Aitana tarda unos segundos en reaccionar y en apartar la mirada que ha fijado hace un rato delante suya, cuando le pareció reconocer el coche de Luis y en comprobar que, efectivamente, lo era. Como también ha comprobado instantes después de que el chico no iba solo y que a su lado estaba la maestra de Bruno, a la que ha besado antes de cogerle la mano.
Su dedo, sin embargo, se ha desplazado hasta la tecla de llamada sin que su cerebro lo indicara, tal como tenía previsto antes de presenciar esta escena, y no ha sido hasta que ha visto como Luis observaba extrañado su teléfono que se ha dado cuenta de que era ella misma quien lo estaba llamando. Ha sido en ese momento cuando ha dejado caer el aparato para evitar escuchar la voz del chico y contestarlo, aparato que se ha perdido entre los pedales de su coche, donde ella está sentada observando como Luis cuelga la llamada, pero como inmediatamente se vuelve a llevar el móvil a la oreja. El ruido del suyo la hace sobresaltar, no puede ver quién la reclama cuando mira hacia abajo porque el volante le tapa, pero sabe que es el hombre que tiene en frente quien lo hace.
El móvil suena un par de veces más hasta que ve como Luis se muestra derrotado pasándose la mano por la cara, vuelve a hacer una llamada que alguien le contesta porque ve cómo mueve los labios, y finalmente se guarda el aparato en el bolsillo y se adentra en el restaurante. El coche de Aitana vuelve a llenarse de aquel sonido estridente que tiene como tono de llamada y la curiosidad la hace corre a recogerlo. Después de unos cuantos golpes de cabeza con el volante y de clavarse el cinturón, descubre que es Ana quien la llama esta vez, y que las otras llamadas, como suponía, eran de Cepeda. Decide no contestar, silencia el móvil y está a punto de volver a lanzarlo al lugar de donde lo ha recuperado, pero finalmente decide dejarlo a los asientos traseros para que no la molesten durante la conducción, y para no tener ningún sobresalto que termine en un mal mayor.
Antes de arrancar el coche ya nota como las lágrimas empiezan a llenar su cara. Comienza a ser consciente de lo que ha presenciado. Comienza a ser consciente de la realidad. Pone el pie en el acelerador dispuesta a salir de esta plaza de aparcamiento y conducir durante horas, por las afueras de Madrid. No tiene nada que hacer, tampoco tiene ganas ahora mismo. En el primer semáforo rojo que la hace detener se seca las lágrimas que le empezaban a tapar los ojos, necesita distinguir las luces, las señales de stop y cualquier otro elemento que pueda evitarle un accidente. Por este mismo motivo se tranquiliza respirando profundamente y haciendo un ritmo con los dedos al volante que consiga calmarla.
Aún no hace una semana que ha vuelto de su viaje con Marta y ha dedicado estos días a distraerse con el trabajo, otra vez, para no pensar con su corazón. Porque su corazón solo piensa en una persona y es esto lo que la ha hecho llorar. Llora porque no está cerca de él y llora porque probablemente estaba con aquella chica rubia y de ojos azules de quien quiere olvidar el nombre y la cara. Se ha convencido, durante las últimas horas, minuto a minuto de volver a hablar con Luis, con quien hace días que no tiene ningún contacto y al que aún no ha respondido el mensaje que hace más de una semana le envió. Se engañaría a sí misma si se dijera que solo quiere retomar el contacto por Bruno, porque no es verdad. Luis ha sido una pieza fundamental en su vida y después de volverlo a recuperar no lo quiere perder por una tontería, aunque para ella sea... ¿sea un corazón roto? ¿Un amor no correspondido? ¿Es realmente amor lo que siente?
Y ahora, hoy, que estaba convencida de llamarlo, de escucharlo, de sentirlo, de verlo... Hoy lo ha visto con ella, la ha sentido con ella. Con María, porque por mucho que quiera olvidar su nombre, su todo, lo tiene grabado en la mente como si le quemara cada letra, y más después de la escena que ha presenciado hace unos minutos. ¿Es más grande que ella y por eso Luis la prefiere? Nunca ha creído que llevarse cinco años con él fuera un problema, ni años atrás ni ahora mismo, y sabe que para Luis tampoco nunca ha sido un impedimento ni una barrera. Siempre han estado de acuerdo en que el amor no tiene edad. Así que no sabe lo que ha hecho que Luis se decante por aquella chica y no por ella, pero sabe, ahora mismo lo sabe, que ella es todo lo que la hace insegura. Porque se ha dado cuenta como desde el día del cumpleaños, cuando la vio en casa de Luis, no ha parado de compararse con María, de inventarse las mil cosas posibles en que María podía ser mejor que ella para retraerse todas las inseguridades. Y se ha ayudado de cada palabra que Mario utilizaba con ella para complementarlo. Para sentirse inferior, para sentirse menos para Luis, y también para Bruno.
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Media vuelta
RomanceLuis Cepeda es un cantante de treinta años que ha aprendido a compaginar su vida laboral como artista consolidado y reconocido en todo el país y fuera de este, con su vida más familiar y personal. ¿Será capaz de tenerlo todo bajo control o tendrá qu...