41 - Luces de Navidad

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Bruno sigue jugando en la sala cuando ellos aparecen con dos sonrisas inmensas en la cara. Aitana deja de observar al niño para mirar a Luis, y se acerca a él para borrarle los restos de pintalabios que se han quedado en su rostro. Sabe que tienen que hablar, de todo lo que ha pasado en las últimas horas, pero también sabe que con Bruno por aquí eso les será imposible.

- ¿Jugáis conmigo? - les pregunta el más pequeño levantando la cabeza. Sonríe al verlos tan juntos, y es que cuando Aitana ha querido separarse, Luis ha colocado su mano a su cintura para retenerla a su lado.

- Claro, mi niño. - Aiti no tarda en tomar lugar a su lado. Y Luis no se opone al sentarse también en el suelo y observar cómo ella y su hijo interactúan.

- ¿Qué quieres hacer? - le pregunta Luis mientras cruza las piernas y pone los codos sobre las rodillas para apoyar su cabeza entre las manos.

- Podemos constuir un catillo. Pero muy muy gande para caber los tes.

- Cariño, sabes que eso no lo podemos hacer. Somos demasiado grandes.

- Ya, papi. Es de mentida. Lo hacemos ver.

- ¡Me parece bien! ¿Empezamos? - añade Aitana que hasta ahora se había mantenido al margen para perderse en como padre e hijo se comunicaban. Y es que ni ella puede perderse ni un solo momento de la relación que Luis tiene con su hijo, ni él puede perderse ni un solo segundo de la relación que Aitana tiene y construye día a día con el pequeño Bruno.

Se entretienen casi más de media hora en una construcción que podría haber durado unos minutos. Bruno se levanta emocionado al ver que lo que había imaginado está construido delante de él.

- ¡Es super gande, papi! ¡Aquí cabemos los tes y tamién podríamos invitar a Luna! - los saltitos que da hacen reír a los adultos, que observan con ternura la ilusión que el más pequeño muestra.

- Nos ha quedado super chulo, ¿a qué si? - pregunta Aitana, él asiente y no tarda en lanzarse a sus brazos y quedar tumbado en el regazo de la chica que sigue sentada en el suelo. Ella no puede evitar llenarlo de besos y sentir como su corazón está a punto de explotar de amor. Observa a Luis de reojo y lo ve con el móvil entre las manos intentando encontrar un encuadre perfecto para la foto que está a punto de hacer. Escucha el ruido de la cámara más de un par de veces y sonríe al mirar hacia abajo y ver cómo Bruno le agarra el pelo para peinárselo con los dedos. Sigue escuchando el ruido de la cámara. Hasta que este queda opacado por las carcajadas del niño cuando ella inicia una batalla de cosquillas.

- ¡Papi! ¡Ayúdame!- grita Bruno para que le ayude a salir de las manos de la catalana.

- ¡Ya voy! - Luis deja el móvil apartado y se acerca a ellos. Mira a Aitana sonriendo y ella se queda prendada del brillo que ve en sus ojos. Luis se añade a las manos de la chica y los dos coinciden en acompañar las cosquillas que le hacen a Bruno con besos por su cara y su cuerpo.

- ¡No! - ríe el niño con todas sus fuerzas por las cosquillas que los besos le hacen, sobre todo los de su padre gracias a la barba que le rasca en la barriga.

- ¡Espera Bruno! - exclama Luis apartándose, con un rápido movimiento coge a Bruno y lo sienta encima de su regazo. - ¡Ahora! - cogiendo desprevenida a Aitana, la batalla se gira en su contra y es ella quien recibe las cosquillas por parte de los dos chicos. Que por su suerte pronto se convierten en besos como antes ha pasado con Bruno.

- ¡Luis! - no puede evitar exclamar llena de sorpresa cuando nota sus labios sobre los suyos. Luis, aprovechando que su hijo está dándole besos por todos los brazos de la chica, le llena la cara dejando algún que otro beso en sus labios. Ella mira de reojo a Bruno que continúa entretenido dejándole besos y acerca sus manos a la nuca de Luis para dirigirlo de nuevo hasta sus labios.

Media vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora