino a casa de Taehyung dio vuelta en la calle equivocada o tal vez no. Al pasar los minutos se detuvo frente al bosque.

El sol estaba oculto y un manto de estrellas adornaba el cielo negro. La luna en todos su esplendor, grande y brillante debido a la luz que le robaba al sol. Era luna llena.

Lo he visto mirarte —le dijo Taehyung una vez en la universidad.

Las miles de veces que se sintió observado, había sido Namjoon. El alfa era como su sombra, acechándolo. Observando el minino movimiento que hacía. Apartando a las personas que se le acercaban.

Las dudas le martillaban la cabeza provocándole un dolor agudo en ella. Al ingresar al bosque su cuerpo pareció olvidar la conexión que tiempo atrás creo con él. Los árboles parecían distorsionarse, las piedras se interponían en el camino haciéndolo tropezar. A duras penas lograba mantenerse de pie entre pasos tambaleados que daba.

—Moonie —susurraba —Moonie.... Moonie.

Su voz apenas era audible. Se quejo cuando una rama le araño el rostro. No sangro. La herida era superficial dejando una marca roja en su lugar. Avanzaba sin pensar, su objetivo era uno solo. Con cada paso el volumen de su voz aumentaba hasta llegar a los gritos.

—¡Moonie! ¡Moonie!

Mas no era a Moonie a quien buscaba.

—¡Moonie ayúdame!

Soltó otra queja al caer. Tropezó con las raíces de un árbol. Las manos se le llenaron de piedritas, tierra y césped, al caer se detuvo con ellas. Aun así, no se salvó de golpearse la barbilla. Como pudo se levantó, sujetándose del árbol. Dio un paso sintiendo un dolor en su pie izquierdo, el que se enredó entre las raíces. El dolor no le impidió seguir caminado, ahora medio cojeando por el malestar.

Minutos después cayó rendido. La garganta le ardían de tanto que gritaba a la nada. Su llamado no era escuchado. La frustración le lleno el cuerpo. La decepción le hizo rodar lágrimas por las mejillas. Lloraba descontrolado como si el mundo se le hubiera acabado. Respiraba agitado.

—¡Namjoon!

Solo un último grito cargado de emociones. La vista se le nubló. Sombras. Veía sombras acercándose a él, las cuales no pudo ver por mucho tiempo más. La cabeza quería explotarle y sus ojos se cerraban. Susurró otro llamado antes de caer y golpearse la cabeza contra el suelo.

L𝖆 S𝖔𝖒𝖇𝖗𝖆 D𝖊𝖑 O𝖒𝖊𝖌𝖆 [𝐈] - 𝐍𝐀𝐌𝐆𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora