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Veinte minutos después de bajar del coche por fin ha podido superar la famosa alfombra roja, los miles de flashes de las cámaras y algunas muchas de preguntas personales que sólo buscan hacer daño y sacar información jugosa.

Se ha entretenido un poco más en la entrevista exprés que le ha hecho una famosa revista musical y de la que ha disfrutado mucho, sobre todo cuando se ha añadido India.

Ahora, dentro del oscuro local, le cuesta situarse y saber dónde tiene que dirigirse durante estos minutos que le quedan antes de tener que subir al escenario. Avanza hasta un rincón de la gran sala donde le parece ver a David Otero pero una mano puesta en su brazo lo hace detener.

- ¡Cepeda!

- ¡Ay Valentina! No esperaba encontrarte aquí en medio. Tengo la hora controlada, ¿o ha habido algún cambio?

- ¡No, todo bien! Todavía faltan unos minutos para que comience y me han pedido que salgas hacia el final de la gala, así se genera expectación y sube la audiencia.

- Claro, sí, ¡no hay problema! Ya lo sabes, Vale.

- Perfecto, gracias. Me iba a buscar algo para beber, ¿quieres? Te invito.

- Sabes que no me gusta mucho beber antes de las actuaciones...

- Va... si todavía te queda mucho rato... - intenta convencerlo ella que se acerca más a causa del ruido.

Dos minutos después los dos se sientan en un rincón de la larga barra con sus respectivas copas entre los dedos. No es la primera vez que están en esta situación, Luis siempre ha sido de intentar establecer buena relación con casi todos, y el hecho de que Valentina trabajara para él no ha sido nunca un impedimento para no tener una relación amistosa que a veces también se traspasaba fuera del ámbito laboral.

Conoció a Valentina cuando estudiaba en la universidad una de las carreras que aparte de aportarle y ampliarle conocimientos, ahora no le sirve de gran cosa. Se podría decir que durante aquellos años su relación no era de las mejores, los dos compartían asignaturas y grupo de amigos pero absolutamente nada más. No fue hasta unos años más tarde, cuando Luis recién empezaba a probar suerte en el mundo de la música, cuando, un día tocando en la boca del metro se volvieron a encontrar. Hablando vieron cómo sus vidas habían dado un giro de ciento ochenta grados y compartían rumbo, pasando de una graduación en arquitectura al mundo musical. Finalmente, cuando Luis consiguió su objetivo y sueño de vivir de lo que más le gustaba y apasionaba, y tuvo que montar un equipo de confianza detrás de él, o mejor dicho a su lado, Valentina apareció en su mente y ella no tardó en aceptar la propuesta que él le hizo aquella tarde de enero. Años más tarde sabe que la decisión que tomó fue la acertada.



Todavía no se han terminado la copa que hace unos minutos una joven camarera les ha servido cuando una voz grave los interrumpe.

- ¡Cepeda! - el saludo va acompañado de unos golpes sonoros en la espalda. - ¡Tío! ¡Te escondes y es imposible saber dónde estás eh!

- ¡Antonio! Es tan grande esto... - dice él riendo al que considera uno de sus "héroes".

Pronto se encuentra rodeado de otros grandes artistas que esta noche comparten cartel y escenario con él. La sonrisa que lleva pintada en la cara es muy difícil que desaparezca y es que la felicidad que la música le aporta a su vida aumenta cuando la comparte no sólo con sus compañeros de profesión sino con los que ya son sus amigos y parte de su familia.

- ¿Cómo está mi Bruno? - pregunta David Otero después de unas cuantas bromas referentes a aquel gorro que hace días que desapareció de su casa y que ha podido ver colgado en la pared de casa de Luis en las fotografías que él ha subido en las redes.

Media vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora