Su cama es lo único que Aitana necesita ahora mismo. Su espalda apoyada en el colchón para descansar, por fin, de este día tan largo y tan intenso. Ha sido un cumpleaños diferente y que esta mañana no se imaginaba para nada que sería así. Las actividades de los niños, una tarde preparando las cosas para la próxima semana e intentando buscar alguna escapada para autoregalarse y pasar sola algunos días de sus vacaciones de verano en cualquier lugar del mundo, y terminar con una cena con sus amigas. Vamos, lo que sería un día cualquiera, como podría haber sido ayer o como será mañana... con la diferencia que hoy se hacía un año más vieja.
Pero... No ha sido así ni de lejos. Sus compañeros de trabajo le han preparado una gran sorpresa y con todos los niños y niñas han preparado un pastel saludable, vigilando las alergias e intolerancias de los más pequeños, que todos han podido disfrutar durante el tiempo del almuerzo. El montón de folios que descansan en la mesita de noche llenos de dibujos muy diversos también le recuerda parte de esta celebración y no puede evitar revivir el momento que uno a uno, desde los más grandes hasta los más pequeños, le han entregado aquella pequeña felicitación hecha por ellos mismos. No es casualidad que el dibujo de encima de todo sea el de Bruno, este niño le robó el corazón el primer día y quién le iba a decir que era hijo del que en un pasado también se apropió de su corazón.
Dentro de este día, que con el paso de las horas se ha ido convirtiendo en más especial, también ha formado parte el gallego. Con un solo mensaje la ha hecho sonreír y rememorar todo lo que vivieron juntos. Está muy contenta de tener a Luis de nuevo en su vida, de haberlo recuperado, aunque su relación no sea la misma de hace unos años. Y aunque tiene la esperanza, de esta vez, conservarlo con ella de por vida, no quiere ilusionarse y volver a caer. Sabe que Luis lo ha pasado mal en los últimos años y, aparte de recuperar el tiempo distanciados, quiere ayudarle a recuperar la vitalidad que tenía antes, a soltar lo que no le ayuda a avanzar.
El reencuentro con Ana y Roi le ha ido mejor de lo que podía imaginar. Los ha echado de menos. Ha echado en falta llamar en cualquier momento del día a la chica para hablar de aquello que tan nerviosa la ponía o para explicarle lo mucho que le hacía falta el gallego en ese momento, o simplemente para explicárselo todo y reír un rato dejando de lado las preocupaciones externas. Sabe que en esta última parte, Roi también le ha faltado, le ha faltado en acompañarla (o más bien obligarla) a salir de fiesta, en reírse por un chiste absurdo o en secarle las lágrimas con bromas. Después de romper su relación con Luis pensó que sería más fácil dejarlo todo y ahorrarse recordarlo a cada paso de su día a día, así que cambiar de aires fue su mejor opción. Dentro de este cambio entraba abandonar Madrid y dejar de ver a las amistades que había hecho y conocido a partir del chico con el que había compartido los últimos años de su vida. No se alejó mucho de la gran ciudad, le bastó con trasladarse en uno de los barrios más cercanos, con ello tuvo suficiente para obligarse a no pensar tanto en él. No imaginarlo fue menos sencillo.
La cena con las amistades que ha ido creando estos últimos años ha ido bien, tampoco se engañará al decir que hubiera preferido pasar el resto de noche con sus antiguos amigos o, incluso, cenando con Bruno y Luis, como el más pequeño le había pedido.
- ¿Aiti, vienes a jugar? - le propone Bruno nada más entrar en casa. Viendo que todavía faltaba demasiado tiempo para la hora de cenar y animada por los dos chicos, Aitana acepta la invitación de quedarse un poco con ellos y no pasar ni un momento de su cumpleaños sola.
- ¡Claro, cariño! - sonríe a Luis antes de desaparecer por el pasillo y dejándolo solo en la cocina.
- Mila, aquí tengo mi casita de muñecas. ¡Me la hizo papi, él solito! - con una muñeca ya en la mano empiezan a jugar y pronto se les añade el arquitecto de esta gran casa de madera. Los minutos pasan rápido con Bruno encima de su regazo moviendo las muñecas de un lado a otro sin parar de inventar nuevas aventuras para vivir.
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Media vuelta
RomanceLuis Cepeda es un cantante de treinta años que ha aprendido a compaginar su vida laboral como artista consolidado y reconocido en todo el país y fuera de este, con su vida más familiar y personal. ¿Será capaz de tenerlo todo bajo control o tendrá qu...