57 - Barcelona

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Aprovechan que Bruno está completamente abstraído para salir de casa. Para Aitana, ver que el niño ha fraguado una buena relación con sus padres le hace inmensamente feliz. Y para Luis, verlos a ellos contentos es lo que mejor puede ocurrir. Así que, con un Cosme totalmente implicado en el juego del niño y una Belén que rebusca entre los juguetes de cuando su hija era pequeña alguna película para ver después de comer, como se lo han prometido a Bruno, los dos se suben al coche con la intención de pasar unas horas únicamente de pareja.

Aprovecharon que hoy Luis tiene concierto en Barcelona para pasar el fin de semana en casa de los padres de Aitana. Ayer, después de que Bruno saliera de la escuela, pararon poco rato en una pequeña cafetería donde poder merendar alguna cosa y se pusieron en marcha aprovechando la siesta del más pequeño. Llegaron cuando al pequeño pueblo ya había anochecido y Belén y Cosme los esperaban con los platos en la mesa, un buen pan con tomate y embutido, y las camas preparadas.

Febrero está a punto de acabarse, y ahora que los dos catalanes tienen un nieto no quieren dejar escapar ninguna ocasión para disfrutar del más pequeño. Así como tampoco han desperdiciado ahora, después de pasar la mañana paseando todos juntos por el pueblo, el momento de enviar a la pareja a comer en algún restaurante de la capital mientras ambos se quedan al cuidado del niño.

- ¿Estarán bien, verdad? – pregunta Aitana a Luis una vez el camarero les deja las cartas y se retira momentáneamente.

- Claro, amor. Tus padres están muy ilusionados, y creo que le consentirán todo lo que no lo han hecho desde que nació. Y educaron a una hija preciosa, nada puede salir mal. – sonríe acariciándole la mano por encima de la mesa.

- Ay, Luis... – se queja ella del piropo, bajando los ojos – ¿Y Bruno? ¿Crees que va a estar cómodo? No quiero que se sienta raro o molesto... Es la segunda vez que los ve y...

- Aiti. ¿No has visto que ha estado todo el rato detrás de los dos desde que hemos llegado? Está en la gloria recibiendo toda su atención. – ríe – No creo ni que nos eche de menos. – sonríe con ternura ante la preocupación que se alerta en los ojos de la chica – Y si lo hiciera, existen las llamadas y los mensajes para hablar con él. Y tan solo son un par de horas. Ya llegará el momento de que se quede con ellos todo un finde.

- Es que con el caos que hay durante la semana, los únicos días que podemos disfrutar los tres terminan siendo los fines de semana. Y ni eso. – sonríe aguantando una lágrima rebelde que acaba cayendo.

- Mi amor... – suspira Luis levantándose de la silla hasta ponerse de rodillas delante de ella. – Nosotros podemos disfrutar todos los días de la familia que hemos creado. Es normal que algunos días pasemos más tiempo separados... el trabajo, la escuela, la vida en general... Bruno acaba de aparecer en la vida de tus padres y creo que también es bueno que vayan formando ese vínculo. – afirma secando con el dedo las lágrimas de la chica. – Y nosotros también merecemos momentos de intimidad. – sonríe ahora con picardía.

- De esto ya hablaremos tú y yo. – ríe ya con más tranquilidad Aitana.

- Sí, ahora comemos y disfrutamos de este momento de soledad. Solo tú y yo. – acepta Luis volviendo a su silla y centrándose en el menú.



En casa de los padres de la catalana, en cambio, los tres ya han terminado de comer. Bruno ayuda a los adultos a llevar las cosas hacia la cocina, después de haber devorado unos espaguetis que estaban para chuparse los dedos.

- Belén. ¿Dónde dejo mi plato? – pregunta cuando ve a la mujer arreglando los cubiertos en el pequeño lavavajillas.

- Aquí, cariño. – sonríe ella señalando el mármol – Espera, que sacaremos la piel de la mandarina para ponerlo a lavar. ¿La tiras en la basura? – le pide recibiendo un asentimiento.

Media vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora