Luis se recoloca al sofá después de las palabras de Aitana. "Tengo algo importante que contarte". ¿Será ese su final? ¿Habrá otra persona? ¿Tendrá algún problema con él? Son estas las principales preguntas que vuelan por la cabeza de él.
Aitana le sonríe brevemente, está nerviosa, y nota en él una mirada de preocupación y de miedo. Y ya no puede, ni quiere, alargarlo más.
- Estoy embarazada, Luis. – segundos después él solo puede escuchar el batir fuerte de su corazón. Unas palabras que hace unos años también escuchó de la boca de otra mujer y que hoy en día se reflejan en el pequeño Bruno.
Y cuanto ha vivido todos estos años gracias a Bruno. Cuanta felicidad le ha dado, cuantos miedos ha tenido que superar por él y cuantas lágrimas derramadas se han quedado guardadas entre las paredes de su habitación.
Bruno nació un mes antes de su fecha probable de parto que los médicos habían asegurado. Su pequeño vino al mundo por un accidente y eso hizo que la vida de Luis tambaleara con fuerza.
Luis siempre se había imaginado en su figura de papá, pero claro, nadie le había avisado que no habría otra persona allí para poder compartir todas las dificultades y maravillas que la etapa de paternidad conlleva.
Era evidente que se había llevado un duro golpe cuando la chica por la que ya no sentía nada le avisó que venía un bebé en camino. Eso ya hizo que se tuviera que replantear esos sueños que hacía años que imaginaba. La vida volvió a cambiarle cuando tuvo que hacer frente al hecho que la mamá de Bruno ni siquiera quería al pequeño, fue algo que hasta hace poco todavía ni había superado.
Suerte tuvo de tener a su gente al lado cuando el bebé se adelantó y él no tenía su vida resuelta como le habría gustado. Su bebé estaba en el hospital y él tenía que afrontar la pérdida de la chica, su baja por paternidad en el trabajo y una casa adaptada a un recién nacido donde no había ni una pequeña cuna donde pudiera dormir.
Luis pronto vio que no era realmente necesaria esa cuna y que Bruno y él podían compartir la enorme cama que presidía su habitación. Poco a poco fueron adaptándose el uno al otro. Y con la ayuda de su familia y amigos, su casa empezó a estar amueblada para atender al más pequeño.
Recuerda las noches sin dormir, donde el pequeño solo se calmaba con el biberón. Parecía que en su casa solo había biberones y te encontrabas con ellos en cualquier rincón. Luego vino la etapa donde Bruno solo podía dormirse en los brazos de su padre y con una nana de su voz, no le gustaba ni la cama, la cuna o el sofá. Ni siquiera los brazos de otra persona. Solo el calor de su padre. Fueron semanas complicadas donde Luis se olvidó de él completamente. Suerte que Bruno empezó a dormir mejor y pronto las noches volvieron a ser más largas para el papá.
Aun así, había muchas más ecuaciones que tener en cuenta con un bebé en casa. Luis aprendió a cambiar pañales y cada día batía un nuevo récord de tiempo. Vivió desbordamientos de pañal que se convertían en una bañera para Bruno y él. Y aprendió que era mejor seguir los tallajes de los pañales antes de conseguir buenas ofertas llenas de catástrofes. Descubrió que con un niño en casa era muy probable quedar bañado cada vez que lo cambiaba y buscó mil maneras para tener la seguridad de que estos accidentes no pasaran.
Los días se convirtieron en semanas, y estas en meses y años donde Luis aprendió a ser el papá de Bruno. Donde pasó noches en vela observando como su pequeño descansaba plácidamente. Se esforzó en buscar lo mejor para su hijo. Y, sobre todo, celebró todos los pequeños hitos que conseguían juntos. Como cuando Bruno se mantuvo erguido por primera vez y poco después pudo quedarse sentado. O el día que su bebé aprendió a desplazarse gateando. O el día en que dio sus primeros pasos y tuvo que empezar a reorganizar su casa para hacerla más segura.
La vida de Luis había cambiado completamente desde el primer día que supo que nunca más volvería a estar solo. Pero, si de una cosa estaba seguro, no lo cambiaría por nada del mundo.
- Luis... - el chico deja sus miles de pensamientos y centra su mirada en la cara de Aitana. Es en ese momento donde se da cuenta de que por la cara de la chica empieza a caer una lágrima.
- Ey, Aiti. No me llores... - le pide acercándose más a ella hasta llegar a abrazarla. Ella aprovecha el momento para esconderse en su cuello y permitirse llorar.
Unos minutos después solo se escuchan algunos sollozos de la chica. Siguen los dos en la misma postura, bien acoplados en el uno al otro. Luis mueve una de sus manos hasta alcanzar la mejilla mojada de la chica, Aitana tiembla con el contacto de piel con piel. El chico suspira y vuelve a mover su mano, esta vez para llevarla hasta el vientre de la chica.
- ¡Aiti! – exclama, sorprendido, separándose otra vez.
- ¿Qué ocurre? – pregunta la chica con extrañeza y preocupación mirándolo.
- Tienes barriguita ya, ¿de cuánto estás? – los ojos de Luis brillan con una emoción que Aitana no había visto nunca.
- De once... solo tengo el vientre un poco abultadito, Luis. – corrige ella con las mejillas un poco sonrojadas.
- ¿Eres consciente que este es uno de los mejores regalos de mi vida? – le pregunta con una sonrisa Luis.
- Cari... Luis. – se equivoca ella – Primero tenemos que hablar de nosotros, ¿no?
Y Aitana tiene razón. Puede ser uno de los mejores regalos de la vida. Pero primero tienen otra cosa muy importante que solucionar. Algo tan necesario para ellos, para Bruno y para la nueva vida que está creciendo.
Solo las paredes de su casa mantendrán el secreto de todas las lágrimas que los dos derraman esa noche. Aitana escucha con atención lo que verdaderamente pasó cuando Luis se fue al hospital con María aquel día. Luego llega su turno de pedir perdón y desvelarle que hace unos días coincidió con ella y ato todos los hilos que ahora él le acaba de exponer. Poco después es la chica quien explica todos los sentimientos que había mantenido ocultos hasta esta noche. Y cambia el rol a Luis para buscar la disculpa. Y entre lágrimas y sentimientos van sanando sus corazones, hacen más fuerte el hilo que une su relación y vuelven a surgir sonrisas en sus labios que terminan en besos que se echaban de menos.
Se quedan tranquilos los dos abrazados, Luis besa el flequillo de ella mientras acaricia el vientre que ahora luce totalmente descubierto. Una nueva vida que ahora late junto a sus corazones.
- Eh... Ven aquí, amor. – le pide Luis cuando ella se estira hasta alcanzar sus cosas. – No te vas ahora. – ella continúa removiendo sin escuchar a Luis. - ¿Aiti?
- Ya, pesado. – se ríe ella volviendo al mismo lugar que hace unos segundos. – Mira, esta cosita de aquí es el hermanito o hermanita de Bruno. – le muestra ella una fotografía en blanco y negro con una sonrisa.
- Y que bonito viaje nos espera. - afirma Luis con un beso en los labios de ella como promesa eterna.
¡Feliz Navidad!
Tenía pensado pasarme por aquí durante estas fechas, pero es toda una sorpresa que sea justamente el día de Navidad. Así que un regalito para vosotras.
Espero que os guste y lo disfrutéis muchísimo. ¡Me encantará leeros!
Hace unos días que conocí a mi Brunito real, y es tan precioso... así que este capítulo sale de su magia y con un poquito de él.
Ya solo me queda desearos unas muy felices fiestas. Disfrutad mucho de estos días, cuidaros y mimaros muchísimo. También os deseo una muy buena entrada al nuevo año. Nos volvemos a leer en 2024. Muchísimas gracias por seguir aquí, llevo un pedacito de vosotras en mi día a día.
Miles de besitos,
Lia.
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Media vuelta
RomansLuis Cepeda es un cantante de treinta años que ha aprendido a compaginar su vida laboral como artista consolidado y reconocido en todo el país y fuera de este, con su vida más familiar y personal. ¿Será capaz de tenerlo todo bajo control o tendrá qu...