40 - Si tú la quieres

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Al final, encerrarse en el estudio no ha sido una mala idea después de todo. Todavía recuerda la cara de Aitana después de separar sus rostros, sus ojos cristalinos por las lágrimas y la caricia que le ha dejado encima de los labios con sus dedos antes de levantarse de la butaca y abandonar la terraza. Las últimas palabras de ella resuenan desde hace horas en su mente. Y sus labios aún queman por el último contacto con su piel, aquel beso en la frente que le ha dado antes de irse. Sin cruzar palabra.

Para Luis no ha sido una mala idea la de encerrarse en el estudio cuando se ha subido al coche después de todo esto. Después de su primer beso después de muchos años. Después de aquel "no" que ella ha pronunciado. Y después de aquel silencio que se ha creado entre los dos antes de que él se fuera. No ha sido una mala idea, pero tampoco es que haya sido muy fructífera porque solo ha estado recordando lo que ha sucedido en las últimas horas. Ni siquiera se ha parado a comer nada y su reloj se aproxima a la hora en que Bruno sale de la escuela. Piensa que le irá bien, que Bruno siempre es su anclaje y es lo que ahora necesita.

Por lo tanto no se lo piensa mucho más y pronto ha recogido los papeles que hace unas horas ha esparcido por el suelo del estudio y que continúan casi igual que antes, pone en la funda su guitarra y se la cuelga en la espalda cuando se levanta del suelo porque no cree que vuelva aquí durante el fin de semana y quiere aprovechar todos los ratos de composición en casa.

Conduce en silencio y sin prisa. Por una vez deja que no le afecte el revuelo de coches que hay en las calles de Madrid. Tiene tiempo de sobra para llegar puntual a la salida de su hijo. No pone la radio, ni enciende la música. Baja mínimamente la ventanilla cuando se para en una larga fila de vehículos que supone que se dirigen fuera de la ciudad para aprovechar los días de fiesta.

Debe quedarse un rato dentro del coche parado en el parking cuando llega porque todavía le quedan diez minutos para que suene el timbre y pueda entrar a buscar a su hijo. Mira el móvil y sin tomar atención a todos los mensajes que lo reclaman, busca el chat de Aitana donde no hay ningún mensaje nuevo. Se le ocurren unos cuantos para escribirle ahora mismo. "Te echo de menos", aunque no hayan pasado muchas horas desde la última vez que se han visto. "Tú eres las personas que quiero", aunque no se haya atrevido a decírselo antes. "Me hubiera quedado toda la vida en la cama que hemos compartido esta noche", aunque ella ya lo supiera porque así lo había manifestado tan solo despertarse, aunque no sepa cuándo podrán volver a compartirla.

Finalmente sale de la aplicación de mensajes sin escribir nada y deja el móvil olvidado en algún rincón del coche antes de bajarse del mismo y encaminarse hacia el aula de su hijo.

Encontrarse en el pasillo a la madre de Luna es lo mejor que cree que le puede pasar para no tener que enfrentarse a María, siendo este preciso instante la primera vez que se ven desde que cortaron su relación. Así que suspira relajado y se acerca a la chica que observa con atención los trabajos que están colgados en la pared.

- Hola. - pronuncia bajito para no sobresaltarla.

- ¡Luisín! ¿Qué tal? No te he visto esta mañana. - le dice la chica después de darle dos besos para saludarlo.

- Bien. Ha venido Aiti a traer a Bruno.

- ¿Y eso? ¿Os quedasteis en su casa ayer? - Luis asiente rascándose la nuca. - Supongo que Naím no lo sabía, porque si no me lo hubiera dicho. - comenta riendo la chica.

- No teníamos la intención, pero Bruno no quería irse y como tampoco teníamos otra cosa que hacer... - La conversación queda cortada porque empiezan a escuchar ruido dentro del aula y pocos segundos después se abre la puerta para dejar ver a María. Dejan pasar a las familias que, como ellos, comenzaban a reunirse en torno a la puerta y Luis se mantiene detrás de Lucía para intentar pasar más desapercibido y no enfrentarse directamente con la maestra.

Media vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora