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Helen Ebbot se despertó alrededor de las nueve de la mañana. Cuando se levantó, Julia estaba en la cocina leyendo un artículo sobre agricultura. Entró en la cocina con una sábana alrededor del cuerpo frotándose los ojos para quitar el sueño.

- Hay café – dijo ella.

Helen la miró de reojo por encima del hombro.

-Gracias.

Helen después de ducharse se sentó en la mesa para tomar el desayuno. En eso llamaron a la puerta. Se levantó y fue abrir. Sarah Cortez tenía un gesto tan contenido que, por un segundo, Helen creyó que venía para cortarle la cabeza.

-¿Qué deseas?

-¿Puedo pasar un momento? – "no", se dijo Helen

Helen la dejó entrar y le presentó a Julia, su hermana, quien le echó un rápido vistazo acompañado de un breve movimiento de cabeza antes de volver a su libro.

Sarah saludó por puro reflejó, pero dio la impresión de estar tan ausente que apenas pareció reparar en su presencia. Helen le sirvió una taza de café y le invitó a sentarse.

-¿De que trata?

-Helen..., me faltan palabras para expresar lo que siento, me siento asquerosa.

-No te preocupes, no te sientas así – contestó Helen con tranquilidad.

-Entiendo lo que quieres decir. Debo de alejarme, sé que no puedo exigir pero creo que lo correcto era pedir disculpas públicamente.

-No, no lo hagas. Solo conseguir prolongar mi desagrado y emporar la situación.

-¿Así que no quieres que hada nada?

-No merece la pena. Solo traerá problemas.

-Perdóname.

-Tienes derecho de actuar de acuerdo a tus propias convicciones.

-Quiero que sepas que has sido los más importante para mí.

-Te creo, pero eso ahora ya no tiene sentido, ni valor.

-Entiendo tu postura, pero ahora me toca a mí estar en desacuerdo contigo.

-¿Si?

-Cuando empecé a verte en el trabajo, que tu contrato era una pérdida de recursos. Pero lo cierto es que, contra todo pronóstico, te cales en mí. Creo que hemos avanzado en algo bello y maravilloso que no podemos dejar que un error nos gane la guerra.

Julia escucho el intercambio de palabras entre Helen y Sarah en silencio. Cuando Sarah se fue echó vistazo a la situación. Acto seguido, dejó lado el asunto sin realizar ningún comentario.

Helen permaneció en silencio gran parte de la mañana.

Julia aprovecho el tiempo para ir hacer otros asuntos.

Cuando Julia regresó a la casa, encontró a Helen en la mesa del jardín, completamente enfrascada en la investigación policial. Julia entró y calentó el café. La contemplaba a través de la ventana de la cocina. Le dio la impresión de que sólo hojeaba la investigación, pues no se llevaba más de diez segundos por página. Pasaba las hojas mecánicamente y Julia constató que ciertamente Helen tenía un don, que podía utilizar bien. Sacó dos tazas de café y se sentó con ella.

Helen seguía leyendo los informes de la investigación y lanzaba una pregunta tras otras a su interlocutor; Julia no conocía bien el trabajo de su hermana. Por eso solo la acompañaba.

EstigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora