43 - Pegadita

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- Voy a ver a Bruno. – Aitana se levanta del sofá dejando a Luis desconcertado, que suspira profundamente para calmar su respiración acelerada. Cuando, un par de minutos después, la chica vuelve a aparecer se sienta de nuevo sobre él.

- ¿De verdad tenías que ir a verlo en este preciso instante? - pregunta riendo y colocando las manos en la cintura de la catalana.

- Quería comprobar que estaba bien y durmiendo... Qué poco te preocupas, chaval.

- Estoy entretenido en otras cosas, ratona.

- Como en esto de aquí, ¿no? - dice acariciando por encima del pantalón la entrepierna de Luis.

- No empieces la guerra si después no disparas, Aitanita.

- Es que quiero quemarme, Luisín. - y acto seguido sus labios se juntan en una batalla que es difícil saber ganador. Sus lenguas bailan con euforia aguantando al máximo el momento de separarse, que finalmente llega para poder volver a coger aire. A pesar de las ganas, no vuelven a juntarse porque ahora es la boca de Luis quien recorre el cuello de Aitana, subiendo hasta la mandíbula, pasando por el lunar de su barbilla y siguiendo el camino hasta su pecho. La chica suelta un sonoro gemido que los hace reír, y Luis vuelve a juntar sus labios.

- No hagas tanto ruido, que el niño está durmiendo, pero puede no estarlo en cualquier momento.

- Seré silenciosa, no te preocupes. - Luis la mira con las cejas levantadas.

- Recuerdo que llenabas los pocos metros cuadrados de mi piso con tus gritos. Si más de una vez la vecina de abajo se había quejado del ruido que hacíamos por las noches...

- No inventes, Luisín. O me voy.

- Ni se te ocurra. - la agarra con cura por la cintura antes de moverla para frotar su prominente erección con el sexo de ella. De entre los labios de la catalana vuelve a salir un sonoro suspiro, Aitana se tapa rápidamente la boca con la mano mientras se pone roja.

- Oye, no te rías. - exclama viendo las carcajadas de Luis. Este aparta la mano de su cara y aprovecha para dejar un beso en su rostro.

- Si a mí me pone mucho oírte. - Aitana agarra la cara del chico y junta con fuerza sus labios. No es un beso tierno como los que se han hecho esta tarde mientras jugaban con Bruno, ni un beso dulce como el que se han hecho por las calles de Madrid esta noche. Es un beso feroz que denota las ganas que tienen de devorarse, comerse y fundirse el uno con el otro.

Con una sonrisa, Luis para el beso y aleja su rostro unos centímetros del de Aitana. Ella, sin estar contenta con las acciones de él, entrelaza las manos detrás de su nuca y se impulsa para volver a juntar sus labios. Pero las manos de Luis hacen de barrera para que esto no ocurra. Aitana arruga la nariz ante el gesto del chico, y este rápidamente sube sus manos para acariciar cada centímetro de la cara de ella.

- Con calma, Aiti. - pronuncia con una sonrisa tranquila. - No puedo creer que te vuelva a tener. - Aitana sonríe con ternura al escuchar estas palabras y se acerca para besarlo suavemente. Luis le besa con más profundidad y aprovecha para morder de forma suave su labio inferior. Aitana aguanta las ganas y suspira ligeramente. Tras separarse y aguantarse las miradas penetrantes y llenas de sentimientos, Luis ataca con un nuevo beso mientras deja una caricia en el cuello de la chica. El cuello vuelve a ser protagonista del momento cuando Luis baja hasta esta parte del cuerpo que hace estremecer a Aitana.

- Me haces... cosquillas... - dice entre risas la catalana. Aprovecha para esconderse con una sonrisa pícara entre el cuello de Luis y comienza a llenarlo de besos. Él utiliza el momento para acercarla más a su cuerpo y acariciarle la cintura.

Media vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora