Con la vuelta a la escuela, la casa está más vacía que nunca. Solo son las once de la mañana y Aitana ya ha fregado todos los rincones posibles, ha sacado el polvo de las barandillas de los balcones y ha puesto una lavadora en marcha después de tender la anterior. Estar sola en casa se le hace demasiado pesado después de estas semanas donde han estado los tres juntos y rodeados de familia y amigos.
Su madre le ha llamado poco rato después de haber dejado a Bruno en la escuela. Un regreso que al niño se le ha hecho más fácil al ver a Luna pocos segundos después de bajar del coche, y que ha evitado la lucha que Aitana se intuía al ver cómo no se quería separar de esa pequeña guitarra que le ha acompañado hasta el último minuto.
A Bruno esta mañana ya le ha costado abrir los ojos. Se ha puesto a llorar cuando su padre le ha pedido que se levantara para poder desayunar y le volvieron a caer las lágrimas cuando Aitana le ha acompañado hasta el baño para que se lavara los dientes. Han logrado hacerle sonreír un poco cuando le han dejado que se pusiera ese jersey que los Reyes le llevaron a casa de tita Miriam, el tito Pablo y Kai. Y han logrado calmar su mal humor permitiéndole estar un rato con ese instrumento que se parece tanto al de su padre con la única diferencia de un tamaño mucho más pequeño. Que Luis tuviera que irse unos minutos antes que ellos, para poder llegar a una entrevista de radio, solo ha hecho algo más difícil ese comienzo de día.
Así que, tras sincerarse con Belén sobre los sentimientos que han aflorado en ella por la separación de ambos gallegos, Aitana se ha encerrado en casa para afrontar este lunes donde ella permanece de vacaciones. En su momento, pensó que la propuesta de Dani de tomarse ese día libre sería la mejor para poner en orden la casa y su caótica agenda que debe enfrentar un segundo trimestre lleno de cosas que hacer. Pero la verdad está siendo que no ver a Bruno jugando sobre la alfombra ni oír a Luis cantar se le hace demasiado raro y vacío.
Se sienta en la pequeña mesa de la cocina para revisar la lista de la compra y anotar las cosas que puedan faltar. Tenía pensado ir con Bruno después de ir a buscarlo, esperando la hora de poder acercarse al estudio y recoger a Luis. Pero ahora cree que faltan demasiadas horas y que no puede permanecer tanto tiempo mirando el reloj.
Es en un instante cuando fija su mirada en ese anillo que lleva unos días decorando su mano. Un anillo que la vuelve a hacer sentir en el presente. Que le recuerda aún más a ese chico del que está enamorada. Y ese niño que le ha robado el corazón desde el primer minuto en el que le conoció. Un simple anillo que le echa la vista atrás para volver a vivir todos los recuerdos que almacena junto a Luis. Aquellos recuerdos mágicos y preciosos. Y también esos más grises, tristes y dolorosos.
Madrid. Abril de 2019. (Hace casi diez años)
Descubre detrás de una mesa apartada a ese chico que hace menos de una semana le ayudó frente a la puerta de la cafetería. Se acerca sigilosamente, evitando cómo buenamente puede que sus botas repiquen contra el suelo. Deja de golpe todos esos libros que empezaban a pesarle, y hasta que no oye el gran ruido del impacto no se da cuenta de que acaba de molestar a toda la biblioteca. Ante todas las miradas desafiantes, Aitana encuentra el alivio en la sonrisa que el chico de enfrente le hace. Se sienta, después de susurrar un perdón que ni siquiera llega a las orejas del chico, pero que se conforma con el movimiento de sus labios.
Pasan un par de horas allí. Cada uno a su lado de la mesa. Los dos inmersos en sus apuntes. Cada uno con los términos más importantes que engloban sus carreras. Pendientes de un reloj que no deja ningún minuto al azar.
Después de ese día fueron muchos más los que coincidieron en esas mismas coordenadas. Dejando la casualidad como mera espectadora y remarcando en sus agendas aquellos encuentros que realmente no estaban hablados ni pactados. Durante un par de semanas su única comunicación fueron miradas y sonrisas. Hasta que en esa noche, de un jueves universitario como cualquier otro, la oscuridad les presentó.
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Media vuelta
RomansLuis Cepeda es un cantante de treinta años que ha aprendido a compaginar su vida laboral como artista consolidado y reconocido en todo el país y fuera de este, con su vida más familiar y personal. ¿Será capaz de tenerlo todo bajo control o tendrá qu...