30 - Me da igual

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- Y dicen que lo han vuelto a intentar.

- ¿Mónica y Eloy? ¿De verdad? ¿Otra vez?

- Sí, tía. Que los vieron paseando por la plaza y se lo confirmaron a Remedios.

- Esta mujer controla todo lo que pasa en el pueblo. Aiti, ¿tú qué opinas?

La verdad es que hace rato que no escucha la conversación de sus amigas, siente su susurro de fondo mientras está pendiente de cada rincón de su pueblo. Ya hace un par de días que está aquí, pero aún no ha podido apartar la vista de lo que le ha rodeado desde que nació. Lo echaba de menos. Al igual que a todas sus amigas con quien ha estado aprovechando la mayoría de horas de su día, y de la noche. Que cerrara el móvil al subirse al AVE que la llevó hasta aquí, tras la reunión que ha cambiado el rumbo de su futuro, ha sido de las mejores decisiones que ha tomado. Le parece que vuelve a vivir hace muchos años atrás, cuando todavía iba al instituto y ni ella ni sus amigas tenían este aparato que tan dependientes nos hace. Así que decide retornar a las voces de las personas que la acompañan y unirse al cotilleo.

Entra en casa unas horas después notando como el estómago le pide a gritos algo de comida y por suerte el pastel de patata de su madre le espera en la mesa. Sonríe con la imagen de estar los tres juntos, como antes. Sonríe como lleva haciéndolo desde que ha vuelto a pisar sus tierras. La conversación con sus padres nunca se acaba, siempre salen temas interesantes a debatir, aunque ella prefiera esquivar todo lo que tiene que ver con la vida compartida con Mario.

- Y escucha, ¿qué dijiste que harías en el trabajo, ahora?

- Belén, es la directora, ya nos lo dijo. - contesta su padre sonriendo con admiración a su única hija.

- Seré, papa, seré la directora de la asociación. Ahora tengo que dejar atado todo el trabajo que hacía antes y todas las gestiones que tenía pendientes y estaba acabando. Cuando vuelva a Madrid el puesto será oficialmente mío.

- Ay, hija. Que orgullosa estoy de ti. Estamos, tu padre y yo. Has llegado muy lejos y sabemos que aún tienes muchos kilómetros por recorrer.

- Y aunque estemos separados, desde aquí te apoyamos con todo lo que te haga falta, ¿sí? - termina su padre y Aitana asiente secándose una lágrima que se le escapa fácilmente.

- ¿Es normal que sienta tanto miedo, pero a la vez tanta ilusión? - sus padres la escuchan con atención, alegres de poder volver a compartir estos momentos cotidianos con su hija. - Hace tiempo que me propusieron este ascenso, pero no estaba preparada. Ahora necesitaba este cambio para reafirmar que la asociación es mi casa y Madrid mi sitio. - su mirada se vuelve apagada porque Madrid engloba mucho más de lo que se permite decir, una mirada que pasa camuflada por sus padres que aceptan una vez más que su niña tiene su vida muy lejos de donde nació.

- Te irá muy bien, hija. Confían en ti y nosotros también. Serás una directora genial. - las palabras de su padre permiten a Aitana que por unos segundos se olvide de todo lo que estaba volviendo a su mente.

- Intentaré hacer todo lo posible para mantener la asociación en lo más alto y seguir velando por el bienestar y la felicidad de nuestros niños y niñas. - a partir de aquí la conversación deriva en anécdotas curiosas y divertidas que ha ido viviendo en los últimos años en la asociación. Y así es como recogen los platos y cambian la mesa por el sofá.

- Aitana, tu padre y yo iremos a Barcelona esta tarde. ¿Quieres venir con nosotros o prefieres quedarte aquí? - le pregunta Belén mientras su marido aprovecha para hacer la siesta.

- Creo que me quedaré aquí, ya tengo bastante con Madrid como para meterme en el centro de otra ciudad. Así aprovecho un rato para estar sola. - sonríe a su madre que se acerca hasta sentarse a su lado y rodearla con sus brazos como cuando era pequeña.

Media vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora