12 - Dos extraños en la ciudad

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Se le hace extraño estar manteniendo esta conversación de forma tan normal, como si lo hicieran diariamente, con él. Durante los últimos minutos, desde que Luis le ha pedido parar el tiempo, han estado sentados en el sofá gris conversando sobre las últimas modas y noticias de este año. Música, refugiados, series, problemáticas medioambientales,... Ninguno de los dos ha querido dar el paso y explicar algunos de los detalles que el otro no sabe de su vida como tampoco han querido sacar al exterior el pasado y sus recuerdos conjuntos. Recuerda que la primera conversación que tuvieron cuando sus caminos volvieron a cruzarse hace unas semanas donde no fue nada afortunada mencionando a la madre de Bruno. En ese momento ella no se atrevió a decir el nombre del chico que ahora tiene delante y ninguno de los dos quiso aguantar una conversación que no pasó del minuto de duración. Esta noche todo parece ser diferente, no se han tratado en ningún momento como aquel día pero tampoco es la relación que hace unos años tenían, evidentemente. Es extraño. Pero de alguna manera la hace sentir cómoda, volver a oír su voz, su olor, estar cerca de él. Y su risa, esa risa que ahora la rodea.

- ¿Aitana? ¿Aiti? - el gallego pronuncia su nombre mientras no para de reír. - ¿Estabas en la luna? No has escuchado nada de lo que te explicaba...

- Que sí Luis... - la ceja alzada de este busca una respuesta que ella no tarda en darle - hablabas de política y...

- De eso hace rato que no hablo... tu bostezo me ha dejado claro que no te interesaba. - dice volviendo a reír. - ¿Quieres algo de beber? - con su negación Luis desaparece hacia la cocina en busca de alguna bebida para él mismo. Ella aprovecha para levantarse y sacudirse este sueño que comienza a llegar pero que ella niega con la finalidad de poder pasar un rato más en este ambiente agradable que entre los dos han creado.

Recorre con los dedos los discos que el chico tiene expuestos en el salón, donde antes no había prestado mucha atención al sólo buscar un disco en concreto. Reconoce aquel que ella misma le regaló firmado por su cantante preferido, estuvo horas delante del ordenador recargando la página donde mostraba que el producto no estaba disponible pero al final lo consiguió, recuerda los ojos emocionados de Luis en desgarrar el papel de regalo y descubrir qué había dentro. Analiza cada rincón de la sala admirando las fotografías familiares y los dibujos del pequeño Bruno que la decoran, no queriéndose perder ningún detalle. Encuentra un rompecabezas en la misma estantería donde ve el cuaderno donde Luis solía escribir sus letras y melodías hace años, está tentada en hacerlo pero finalmente no lo coge. Los recuerdos vuelven a golpear su mente en pensar que a él no le gustaba que ella husmease entre aquellas páginas y cómo se picaban en el momento que esto ocurría, siendo ella vencedora de la mayoría de batallas.

Un marco negro con flores secas en el interior le llama la atención, las flores llenan la parte baja y unas alas completan el resto de espacio, en un lado lee el nombre del pequeño de la casa con una letra que conoce demasiado bien.

- Se acercaba el día de la madre. Era el viernes antes. Todos los niños y niñas de la escuela salían con cartulinas u otras manualidades para las suyas. Pero Bruno tenía las manos vacías. - Luis se acerca a ella por detrás. - No ha sido nunca un día normal, este domingo especial de mayo, me pedía el día completamente libre, de trabajo y compromisos abandonando el móvil en cualquier lugar, y nos escapábamos ambos en la naturaleza. Bruno y yo solos. No se recordará de estos días dentro de unos años, dudo que lo haga ahora. Pero están grabados en mi corazón para siempre. Cuando decidí que era el momento de llevarlo a la escuela infantil no pensé en este día. No imaginaba vivir lo que me encontré ese viernes cuando lo fui a buscar. - suspira profundamente, ahora que ella lo mira ve como alguna lágrima rueda por sus mejillas. - Vino hasta mí con la cabeza baja y estiró las manos hacia mí sin decir nada. Se me rompió el corazón cuando sus brazos me abrazaron fuerte, como si temiese que desapareciera. Su maestra me explicó que se había negado rotundamente en hacer la actividad, que había llorado hasta que le prometió que podría ir a jugar con plastilina mientras sus compañeros y compañeras acababan. Aun no entiendo su reacción, no la entiendo... - Aitana tiende la mano para secar la humedad de la cara de Luis - Subimos al coche y nos volvimos a esconder entre la naturaleza durante toda esa tarde, sin querer esperar al domingo como hacía semanas que había planeado. Pero no quería que la situación que había ocurrido en el aula quedase sólo en aquello, y por eso hicimos esto. Recogimos las flores más bonitas y las dejamos secar, como si... como si desaparecieran pero nunca lo hicieran del todo. Y una vez en casa dibujamos las alas de un ángel. Las suyas alas. Y ahora, de alguna manera, ella forma parte de nuestra rutina. De nuestro día a día. - Ahora es la mano de Luis la que se acerca a su cara y es cuando se da cuenta que ella también está llorando.

Media vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora