Capítulo 36

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¡Hola, mis queridos lectores ❤️!

Capítulos unidos: 70 - 71. Sin contar nota de inicio ni de final, son en total: 3700 palabras.

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Octubre 3, 1994.
Hogwarts.
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La bibliotecaria, Irma Pince, camino entre las mesas del lugar. Su rostro serio no dio indicio de su satisfacción interna por el silencioso murmullo y a la unión que se sentía por toda la biblioteca, muy diferente de años añas donde hubo alboroto y la sensación de caminar por un campo minado.

Un ejemplo de personas ruidosas era el grupo conocido como los Merodeadores. Ella tuvo que echarlos de la biblioteca, a veces los veto por una o dos semanas, por su griterío e intento de peleas con otros estudiantes. Ella sospecho que la verdadera causa de ese comportamiento provenía al deseo de James Potter y Sirius Black de no pasar sus tardes en ese lugar.

Ahora, se podría decir que la biblioteca era un lugar mayormente silencioso. No parecía un campo minado porque los niños se llevaban bien. Su mirada se poso en una mesa donde tres estudiantes de segundo año, dos de Hufflepuff y uno de Slytherin, se ubicaron juntos para realizar sus tareas.

La división de casa, ni el prejuicio, ya no se encontraba. Era una situación que Irma nunca espero vivir.

Todo fue logrado gracias a Lord Slytherin y Harry Potter, junto a los jóvenes de su grupo. Se podría decir que los demás estudiantes fueron como ovejas en esta situación, siguiendo el ejemplo del joven Potter y darles una oportunidad a los de Slytherin, después de presenciar que el joven Potter y el joven Malfoy podían llevarse bien, sin insultarse cada cinco minutos o intentar hechizarse.

Durante sus años de estudio y sus años de bibliotecaria, Irma nunca mostró prejuicio alguno contra la casa verde y plateada, porque ella no los despreciaba. Ella sabía que los estudiantes estaban respondiendo a la presión pública. La mayoría de los alumnos esperaban que los Slytherin se volvieran malos y locos, que siguieran al próximo Lord Oscuro. Los de Slytherin esperaban que los demás los aislaran y hablaran de sus espalda.

Ella no entendió esa clase de prejuicio. Incluso los más pequeños - mayormente los nacidos de muggles, que eran nuevos en el mundo mágico - creían en esas palabras, solo porque alguien más grande y experimentado se los dijo. Ella solo juzgo si vio en persona al acusado de cometer los crímenes de los cuales son culpados o al menos ver una prueba legitima.

Al ver que todo estaba en orden, Irma volvió a su lugar y se sentó en la silla alta detrás del mostrador, sacando los registros de los libros que fueron sacados hasta el momento ese día. El sonido de un libro cayendo al suelo se escucho.

Un gryffindor, de tercer año, volteo con rapidez para mirar a la bibliotecaria. Su rostro era pálido del susto que le género el haber soltado el libro y hacer ruido. La bibliotecaria dio vuelta la hoja, como si no hubiera notado nada. El Gryffindor recogió el libro, compartiendo miradas aliviadas con sus amigos.

Irma escondió una sonrisa detrás de los papeles. La agradaba ver qué los alumnos seguían teniéndole miedo.

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Luna y Astoria paseaban por los pasillos del jardín. Ambas tenían la tarde libre tanto de clases como de tareas y decidieron pasar el tiempo en el jardín. El otoño recién estaba comenzando y el clima era perfecto para disfrutarlo.

-- He notado que Ginny no ha estado siguiendo a Harry -- Mencionó la castaña, rompiendo el cómodo silencio --. ¿Crees qué se ha rendido?

Ante esa pregunta, Luna negó con la cabeza antes de inclinarla un poco y poner un rostro pensativo, su rubio cabello se encontró adornado con hojas secas. Sus ojos se nublaron de manera tenue antes de aclararse.

Nuevo Bando [Reescritura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora