26 - Cuando te fuiste

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Aitana espera impaciente delante de la estación de trenes de Atocha a que sea la hora de llegada del tren que viene desde Barcelona, ha sido demasiado puntual y le queda más de media hora todavía. Pasa los minutos observando la gente que llega y la que se va, maletas de un lado a otro, personas que despiden Madrid y otras que le dan la bienvenida, personas que se abrazan felices de reencontrarse y otras que empiezan la cuenta atrás para volverse a ver. Mira el reloj y decide que ya es buen momento para adentrarse a la estación y hacer el recorrido hasta el lugar donde Marta llegará. Se agradece ir con tiempo suficiente cuando se ve perdida en medio de este lugar tan grande y el chico a quien pregunta le dice que va en dirección contraria. Al fin, cuando solo quedan cinco minutos para la hora prevista, suspira tranquila en verse al sitio correcto y con más gente a su lado esperando.

- ¡Martita! - grita abalanzándose hacia ella cuando la ve salir entre toda la gente que sale de la puerta de llegada. Marta sale con maleta en mano y los cascos colgados en el cuello, más perdida que la mamá de Marco, no recordaba la última vez que había viajado en tren hacia la capital y agradece que su amiga ya estuviera allí, esperándola a primera fila. Solo le faltaba un cartel con su nombre como sale en las películas que suele ver los domingos después de comer.

- Aiti. - Le devuelve el abrazo entre risas.

- ¿Cómo te fue el viaje? ¿Pudiste descansar? – Aitana le ataca a preguntas sin soltarla de sus brazos - ¡Ay! Cómo te he echado de menos, yo...- dice cuando al fin se separan y pasa a llenarle las mejillas de besos.

- Gracias a la música se me hizo ameno el viaje y pude dormir como marmota, así que vengo con las baterías cargadas, te traje chocolates y una sorpresa que te envió Belén. - Marta se separa para corresponder sus besos, para mirarla y sonríe, pero nota a su amiga con ojeras y un poco más delgada de lo normal, cosa que se le hace un poco extraño, pero ya tendrán tiempo para platicar.

- ¡Chocolates! ¿Una sorpresa de mi mamá? No me lo esperaba, no me lo dijo cuándo me llamó ayer... - dice sorprendida.

- Las sorpresas no se dicen. - Suelta una risita Marta - ¿Nos vamos? Recuerda que donde hay demasiada gente no somos felices.

- Vamos, sí, que todo este ruido me está poniendo nerviosa. - Aitana impide que su amiga agarre la maleta y la lleva ella cuando empiezan a caminar en medio de personas que parecen andar sin rumbo fijo. A Marta no le queda más que acelerar el paso para seguirla.

- Tía que pesada eres, no pretendas llevarme la maleta en todo el viaje porque te daré unas cuantas collejas. Mira Aitanita que no vine a que me atiendas, vine a pasar unos días contigo, ponernos al día...

- Ni que pesada ni que tonterías, anda déjame que durante hoy seas mi invitada... - dice mirándola seriamente para que no le lleve la contraria y salirse con la suya. Finalmente consiguen llegar hasta el aparcamiento unos minutos después. - Ay, Martita, hacía demasiado tiempo que no nos veíamos... No podemos dejar que pase tanto tiempo... - Su amiga le sonríe y, después de dejar la maleta en el asiento de atrás, le da un beso en la mejilla. Una vez dentro del coche, Marta la mira, saca de su bolso un trozo de chocolate que pica y le da un pedazo para que lo lleve a su boca. - ¿Y esto? ¿De dónde has sacado este chocolate tan raro? ¿Pica? ¡Marta, me está ardiendo la boca! - exclama soplando para que se vaya esa sensación que le ha llenado el paladar.

- Me lo dio un tío que vino de México hace días, tía, no podía tragarme esto yo sola, alguien tenía que hacerlo conmigo y por eso fui generosa en compartirlo, pero no te preocupes que estos eran los últimos trozos, tu mamá también fue víctima. - Dice riendo y llevándose el último a la boca.

- Pues ya podías comértelo tu solita, ¡yo no me habría quejado! Menos mal que ya no queda, porque igual me convierto en dragón soplando fuego. - exagera riendo - Te recuerdo que no soporto el picante...

Media vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora