Bruno corre descalzo por casa sin tener un rumbo fijo y cantando una canción que ha aprendido hoy en la escuela. Luis lo observa desde el sofá pensando cómo es posible que hace diez minutos que repite esta acción y aún tiene la misma energía que al principio. La misma energía que tenía esta mañana cuando lo ha despertado y que sigue conservando después de todo un día en la escuela. Mira impaciente el chat de su hermana esperando que ella y su cuñado lleguen. Mientras tanto, sin ninguna noticia suya, hace memoria de las cosas que puso ayer en la maleta para intentar no olvidarse de nada. Un mensaje de Ana lo hace despertar de sus pensamientos, los gritos de su hijo parecen resonar más fuerte en su cabeza.
"Ninguna señal, no sé nada. No responde, ni mensajes, correos ni llamadas. Nada."
Un simple emoticono es lo que responde el mensaje de su amiga. Cambia de chat y observa con atención el último mensaje que le escribió. Nada. Ninguna respuesta. No aparece el tic azul ni tampoco la última conexión de la otra persona. Lo único que cambia en la pantalla de su móvil es la hora, los minutos avanzan rápidamente sin que él pueda pararlos ni retrasarlos.
Bruno se tira a su lado, acostado en el sofá con la cabeza sobre su muslo, entre sus brazos que sostienen el aparato. Luis suspira y lo bloquea dejándolo apartado. Baja la cabeza hasta que sus labios se colocan sobre la frente de su hijo donde los reposa durante unos segundos antes de dejarle un beso. Le revuelve los rizos antes de apartarse y sonreírle.
- Papi, ¿te gusta la cansión?
- Sí, la cantas muy bien. ¿Te ha enseñado alguna otra la seño de música? - le pregunta intentando que cambie un poco el repertorio, que hasta ahora constaba de un solo tema. Bruno asiente y como si la pregunta de su padre le hubiera renovado las fuerzas, vuelve a levantarse y recorre la casa interpretando una melodía totalmente diferente.
Luis recupera su móvil. Todavía no hay respuesta a ese mensaje, ni tampoco noticias de su hermana. Abre el chat de familias del aula de su hijo que recuerdan que al volver de este puente de mitades de octubre sus hijos e hijas tienen una excursión y se apunta mentalmente el día que será. Aunque sabe perfectamente que tanto Bruno como María se lo recordarán más de un par de veces. Al igual que ahora la chica le vuelve a recordar que en menos de una hora estará en la puerta de su casa y más le vale estar preparado.
El timbre suena, por fin, al tiempo que el móvil de Luis llega un mensaje de su hermana.
"Me había dejado el teléfono en la maleta y no te he podido avisar. Pablo lo tiene sin batería. Ábrenos."
Sonríe negando con la cabeza con las palabras de su hermana y se levanta del sofá para acercarse a la puerta que Bruno ya está abriendo con Pipo bajo el brazo. El niño se tira a los brazos de su tío que va cargado con varias bolsas y Luis corre a ayudarle para que ninguna de ellas caiga al suelo. Deja un beso en la frente de Miriam y se agacha para repetir la acción en su barriga y saludar a su sobrino. Mientras Luis deja las bolsas de los recién llegados en la habitación de invitados, Bruno saluda a su tía desde los brazos de Pablo, llenándola de besos y recibiendo los que ella también le regala junto unas cuantas cosquillas que lo hacen reír.
- Tita, ¿cómo está el primito? ¿Ya sale a jugar conmigo?
- Todavía quedan unas semanas, Brunito. Pero pronto. ¿Me cuentas lo que has hecho hoy en la escuela? - le pregunta Miriam mientras entran dentro de casa y Bruno se impulsa de los brazos de su tío para que lo deje en el suelo.
La conversación de tía y sobrino pasa a ser con el tío cuando Pablo le pide al niño que le ayude a arreglar la habitación que él y Miriam ocuparán en los próximos días, aprovechando que su mujer pueda llevarse a Luis en un lugar donde Bruno no los pueda escuchar.
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Media vuelta
RomansaLuis Cepeda es un cantante de treinta años que ha aprendido a compaginar su vida laboral como artista consolidado y reconocido en todo el país y fuera de este, con su vida más familiar y personal. ¿Será capaz de tenerlo todo bajo control o tendrá qu...