53 - Contigo todo el año es Navidad

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Sin haber ganado ni un euro en el sorteo de Navidad que se ha hecho esta mañana, pero siendo muy conscientes de que la fortuna es verse al lado y decirse te quiero, Aitana y Luis acaban de cerrar unas maletas bien llenas que les acompañarán en los próximos días. Cuando la catalana pasa por delante de la habitación de Bruno, le ve llenando una pequeña mochila que su padre le ha dado hace un rato para que la llene de lo que él quiera.

- ¿Cómo vas, cariño? – pregunta sonriendo y arrodillándose junto al niño.

- Bien. Es que, mi Aiti, no quiero poner a Pipo aquí dentro... – comenta con su búho de peluche en sus manos.

- ¿Por qué?

- Poqué es oscuro y le dará miedo. Pipo tiene que venir conmigo... – razona serio.

- Pues tienes toda la razón, peque. Puedes dejarlo encima de la mesa y así no nos lo olvidamos a la hora de irnos. – acepta ella. – ¿Qué has puesto en la mochila? – pregunta intrigada.

- Nada.

- ¿Nada? ¿Y esto?

- La bufanda y el gorro de orejitas me lo pondré cuando nos vayamos. Papi me pone agua en la botellita. Y no necesito ningún juguete ni nada.

- ¿No quieres llevarte un coche o un libro, Bruno? – pregunta viendo cómo el niño niega con la cabeza.

- Es que allí ya tengo juguetes muy guais, y habrá los titos y la abu para jugar con ellos. Y tú, y el papi. ¡Y Kai! – exclama entusiasmado. – No necesito los juguetes de aquí.

- Oh, Bruno... Pues es verdad. Ven aquí. – le pide abriendo sus brazos para estrecharle fuerte entre ellos y regalarle algún beso entre sus rizos.

- Mi Aiti...

- Sí, ¿cariño?

- ¿Puede venir Luna...? – pregunta mirándola tiernamente.

- No, mi vida... Luna pasará las fiestas de Navidad con su padre y su madre, pero seguro que cuando volvamos podemos quedar con ella para jugar, ¿vale? – Bruno asiente antes de rodear con sus brazos el cuello de la catalana – ¿Os lo pasasteis bien ayer? – pregunta con el corazón encogido de tanto amor.

- ¡Sí! Hicimos muchas cosas. ¡Tiene un árbol súper chuli! Y sus papis también jugaron con nosotros. – sonríe – ¿Vamos a ver a papi? – pregunta sin soltarla y obligando a que la chica se levante con él entre sus brazos.


Escuchan ruido en la cocina, es por esta razón que se desplazan hasta allí, donde Luis está preparando lo que hace un rato ha mencionado su hijo y unos bocadillos por si el hambre hace de las suyas durante el viaje, aunque no hace mucho rato que comieron.

- ¿Ya está? – les pregunta acabando de cerrar en la fiambrera de Bruno la poca comida que ha preparado.

- Sí, todo listo. – contesta Aitana apoyada por la afirmación del niño que lleva entre brazos y aceptando gustosamente el corto beso que su chico le da, después de que haya saludado a su hijo.

- Pues podríamos ir yéndonos. Las maletas ya están en el coche, solo falta bajar un par de bolsas.

Así que poco rato invierten en casa antes de irse. Todas las puertas y ventanas cerradas, dejando desconectados los aparatos electrónicos que no se utilizarán estos próximos días y cogiendo las últimas cosas que necesitan, se dirigen los tres hacia el coche.

Bruno aprovecha para tomar una siesta, que aún no ha tenido tiempo para disfrutarla, y antes de salir de Madrid ya ha caído dormido. Mientras, los dos adultos aflojan el volumen de la música que el más pequeño ha pedido nada más entrar en el automóvil y se animan en una larga conversación que ocupa gran parte del viaje.

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