Aitana se queda sorprendida ante las palabras de Luis y necesita unos segundos para asimilar eso que le acaba de confirmar.
- Quédate a dormir. Quedaros a dormir. Quiero decir, si no tenéis nada que hacer... Es tarde, Bruno no quiere marcharse y mañana es viernes. - Luis sonríe al ver como ella dice todas estas palabras sin tomar aire.
- Ya, Aiti, ya. - continúa riendo. - Creo que nos será imposible irnos hoy, pero... ¿¿tienes sitio para nosotros?
- Tengo la habitación de invitados que ahora mismo está totalmente desocupada.
- Perfecto, pues dormimos allí. Voy a prepararla antes de decírselo a Bruno.
- Luis...
- Dime. - le dice volviéndose hacia ella, ya que comenzaba a caminar en dirección contraria.
- Para. - ella también avanza hasta él y se detiene cuando sus cuerpos se tocan. - Creo que mi cama es lo suficientemente amplia para que quepamos los dos. Bruno sabe dormir solo. - Una sonrisa de los dos es la única afirmación que necesitan. Aitana se aparta para terminar de guardar el último plato que quedaba sobre la encimera de la cocina, Luis la espera y la deja pasar delante cuando se dirigen hacia la sala donde está Bruno, aprovechando para acariciarle la cintura.
- Nené, ¿quieres irte? - el niño niega energéticamente sin ni siquiera mirar a su padre. Luis lo conoce y sabe que ya le empieza a costar mantener los ojos abiertos, pero las ganas de estar ahí pueden.
- Aiti, ven.
- Mi peque... - ella se acerca y se arrodilla a su lado. - ¿Y si nos vamos a dormir? - le pregunta con calma acariciándole la cara y sonriendo con ternura cuando ve que él se permite cerrar los ojos por unos segundos.
- No cuero.
- ¿Aquí tampoco? - Bruno abre los ojos de golpe, sorprendido por las palabras. - ¿Quieres que vayamos a preparar una cama para ti? ¿Aquí en mi casa? - el niño no tarda en asentir y se levanta para abrazar a Aitana que cuidadosamente lo levanta sosteniéndolo en brazos. Ambos se dirigen hacia la habitación que hoy ocupará el más pequeño, acompañados de Luis. - ¿Te gusta? ¡Mira qué cama más grande tendrás para ti solo! - Mientras la chica se encarga de preparar a Bruno para ir a dormir, acompañándolo al baño y sacándole los calcetines y los pantalones para que duerma más cómodo, Luis acomoda varios cojines alrededor de la cama para la seguridad de su hijo y abre la colcha para que esté lista cuando él llegue.
- Papi, ¿y tú? - le pregunta Bruno unos minutos después cuando ya ocupa su lugar.
- Yo voy a dormir en otra cama, ¿sí? Pero si pasa algo me puedes llamar y vendré, ¿vale? - se acerca a él cuando ve que no pone objeción a sus palabras y le deja un beso en la frente de buenas noches.
- Buenas noches, cariño. - le desea también Aitana repitiendo el gesto de Luis cuando este ya se ha apartado.
La casa se queda en un absoluto silencio después de que los dos salgan de la habitación y ajusten la puerta. Se quedan los dos frente a frente sin decir nada, mirándose en la tenue luz del pasillo.
- No sé si ya te lo había dicho, pero... – se atreve Aitana a romper el silencio con estas palabras susurradas para que no molesten a Bruno que seguramente ya ha cogido el sueño. - Me encantas haciendo de papá. - le guiña un ojo y se va de nuevo hacia la sala. Se lo dice porque tenía la necesidad de hacérselo saber, que él sepa lo mucho que le gusta su relación con Bruno y, aunque de una forma más escondida, sepa que le pone, y mucho, este papel. Y no solo le pasa cuando lo ve interaccionar con su hijo, hacía solo unas horas también había adorado el instinto paternal que se reflejaba en Luis. Verlo con Luna la había enternecido aún mucho más. Ya estaba acostumbrada a ver cómo Luis trataba a Bruno, como le hablaba, como jugaba con él, sus carcajadas conjuntas. Y si el niño y el adulto, por separado, ya le tenían el corazón robado, juntos se multiplicaba por infinito. Pero verlo con Luna había sido diferente. Había sido diferente porque ya tenía el corazón blando por los llantos de la niña. Y porque no los había visto nunca interaccionar de aquella manera. Y porque se había imaginado muchas veces la posibilidad de que Bruno fuera hijo de los dos, pero nunca había llegado a añadir a Luna en aquella ecuación ni en soñar cómo sería tener una hija con él. Así que todos aquellos elementos se habían ido mezclando hasta agrandar esa sensación que ella ya tenía, aquella imagen de Luis haciendo de papá que tanto le encanta. Que tanto adora. Y que tanto anhela ver y vivir cada minuto de su día.
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Media vuelta
RomanceLuis Cepeda es un cantante de treinta años que ha aprendido a compaginar su vida laboral como artista consolidado y reconocido en todo el país y fuera de este, con su vida más familiar y personal. ¿Será capaz de tenerlo todo bajo control o tendrá qu...