Las vacaciones de Semana Santa han llegado a su fin. Luis suspira cuando aparca el coche en su plaza de parking de Madrid y ve por el retrovisor que Bruno aún duerme. Hace un par de horas que el niño, después de entretenerse con ese libro de actividades para realizar en viajes de larga duración que Aitana le compró hace un tiempo y cantar a pleno pulmón las canciones infantiles de ese grupo de animación tan famoso, se ha dormido. Así que el gallego mayor aprovecha para relajarse unos instantes antes de empezar la odisea que resulta llegar a casa después de más de una semana de vacaciones. Mañana Bruno vuelve a la escuela y, aunque él se ha cogido el día libre para poder conciliar su vida personal, debe deshacer un par de maletas, ponerlo todo en el sitio y en orden, preparar las cosas para mañana e ir haciendo lavadoras. A todo esto, volver a encontrarse la casa llena de las pertenencias de la catalana, pero no tenerla, todavía le duele.
Cabe decir que estos días en su tierra natal, junto a su madre y acompañados de Miri, Pablo y el pequeño Kai, le han servido para distraerse un rato del momento sentimental que está viviendo. Así como también compartir la energía de Bruno con su familia y poder lograr satisfacer las necesidades del pequeño sin agobiarse.
Han pasado unos buenos días. Han disfrutado del ambiente de Ourense, han hecho alguna escapada por las aldeas de alrededor e, incluso, han visitado la gran catedral de Santiago de Compostela aprovechando que tito Roi estaba allí. Han podido realizar muchas actividades en familia, han disfrutado de las tardes en el parque donde Bruno intentaba incluir a su primito de cinco meses, han visitado algunos museos adecuados para la edad del niño y han realizado algunas manualidades que ahora decoran la casa de Encarna.
Y han tenido largas y complicadas noches. Sobre todo Luis. Noches muy largas de llanto donde Bruno tan solo quería el calor de su madre para dormir. Donde quería que ella le cantara alguna nana. O simplemente lo cogiera de la mano para asegurarle que todo irá bien. Pero Aitana no estaba. Y la semana sin ella, y sin rutina, se ha hecho larga para Luis y para Bruno. Al menos han tenido la suerte de que Aitana, en cierto modo, ha estado...
Cuando Luis comprobó que la primera noche durmiendo en Galicia, después de que Bruno hubiera dormido con su madre, fue horrible, intentó buscar soluciones. Solo hizo falta enviar un mensaje a Aitana avisando del estado del niño para que ella aceptara la videollamada en la segunda noche. Luis no vio ni escuchó a la chica durante el rato que ella estuvo hablando con el pequeño, ya que fue Miri la que se ocupó de estar ahí para dejar descansar a su hermano.
Durante la tercera noche solo cayeron dos lágrimas de los ojos del niño. La primera cuando su padre le acostó y que, rápidamente, vino acompañada de una gran sonrisa cuando pocos segundos después vio a su madre en la pantalla del móvil. Luis sí que se quedó en la habitación esa vez, solo escuchando la voz de sus dos personas preferidas en el mundo. La segunda lágrima llegó cuando Aitana se despidió de él al ser hora de acostarse, pero por suerte fue consolada por los brazos de su padre y sus canciones al oído.
No fue hasta la quinta noche, y por petición incesable de Bruno, que Luis se sentó en la cama y pudo vislumbrar a Aitana. La chica, muchos kilómetros allá, se arregló el flequillo al ver al gallego observándola. La conversación siguió fluida entre el niño y la catalana, Luis no intervino en ella hasta la sexta noche. Cuando los "te quiero" brillaban de escondidas entre las miradas furtivas y las palabras del más pequeño.
Y, realmente, viendo como Bruno duerme en su sillita del coche, no sabe qué excusa poner para llamar a Aitana y volver a reanudar las conversaciones nocturnas que se han convertido en costumbre estos últimos días. No niega que su única comunicación por ahora sea esta, pero tenerla ya lo es todo para él. Y con el regreso a Madrid sabe que no tardará en actuar para que su pareja vuelva a casa.
ESTÁS LEYENDO
Media vuelta
RomanceLuis Cepeda es un cantante de treinta años que ha aprendido a compaginar su vida laboral como artista consolidado y reconocido en todo el país y fuera de este, con su vida más familiar y personal. ¿Será capaz de tenerlo todo bajo control o tendrá qu...