25 - Mi lugar

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Si no fuera un adulto responsable ni tuviera un hijo al que cuidar, seguramente Luis se permitiría dar unas muchas vueltas más en la cama antes de levantarse, o incluso no hacerlo hasta que el sol volviera a esconderse. Tiene suerte de que todavía tiene unas horas de margen para ir a buscar a Bruno en casa de su hermana, pero las horas corren demasiado rápido y sabe que su hijo ya hace rato que está despierto y que más le vale no tardar mucho si no quiere que su energía desborde a su hermana o no poder aprovechar el día con su hijo como tiene planeado.

La conversación de ayer con Naím lo dejó muy pensativo. Aitana y todo lo que su amigo le insinuó no se ha ido de su cabeza en toda la noche. Tiene un confuso recuerdo de que en el tiempo que ha podido dormir ha soñado pesadamente en esto, viendo entrecortadamente a la chica, y discutiendo con él mismo si le confesaba todo lo que sentía o no. El problema es que no sabe bien lo que tiene dentro, no tiene ni idea de lo que su corazón siente y eso le hace estar muy perdido con relación a este tema. Quizás lo mejor sería hablar con Aitana, quedar con ella e intentar controlar la situación y equilibrarla antes de que sea demasiado tarde y sus caminos vuelvan a separarla. No quiere perderla.

Apaga el ventilador que ha utilizado esta noche para soportar las elevadas temperaturas que hay en la ciudad y se dirige a la ducha con la intención de dejar de pensar por unos instantes, siendo un trabajo complicado, ya que lleva dando vueltas al mismo tema desde que Aitana salió por la puerta hace un par de días y todavía no sabe nada de ella. Tampoco es que se haya esforzado mucho en contactar con ella, solo le ha preguntado cómo se encontraba en una hora no decente de la noche para apaciguar su desazón. Y todavía no ha obtenido respuesta.

Como se esperaba, sale de la ducha sin haber podido controlar sus pensamientos ni haber desviado su atención de ellos. Decide que lo que mejor puede hacer es comer algo rápido y salir de casa antes de que las paredes le caigan encima de tanto movimiento que provoca su mente. Beberse el café que ha dejado preparándose mientras se vestía y acababa de recoger la habitación es lo último que hace antes de salir a la calle. Nota el ambiente diferente, la temperatura es la misma que los anteriores días, pero el hecho de que septiembre haya empezado llena las calles de melancolía por dejar atrás un verano que ya se acaba. Para él no le son muy diferentes las vacaciones de verano de los meses que comprenden el curso escolar. Las entrevistas están presentes en las dos épocas y solo varían según lo que él hace o deja de hacer, al igual que los conciertos y las horas que él pasa en el estudio. Lo único que cambia notablemente es la presencia de Bruno, ya no lo tiene al lado la mayor parte del día y en algunos momentos esta separación pasa factura tanto al pequeño como a él mismo. El cansancio de la rutina es diferente de que pasen las horas separados y el niño esté en casa de sus amigos y su familia a que esté en la escuela y tenga como modelo ejemplar durante nueve meses a su maestra.

Envidia que sea María quien tenga que pasar tantas horas con Bruno próximamente, pero no le puede hacer más feliz que así sea. Los sentimientos que ha ido desarrollando hacia la maestra de su hijo son honestos, las horas que pasan juntos corren demasiado rápido entre risas, besos y caricias bajo las sábanas. Le encantaría pasar mucho más tiempo con ella, pero para ello los días deberían tener más horas. Si por él fuera, dedicaría mucho más tiempo a la gente que quiere, pero en plena campaña de promoción del disco su día a día se ve reducido a esto y al pequeño Bruno. La pequeña parte sobrante que saca de este tiempo debe repartirla con la gente de su entorno. Pero con María todo es diferente. De momento él mismo ha decidido que no quiere involucrar a su hijo en esta relación que no sabe dónde llegará. No quiere confundir a Bruno teniendo a su maestra en su día a día, y por eso irá paso a paso, aunque a veces las ganas de estar con ella le ganen... como en el día de su cumpleaños...


Cuando Aitana se fue de casa, Bruno se mostró menos dispuesto a relacionarse con la gente que quedaba en la fiesta, con sus titos. Las intenciones de María de animarle proponiéndole algunos juegos que sabía que al niño le encantaban porque lo había visto en el aula se vieron sin respuesta y quedándose atrás cuando India se llevó a Bruno por el pasillo de la casa después de levantarlo en alto y llenarlo de besos para intentar hacer aparecer esa risa que tanto gustaba a Luis y a cualquiera que conociera al pequeño. La cara de Ana mostraba preocupación mientras hablaba con Roi en un lado de la sala y Luis los observaba desde el lado opuesto intentando extraer alguna de las palabras que intercambiaban. El resto de personas que había invitado parecían haber olvidado que hacía unos instantes la catalana se había ido de repente y comían conversando alegremente los unos con los otros.

Media vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora